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Si no hay mucho lío y la manteca colorá
Si no hay mucho lío, el Congreso del PP se celebrará en Andalucía, en Sevilla. Eso ha dicho a un medio de cámara el presidente del PP y presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Es poco probable que no los haya porque los líos persiguen al PP. Y no precisamente los del montepío, sino los de la corrupción, aunque quizá se refiera Moreno a los orgánicos.
Mariano Rajoy salió, moción de censura mediante, por la corrupción al galope en sus filas, los líos marianos. Pablo Casado ha salido por lo mismo y, con líos, Moreno Bonilla lo tendrá difícil. Lo orgánico y la corrupción se desligan mal entre ellos.
Pero no solo tiene Moreno Bonilla esos líos. Tiene el lío de Castilla y León, que podría ser el inicio de un paso más allá del que él mismo dio. A saber: gobernar con el auxilio de la extrema derecha. Este paso sería más grave: gobernar con Vox en el gobierno.
Tiene además líos domésticos, aunque el cariño mediático, con promesa de futuro prometedor, edulcore. Es el lío sanitario -80.000 personas se echaron a la calle recientemente, al parecer en secreto- y el lío medioambiental. El gobierno de Moreno Bonilla reconoce que su apoyo al regadío es incompatible con la defensa de Doñana, la educación desarmada y entregada a los intereses privados, pero… cuenta con la prensa sacarina, su armamento más refinado.
Sus estrategas creen que la foto con Núñez Feijóo en Sevilla da réditos pero esconden que será una foto a tres, es decir, con Isabel Díaz Ayuso. El lío de los -de momento archivados en el KGB popular- líos de Galicia y el lío de los líos de Madrid y los parientes del PP, custodiados en la malla siciliana de la corte.
Feijóo, antes de decidirse a pacificar orgánicamente su partido, lo pactó todo con Ayuso. Es decir, que vendrá a Sevilla con el lío de las mascarillas y otros a las espaldas, y el lío de Vox, tras el apoyo de la lideresa nacionalista madrileña a gobernar con la extrema derecha.
En estos días estaríamos en la antesala de las elecciones andaluzas si no se hubieran dado los resultados de Castilla y León. Moreno Bonilla estaría dando salvas a la Virgen vara en ristre y también al devoto líder Casado, compañero antaño de ágapes en MacDonald, eligiendo ya colchón para La Moncloa, aprovechando antes el lucimiento que le darían los fastos del Día de Andalucía.
Un Día de Andalucía, por otra parte, cada día mas aguado y menos andaluz. Un día que empezó siendo el sucedáneo de la conmemoración del levantamiento de los andaluces contra su suerte, degradado y convertido en un bautizo de tronío con trajes recién llegados del tinte y canapés costeados.
Pobre de nosotros. Al final el PP no ha llegado para renovar -ni Ciudadanos para enseñarnos a pescar- sino para afianzar la idea del PSOE. Medallas absurdas, discursos impostados, resistencia mínima y una alianza con un partido que no solo niega el bautizo, sino la propia existencia de Andalucía, defendiendo como fiesta nacional de los andaluces la Toma de Granada. Y con todo, una radiotelevisión pública esparciendo tópicos a carsón bajao, cuando no creándolos.
Este Día de Andalucía pasará otra vez de manera anodina, con alguna lágrima urgente y poco más. La gente corriendo a la playa, los niños desayunando en los colegios pan con aceite, y la memoria desesperada de lo que iba a acabar en una Andalucía mejor.
Y como dato relevante, el robo de la manteca colorá reservada en una AMPA para un desayuno andaluz en un colegio. Esto de la manteca colorá no solo es un mal detalle con nuestros niños, es una metáfora pepera y de sus líos. Que no les falte la manteca colorá.
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