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¿Qué recorrido le queda al gobierno andaluz tras la crisis de Granada?

Luis Salvador, alcalde de Granada, y Juan Marín, vicepresidente de la Junta, en una imagen de archivo.

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Al contrario de lo que pueda parecer, la pérdida de la alcaldía de Granada representa oxígeno para los miembros de Ciudadanos y estabilidad para el Gobierno regional. Extirpar para sanar. Una estrategia arriesgada, pero no carente de lógica.

 Si cuesta entender por qué el Partido Popular le dio la alcaldía a Luis Salvador en 2019 con solo 4 concejales (contando el PP con 7), más difícil aún es entender su estrategia para gestionar la crisis del 2+2 detonada por Sebastián Pérez en el mes de junio.

Los populares podrían haberse hecho con la alcaldía de la capital granadina negociando con Ciudadanos el nombre de Paco Fuentes, pero lejos de negociar decidieron abandonar el Gobierno local rompiendo todos los puentes con los naranjas. Este hecho es lo verdaderamente sorprendente de la situación porque, como vimos desde que el PP llegó a San Telmo, las decisiones políticas del partido se orquestan desde Sevilla, por tanto llama la atención que el partido que lidera en el Gobierno andaluz en coalición con Ciudadanos rompa puentes aún a riesgo de perder la alcaldía de una capital andaluza.

Pero ¿significa este movimiento una ruptura entre los líderes andaluces de Ciudadanos y los del PP? Yo creo que no.

Mi hipótesis particular es que la coalición regional se ha tenido que enfrentar a una decisión complicada: Gobierno andaluz o alcaldía granadina; y aunque la elección implique perder, la balanza se decanta por sí sola.

Los populares, recuperando la línea de Aznar de unificación de la derecha, están obligados a eliminar a Ciudadanos del mapa, y el camino está bien trazado hasta el punto que el líder original de Ciudadanos, Albert Rivera, ya colabora con Casado. Lógicamente, Marín no es ajeno a esta situación, ni al futuro inmediato de su partido; las encuestas están ahí.

Sospecho que la pérdida de Granada ha sido un mal menor dentro de la estrategia de la coalición a futuro, en la que cada día se ve más claro que caminan de la mano.

A los naranjas ya no les queda nada, ni siquiera la esperanza de una competición electoral. Así pues, para el PP la mejor forma de garantizar la estabilidad del Gobierno andaluz es la certeza de que el partido naranja tiene las manos completamente atadas, no tienen otra salida que mantenerse en el Gobierno regional. Para los dirigentes de Cs la única forma de mantenerse en la posición gubernamental es aguantar e integrarse en las filas del PP si quieren aspirar a seguir formando parte del Gobierno andaluz en la próxima legislatura.

Con esto Moreno Bonilla no solo consigue ensanchar su electorado, que no es poco, también consigue disipar la idea de adelanto electoral que se lleva barruntando desde hace meses. No olvidemos que el presidente tiene que afrontar ahora una negociación seria respecto a la llegada de los fondos europeos y que van a marcar el futuro de Andalucía.

Convocar elecciones en plena negociación sería darle un argumento demasiado poderoso al recién llegado Juan Espadas.

Por un lado, el PP está en pleno rearme, orgánico y político, y necesita tiempo para terminar ambas operaciones antes de presentarse al electorado como la opción moderada que ha construido durante estos años de mandato. Y dentro de ese movimiento orgánico de piezas está el acomodo de los militantes de Ciudadanos, a quienes tendrá que dejar espacio a nivel regional y local.

Sospecho que la pérdida de Granada ha sido un mal menor dentro de la estrategia de la coalición a futuro, en la que cada día se ve más claro que caminan de la mano. Ciudadanos se quita de en medio a un incómodo Luis Salvador y el PP comienza la renovación de los populares de la capital nazarí, dejando la vía libre a la que se presupone será la candidata, la consejera Marifrán Carazo.

Sí, Ciudadanos y PP han perdido la alcaldía de Granada, pero ha sido una apuesta a medio plazo, en la que la ciudad de Granada es la pieza menor que había que sacrificar. De lo que tengo dudas es de que en el PP de Granada estén al tanto de esta cuestión.

Lo que está por ver es si el electorado de la capital granadina seguirá confiando su voto, local y regional, a un partido que no ha hecho otra cosa que utilizar la ciudad como un mero accesorio táctico. Tendremos que esperar para ver el resultado final de la jugada.  

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