Los contenidos de este blog son facilitados por Comisiones Obreras Andalucía
Promesas rotas, juventud con futuro
Se han quedado en la estacada. La juventud andaluza se ha quedado en el limbo del sistema. Se les prometió que si se formaban, tendrían empleo de calidad. Se les prometió que vivirían mejor que la generación de sus padres. Se les prometió que, esforzándose, algún día llegarían a dirigir sus vidas en un contexto de prosperidad.
Los avances en democracia y la lógica del Estado Social que se iba fraguando, y bajo la que nacieron, han permitido que se rompieran muchas barreras, sobre todo, de clase. Así, por primera vez las hijas e hijos de familias trabajadoras accedieron a estudios superiores gracias a un sistema público educativo y becas. Un esfuerzo colectivo que junto al individual del esfuerzo –y familiar- debería marcar su futuro. Eso, les prometieron, les abriría las puertas de las empresas, de ilusionantes proyectos… Nada más igualitario que eso.
Nuestra juventud, la mejor formada de todos los tiempos, cumplió su parte del trato. Ahora el sistema los ha dejado en la estacada. La crisis y las políticas con la que se ha gestionado la misma los ha dejado en la estacada. Y a ningún Gobierno parece importarle retomar las promesas para incorporarlos a una ciudadanía plena. Tanto es así, que a la juventud se le está dando gato por liebre y sólo les está dejando dos cartas para jugar la partida de su futuro: paro o precariedad. Porque tener un trabajo digno, con derechos y seguro sigue siendo clave para poder emprender un proyecto de vida.
Durante estos años, se han sustituido todas esas políticas sociales por políticas neoliberales que no son nada inocentes. La crisis sirvió como excusa para recortar en derechos sociales e imponer unas reformas laborales que han sido como un caballo de Atila con las personas trabajadoras, sí. Pero sobre todo con la gente joven.
Hoy, diez años después del comienzo de la crisis y tras más de cuatro años de recuperación de beneficios empresariales, para la juventud sólo han quedado salarios bajos, infracontratación o contratación fraudulenta y temporalidad (del 56,4%). Si encima eres mujer y joven, todo es doblemente injusto: la precariedad que provoca la temporalidad se agrava con la parcialidad que afecta al 33,4% de las mujeres menores de 35 años, duplicando la parcialidad que sufren los hombres situada en el 15,3%.
Se han llevado a cabo un conglomerado de políticas hostiles, que ni pensaron en las personas jóvenes cuando se impusieron, ni tan siquiera hoy piensan en recuperarlas para restituir sus derechos como parte del sistema; políticas que han provocado que el número de personas jóvenes que trabajan en Andalucía se haya reducido casi a la mitad en diez años, pasando del 1.400.000 a 771.400 y que las condiciones laborales de quienes lo hacen hayan empeorado profundamente. Esto perjudica enormemente sus posibilidades de iniciar un proyecto de vida, más si cabe si se sigue especulando con la vivienda, pues una persona joven tiene que destinar más del 90% del salario al pago de la vivienda. Emanciparse en estas condiciones resulta misión imposible.
Personas disponibles y desesperadas
Pero además, las personas jóvenes han sido presas de una tremenda manipulación del lenguaje que pasó de llamarlos “NiNi”, a decir que tenían sobrecualificación o que eran una generación perdida. Una manipulación interesada y muy bien trazada que sólo busca justificar su estrategia neoliberal: dejar un remanente de personas trabajadoras altamente disponible y desesperada, muy cualificada y devaluada de la que poder tirar en forma de trabajos basura, sin importarle que incluso se jueguen su salud y su vida.
Las reformas laborales, especialmente la del 2012, ha servido para todo esto, dando carta de naturaleza a esta situación de precariedad laboral y vital, que cercenan sus posibilidades y limitan sus opciones de futuro.
Por eso hay que derogar las reformas laborales y devolver la capacidad de articulación a la negociación colectiva sectorial y regular las cadenas de subcontratación diabólicas y sin control. También es necesario planificar desde las políticas públicas, recuperando la inversión productiva, las políticas activas de empleo, configurando un Plan de Empleo Integral para la juventud andaluza, fomentando la vivienda protegida, recuperando y aumentando el presupuesto en educación, en formación profesional, entre otras, pues sólo así restableceremos el contrato social y pondremos en marcha de nuevo el ascensor social.
El reto principal que tenemos como comunidad es el de acabar con los problemas de paro, precariedad, y pobreza juvenil. Por eso, es necesario y urgente que el Gobierno Andaluz se ponga manos a la obra, abandone toda actitud hipócrita y asuma que la mayor parte de las personas jóvenes no se hacen “autónomas” por vocación, sino que trabajan por cuenta propia por necesidad y, en el caso de las llamadas plataformas digitales y empresas de economía colaborativa, por obligación. Prueba de ello y del trabajo del sindicato por desmontar el falso mensaje de una creciente voluntad emprendedora la encontramos en casos como el de Deliveroo, donde la Justicia ha estimado una demanda en la que CCOO era parte de la acusación, y ha declarado que las 530 personas –y demandantes- que trabajan de repartidores tenían una relación laboral con la compañía.
Si de verdad se quiere apostar por el crecimiento económico y social de este país y de nuestra comunidad, hay que mirar a quienes se quedaron esperando el fin de la crisis con esperanza. Una sociedad justa no puede mirar al futuro castigando a quienes tienen el reto de llevarlo a cabo y materializarlo. Por eso, para CCOO, ante las promesas rotas a una generación no vale resignarse, y sólo cabe organizarse y defender los derechos.
Sobre este blog
Los contenidos de este blog son facilitados por Comisiones Obreras Andalucía