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El mural ‘insultante’ realizado por niños el 4 de diciembre de 1980 que desató la polémica

Los chavales que pintaron el polémico mural posan ante su obra junto a su profesora.

Alejandro Luque

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Fue solo un episodio más de los años de transición a la democracia y lucha por las autonomías, una anécdota, tan simple como reveladora, que podría haber caído para siempre en el olvido: un mural realizado por niños de un barrio sevillano que desató una sonada polémica que se reflejó en las páginas del ABC. El hallazgo de unas imágenes en Super 8 del proceso de aquella obra, como parte del trabajo que el proyecto La Digitalizadora, en el barrio de San Diego, trae al presente un momento en el que las tensiones políticas eran enormes y cualquier chispa podía encender a la opinión pública.

La labor que viene realizando La Digitalizadora consiste en la recuperación de la memoria de los vecinos a través de sus propios documentos, ya sean textos, fotografías o cintas de vídeo y películas  domésticas, que son convenientemente restaurados y clasificados. Hasta la fecha, los responsables han recopilado más de 1.500 documentos fotográficos y de texto, y más de 200 horas de documentos audiovisuales, incluyendo tres horas de película en Super 8. Ahí apareció la pieza del vecino Eugenio Sánchez Chaparro, que en ese momento era el director del centro Hermanos Machado, el colegio del barrio.

“Una característica del Hermanos Machado, a pesar de las dificultades y carencias de los centros públicos de la época, era un equipo educativo muy voluntarioso y una gran implicación del AMPA”, señala Óscar Clemente, miembro de La Digitalizadora, quien ha encontrado vídeos de aquel momento que muestran una unidad didáctica con los alumnos de 6º de EGB que era un análisis socioeconómico de su barrio y una comparativa con un barrio rico de la ciudad, como Los Remedios, o una plantación de árboles en el patio del colegio. “Anteriormente a la plantación, el equipo del cole y el vecindario decidieron ampliar el pequeño patio que tenían e incorporaron, tirando ellos la valla y volviéndola a construir, 800 metros cuadrados”, agrega.

'Los peces gordos'

Pero el hallazgo estrella ha sido sin duda el del vídeo del mural conocido como Los peces gordos. “Esa historia nos llegó al principio del proceso por un vecino que tiene una gran colección de recortes de periódico del barrio. Sabíamos de la polémica en el ABC, pero poco más”, recuerda Clemente. “Hasta que casi al final del trabajo apareció Don Eugenio con sus rollos de Super 8 del cole y allí estaba la pintada. A partir de ahí, localizamos a sus protagonistas y les propusimos que compartiesen sus recuerdos con mensajes de voz, ya que era complicado encontrarse en persona”.

Baldomero Pérez Gabella, uno de los niños que participó en el citado mural, no quiso volver a ver las imágenes antes de grabar su testimonio, para no contaminar sus recuerdos. Ello le lleva a algunas imprecisiones, como afirmar que estaban solos –cuando puede verse Torneo llena de gente– o que pintó un señorito a caballo, que no aparece en la obra. Sí tiene clara, en cambio, la motivación que les impulsó: “Sabíamos lo que era el centralismo, y cómo nuestra tierra había sido históricamente olvidada por los gobiernos de Madrid. Estábamos en pleno movimiento ciudadano por una autonomía plena”.

“El mural es el resultado de muchas de las actividades que se realizaron el Día de Andalucía”, recuerda la profesora María Antonia Ordiales. “No queríamos quedarnos en la mera exposición de los tópicos, sino profundizar en algunos de los problemas más graves de nuestra tierra, la pobreza y el paro. Cada niño y cada niña expresaron lo que entendieron de dicho debate a través de un dibujo”.  

Señoritos a Madrid

Una primera viñeta mostraba a unos campesinos trabajando la tierra en lo que parecía un latifundio. En la segunda, esos mismos campesinos se manifestaban con consignas como “¡Andaluces, pedid tierra! Fuera los peces gordos”. En la tercera, pintaban la tierra con los colores de la bandera andaluza mientras se veía al señorito subido en un automóvil en dirección “a Madrid”. “Recuerdo perfectamente aquello”, dice José Luis Ortiz Nuevo, entonces delegado de Cultura del consistorio hispalense. “La delegación de Cultura celebró ese día, y qué mejor que los colegios para hacerlo”.

“Una vez realizado el mural, el jurado nos aconseja que borremos parte de esos eslóganes, porque piensan que es demasiado político, que esas consignas que pueden molestar… Se habla con el alumnado, éste decide no borrarlo, y quedamos descalificados”, evoca la profesora. 

Para Ortiz Nuevo, la complicación del asunto derivó de “una cabezonería del ABC”, que se hizo eco del mural con el titular El niño se pasó. En otra publicación, bajo el rubro Sembrando odio, se acusaba a los profesores del centro de manipular a sus alumnos “con tanta fuerza que ni siquiera el ruego de los organizadores del concurso fue capaz de hacerlo desistir”, de modo que ahí quedaron aquellas “frases insultantes contra una clase social”.

“Recuerdo que pasé un poco de miedo. Pensaba que nos iban a meter en la cárcel, o que íbamos a tener un follón”, apostilla Baldomero. Al poco tiempo, el mural desapareció de la calle Torneo y cayó, como tantas otras cosas, en el olvido.    

 Imágenes y testimonios

“Para nosotros la pieza representa muy bien el tipo de trabajo de memoria colectiva que queremos hacer y por qué recopilar imágenes y testimonios a la vez, cosa que rara vez se consigue en los trabajos de archivo”, comenta Clemente. “Es como un mosaico romano: dos minutos de metraje en super 8 doméstico en los que acaba colándose un acontecimiento que refleja el ambiente político de la España de la transición y que podemos reconstruir 40 años después gracias a la memoria de sus protagonistas. Pero también nos invita a reflexionar sobre la actualidad: no hace falta decir que la polémica de los peces gordos de hace 41 años conecta con los pines parentales del presente”.

Cabe recordar que el proyecto San Diego, memorias de la periferia urbana fue realizado conjuntamente con la AVV Andalucía de San Diego y con el apoyo del Banco de Proyectos del ICAS. En la pieza han colaborado desinteresadamente profesionales del audiovisual como Carlos Pérez Valero en el sonido e Ysabel Castro en el grafismo.

La labor de La Digitalizadora, en todo caso, continúa. “En la actualidad seguimos trabajando de forma voluntaria y ya disponemos de una estación comunitaria (más de 25 donantes que nos han cedido viejos reproductores) de digitalización multiformato que hemos instalado en un local que nos ha cedido por un año el Centro Cívico Hogar San Fernando de Sevilla”, concluye Óscar Clemente.

“Ahora estamos trabajando en una colección de grabaciones en Super 8 de la activista de Mujeres de Negro Mireya Forel, en una colección de una experiencia de reforma educativa en las minas de Riotinto a principios de los 70, en la colección del Movimiento de Objeción de conciencia de Sevilla, Tenerife y El Puerto de Santa María, y acabamos de comenzar un proceso de recopilación de Memoria vecinal como el de San Diego, esta vez en La Bachillera y con apoyo de Factoría Cultural”. 

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