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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

Lianas: las plantas que conquistaron el cielo y ayudaron a Tarzán

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En la cultura popular, hay dos cosas imborrables de Tarzán: su infinito grito y sus ágiles movimientos por la canopia de los bosques prendido a una liana. Lo primero puede ser atribuido solamente a la especie humana, pero ¿y lo segundo? ¿Es posible desplazarse por lianas o es tan solo una invención conveniente a la leyenda del niño-mono? Para contestar a esta cuestión parece evidente que deberíamos primero preguntarnos ¿qué es una liana? Este relato pretende ahondar en el escaso conocimiento de plantas que son esenciales en nuestros ecosistemas, pero todavía muy enigmáticas: las plantas trepadoras.

Las lianas han despertado la fascinación de científicos, exploradores y contadores de historias a lo largo de los siglos, por poseer un halo misterioso que ha alimentado la ciencia (real y ficción). Un claro ejemplo lo constituye la clásica película de Tarzán, en la que un joven salvaje se desplazaba a gran velocidad saltando de una copa de un árbol a otra ayudado por la flexibilidad de las plantas trepadoras colgantes. 

¿Qué es una planta trepadora?

¿Qué es una planta trepadora? Es aquella que, a pesar de crecer metros y metros de longitud, no es capaz de sostenerse por sí misma, tal y como lo hacen, por ejemplo, los árboles con sus gruesos troncos. La pregunta que surge es si esa particularidad supone algo ventajoso para estas plantas, y esta misma pregunta se la planteó Darwin en el siglo XIX, partiendo de la mera observación: desde un punto de vista de balance de energía, la aparente incompetencia de estas plantas para crecer en altura se basa en una optimización de recursos, es decir, en lugar de gastar la gran cantidad de energía que los árboles utilizan en desarrollar troncos para su sustento, lo invierten en producir muchas más hojas. De este modo, las lianas se sostienen generalmente en árboles, rocas o cualquier estructura sólida y alta, donde las fábricas de nutrientes, que son las hojas, pueden acceder a su recurso principal: la luz. Mientras que la cuestión del soporte está solventada, ¿cómo pueden hidratar esa gran cantidad de hojas? La respuesta la han proporcionado décadas de estudios fisiológicos en lianas pertenecientes a varios ecosistemas. Todas ellas comparten vasos conductores del agua de mayor tamaño, maximizando así el transporte de agua en un espacio de tallo mínimo. 

Podríamos pensar que las lianas son “errores” o “raras avis” de la evolución, y que no tienen tanta importancia como los árboles. Sin embargo, esto dista mucho de lo que dicen la mayor parte de evaluaciones científicas, que, a través de mediciones muy precisas, ha desmontado este mito. Las lianas constituyen una parte importantísima de la cobertura vegetal de los bosques, que pueden suponer, en los trópicos, hasta cerca de la mitad de la biomasa aérea. Su función en los bosques es esencial para la protección, ya que tejen una especie de telaraña que une a los árboles en altura, protegiéndolos contra huracanes, ciclones o tormentas, por ejemplo. Tarzán se aprovechó de esta red para poder desplazarse más rápido que cualquier animal terrestre, pero ¿sería creíble el transporte de este modo? Para poder razonarlo, hemos de girar la mirada hacia una fascinante rama de la ciencia: la biomecánica, que estudia las propiedades físicas de los compuestos naturales tales como la madera. Las lianas poseen una característica que las hace prácticamente mágicas, que es la capacidad de torsión. Los giros a los que somete su delgado tronco, además de abrazar árboles para sostenerse, le confieren una robustez inigualable, y, por tanto, soportan el gran peso que supone su canopia sin “resbalarse” hacia abajo. Esta inteligente apropiación de la física es además asimétrica: hacia abajo no se contrae, pero si las estiramos son flexibles. Y ésta flexibilidad es de la que se aprovechaba Tarzán con los extremos de las lianas que cuelgan de las ramas.

Hay lianas que nos dan alimentos muy importantes, como los kiwis, o la fruta de la pasión, entre otras muchas. Otras lianas nos ofrecen sus raíces para consumo humano, como la batata

Las personas más curiosas que han llegado hasta esta parte asumirán que las lianas surgieron después de los árboles y, aunque esto es verdad en parte, no está claro todavía si las primeras plantas con flor eran lianas o no. En nuestro último trabajo (en el IHSM-La Mayora) estudiamos la primera liana más primitiva que se conoce de entre las plantas con flor, perteneciente a un linaje ancestral, y que solamente crece en los bosques tropicales de Australia. En éste hablamos de cómo se transportan los nutrientes desde las hojas al resto de la planta, pero además sugerimos que, en su búsqueda constante por la luz, las primeras plantas con flor podrían haber sido lianas. De hecho, podría ser una solución muy sencilla en un entorno dominado por plantas arbóreas de un gran porte (como los grandes pinos), muchas de ellas ahora extintas, que generaban un sotobosque sombrío. Aunque esto no se puede demostrar porque, desafortunadamente, todavía no se conocen fósiles de esa familia de plantas para poder comparar.

En cualquier caso, las lianas son plantas que miran al cielo, buscan el sol. Hay lianas que nos dan alimentos muy importantes, como los kiwis, o la fruta de la pasión, entre otras muchas. Otras lianas nos ofrecen sus raíces para consumo humano, como la batata. Pero sin duda, la liana que más ha atraído e influido la trayectoria de la especie humana es la vid, y lo sigue haciendo. Pero esto, para otro capítulo.

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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

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