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Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

La banalización del facha

Imagen extraída del vídeo de campaña del partido de Abascal

Luis Brumario

Hay 400.000 ciudadanos que han votado a Vox. Todos no son fascistas. Las políticas esgrimidas por Vox sí lo son. A lo mejor no sabían que votaban eso. Puede ser. En las próximas elecciones nadie podrá decir ya eso. Introduzcamos la papeleta en la urna por cabreo con el sistema, con la vida, con nuestros sueños rotos, o metamos la papeleta buscando seguridad e identidad frente al diferente, lo que metemos es un voto al pasado, al que le gusta conjugar en imperativo, en las instituciones que rigen nuestro presente y nuestro futuro.

Como estamos cabreados, le damos el pin de nuestro cajero a uno más cabreado que dice que sabe qué hacer. Uno que lleva toda la vida con sueldo público pero que habla ahora de chiringuitos. Como buscamos identidad frente a los vecinos nuevos, queremos echarlos de la comunidad aunque paguen el recibo. Y como creemos que la mujer salió de donde no debía, queremos que vuelva a donde siempre tuvo que estar: su casa, pero por protegerla. Criada en cautividad.

En definitiva, que somos liberales y creemos en emprender, libertad para el dinero, ¡es el mercado¡ Pero para los derechos y libertades, para la intimidad, entonces, moralidad. La que diga él, claro.

Y es que, asistimos desde hace años a la banalización del facha. Son personajes que lucen costumbres embardunadas de identidad decadente pero mostradas en perfiles amables, simpáticos. Todos son personajes que creíamos olvidados, relegados frente al avance social en derechos e igualdad. Pues no. A ese señor simpático que reparte sonrisas trufadas de ocurrentes comentarios en las barras de los bares lo queremos meter a liderar nuestra sociedad en las instituciones. Un lugar donde desaparece su tabernaria amabilidad para, desembridado, dar paso a decirte lo que puedes o no puedes hacer. Torquemada vuelve.

Súmenle más. El auge de la figura del superhéroe de Marvel, esos personajes tan nietzschianos que salvarán a la humanidad. El consumismo de la nostalgia: vivan los ochenta, vuelve la ropa de los 70, todo vuelve, menos Raphael que nunca se fue.

Es una batalla

Es más difícil ser solidario. Claro. Cuando las cosas van mal, cuando la crisis asfixia, cuando la corrupción aparece, cuando tus sueños no se cumplen, mejor le echamos la culpa a quien está a tu lado: al vecino. Y es que al final quienes deciden de verdad están muy lejos de tu vecindario. Nos los conoces y no se odia lo que no se conoce.

¿Y qué podemos hacer? Es fácil, los griegos lo descubrieron hace siglos: hacernos preguntas. Como por ejemplo:

¿Cómo se hace para que tus hijos siendo tú un funcionario castellano leonés, de bigote opcional, puedan ser millonarios? Es para un amigo.

¿Cómo se hace para que los nietos de un dictador, funcionario militar, sean millonarios hoy? Sigue siempre el rastro del dinero, es la pista.

¿Cómo hablas de eliminar enchufados pero tu historia laboral tiene cotizado sólo días en lo público? Ni siquiera el año de la mili.

¿Por qué se habla de formación, mérito y capacidad cuando el previsible presidente andaluz del triunvirato “todo a estribor” no tiene ni una sencilla licenciatura? ¿Existe algún andaluz en su entorno?

¿Cómo se desguaza un 28F negociando un ejecutivo en Madrid? Andalucía es tratada, sin respeto, como una sucursal y sus casi líderes son muy de derechas pero están sin autonomía.

En definitiva, es una batalla. La mentira les vale. Hay que desmaquillarlos con la realidad. No dejarlos mandar en la agenda. Y debatir con honestidad de lo que importa. Ser el Eichmann de Hanna Arendt no es opción. Se puede y se debe actuar.

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