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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

Legumbres, ¿solución a problemas ambientales?

csic

Manuel Cantos

Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (IRNASE/CSIC) —

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El año 2016 ha sido declarado por la FAO Año Mundial de las Legumbres. Esta designación viene motivada por una serie de causas. La primera se debe a las características nutricionales de los individuos de esta familia: elevados aportes de proteínas, carbohidratos, fibra, minerales y vitaminas que, además, previenen enfermedades como anemias, intolerancias alimentarias, hipercolesterolemia, diabetes, obesidad, hipertensión y malformaciones en determinadas fases del desarrollo embrionario. Por ello, las legumbres son la segunda familia en importancia, tras los cereales, en la agricultura mundial y esenciales en la alimentación humana desde milenios, así las lentejas (Lens culinaris) originarias de territorios próximos a la actual Irak, se cultivan desde hace 9000 años a.C..

Recuérdese el pasaje bíblico relativo a la venta de la primogenitura de Esaú a Jacob por un plato de lentejas (Génesis, 25:27-34). Actualmente las legumbres son componentes básicos de la Seguridad Alimentaria, término definido por la FAO como “la posibilidad en todo momento de acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer las necesidades alimenticias y las preferencias alimentarias para llevar una vida activa y saludable”. Estos objetivos no se alcanzan debido al hambre crónica que padecen 800 millones de personas en el mundo. Además, para el año 2050, se prevén nueve mil millones de habitantes en el planeta, lo que obligará a incrementar en un 70% la producción agrícola.

No obstante, no sólo las propiedades citadas justifican la dedicación de este año a esta familia por la FAO. Las legumbres ofrecen soluciones a grandes retos de nuestro planeta desde el punto de vista medioambiental.

Disminución de las emisiones de CO2

Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en el período 1981-2010 la media de temperaturas máximas en Andalucía se incrementó en cinco grados y la de las mínimas en tres. Las principales causantes de este calentamiento son las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), como el CO2, a las que agricultura y la explotación forestal contribuyen con el 15%. Las legumbres poseen la capacidad de albergar en sus raíces bacterias en estructuras denominadas nódulos.

Durante el desarrollo de la planta en niveles elevados de CO2, los nódulos retiran de la atmósfera importantes cantidades de carbono. No obstante, la principal característica del nódulo es la fijación del nitrógeno atmosférico que las bacterias transforman en amonio, fuente de nitrógeno para la planta, que en un típico proceso simbiótico ofrece a la bacteria un hogar y un suministro de energía constante. Así, las legumbres pueden añadir entre 30 y 40 kg de nitrógeno por hectárea de terreno. En consecuencia, las legumbres no necesitan abonos nitrogenados, por tanto, la emisión de GEI derivados de la fabricación y empleo de estos abonos, junto a una mayor absorción de CO2, redunda en una significativa disminución de las emisiones.

La FAO (2002) indica que de los aproximadamente 1400 millones de Km3 de agua existente en nuestro planeta, el 97.5% es salina, si consideramos que el 1.76% es agua dulce secuestrada en glaciares o casquetes polares y el 0.77% aguas subterráneas de extremadamente difícil acceso, tenemos que el agua dulce disponible es el 0.01% y distribuida muy irregularmente siendo extremadamente escasa en gran parte de África, Asia y Centro y Sur de América.

Las leguminosas necesitan menos agua para su desarrollo que otras fuentes de proteínas. Según la FAO (2016) para obtener 1 kg de lentejas hacen falta 50 litros de agua, mientras que para obtener el mismo peso de pollo se necesitan 4325 litros, 5520 para el caso del cordero y hasta 13000 litros para obtener 1 kg de carne de ternera, las cifras no necesitan más comentarios. Además las leguminosas son de crecimiento lento durante sus primeras etapas permitiendo a los cultivos aledaños arraigar y florecer, combatiendo la erosión y agotamiento del suelo.

Alimentos de larga conservación

Asimismo, no se debe olvidar que 10 gramos de suelo maduro albergan 1016 microorganismos que se benefician directamente de las leguminosas disponiendo de nitrógeno y de hasta 5000 litros por hectárea y día de hidrógeno. Por otro lado, hasta un tercio de los alimentos producidos para consumo humano se pierden o se desperdician. Las legumbres son alimentos de larga conservación, lo que significa que, una vez almacenadas, pueden durar años sin perder su valor nutricional.

A pesar de ciertas tendencias sociales que menoscaban las evidentes ventajas alimenticias de las legumbres, considerándolas alimento de rango social bajo frente a la proteína cárnica, los argumentos expuestos en materias medioambiental, nutricional y sanitaria priorizan claramente su cultivo y consumo.

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