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La Digitalizadora: cuando tus cintas de vídeo doméstico son un archivo histórico

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Alejandro Luque

Sevilla —

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Hay una Historia grande, con mayúsculas, que –se dice– escriben los vencedores. Y una historia pequeña que escribimos entre todos. Y que a veces viene contada de formas que pasan desapercibidas, a las que el tiempo da un valor insospechado. Por ejemplo, las fotografías o las cintas de vídeo, esas que yacen arrumbadas en tantos cajones y armarios trasteros. Ahí es donde ha encontrado un tesoro el proyecto La Digitalizadora.

(Vídeo para animar a los vecinos a colaborar con La Digitalizadora)

Lo cuenta su responsable, Óscar Clemente. “Queríamos dar una respuesta a la desaparición de la memoria analógica. Somos conscientes de que se está perdiendo mucho material, sobre todo los soportes magnéticos, que caducan, o para los que la gente ya no tiene equipos de reproducción. Ya sabes: grabé algo en Super 8 hace décadas, pero ya no tengo cómo verlo y acabo tirándolo”, explica.

“Hay instituciones que ya consideran relevante estas grabaciones, pero lo cierto es que nadie se está haciendo cargo de ellas”, prosigue Clemente, realizador audiovisual de profesión y experto en este tipo de rescates. “Lo interesante aquí es que ha sido en el último tercio del siglo XX cuando la gente ha tenido un acceso masivo a los registros audiovisuales, primero con cámaras de Super 8, luego con vídeos Beta… y muchos movimientos sociales han registrado de ese modo sus actividades”.

200 horas de memoria

Así ha sido como La Digitalizadora de la Memoria Colectiva, su verdadero nombre, con el respaldo del Banco de Proyectos del Instituto de la Cultura y las Artes (Icas) del Ayuntamiento de Sevilla, ha puesto en marcha un proyecto piloto titulado San Diego, Memorias de la Periferia Urbana, centrado en dicha barriada. En ella se han recopilado hasta la fecha más de 1.500 documentos fotográficos y de texto, y más de 200 horas de documentos audiovisuales, incluyendo tres horas de película en Super8.    

En la empresa se han implicado gente jubilada que aporta su memoria y su tiempo, junto a profesionales del sector audiovisual y hasta de la archivística. “Son personas que trabajan cada día en dar contexto a imágenes de, pongamos por caso, el siglo XIX. Aquí hacen lo mismo, con la ventaja de que hay memoria de personas vivas que colaboran de forma muy valiosa”.

(Este proyecto surge a partir de un conjunto de 15 fotos de una Primera Comunión Colectiva en el barrio de los carteros que envía una vecina al grupo de whatsapp del proyecto)

El proyecto, que arrancó a la vuelta del verano aprovechando la tregua pandémica, ha logrado hasta ahora que se sumen el Centro de Personas Adultas San Diego-Los Carteros, de la Guardería San Felipe Neri y del CEIP Hermanos Machado, e integrantes de las agrupaciones Asociación Infantil-Juvenil Aire Libre, la Asociación Cultural y Ecologista Comité Pro Parque Educativo Miraflores y la AVV Andalucía de San Diego. “Asimismo, la Fototeca Municipal nos ha proporcionado una colección de fotos del barrio, que examinamos y les devolvemos con una ficha mucho más detallada de la que tenían, incluso con datos corregidos”, apunta Óscar Clemente.

Además de la digitalización, el proyecto contempla la restauración de los documentos para evitar así el riesgo de su desaparición, que es aún mayor en el caso de los audiovisuales debido a la fragilidad y obsolescencia de los formatos de grabación y reproducción. Y no se puede olvidar la iniciativa Tablet-matón, “un software que ves en una Tablet y permite grabar a la gente comentando las fotos que les mostramos. Empezamos instalándolo en la calle, pero al final descubrimos que el mejor sitio es la peluquería, porque por allí pasan muchos vecinos y tiene un tiempo de espera”.

Movimientos sociales

Así, muy pronto han empezado a salir a la luz los tesoros. Por ejemplo, la creación de la AVV Andalucía de San Diego, la Velá de Los Carteros como inicio de las numerosas velás posteriores de San Diego, o el nacimiento de la Guardería San Felipe Neri como la primera institución creada en el barrio para dar respuesta a la falta de plazas de guardería allá por los años 70, y que a día de hoy sigue funcionando como centro de educación infantil.

“También ha salido a flote la historia de la gestación del Parque de Miraflores, que era una escombrera y acabó en la gestión de los primeros huertos escolares de España”, añade Clemente. “O cómo se montó el centro de adultos en una barriada en la que el 60 por ciento de las mujeres, según una encuesta de la época, no sabían leer ni escribir. Ahí se aliaron gente que venía de la CNT con comunidades cristianas de base para dar forma a un modelo que desde 1989 la Junta de Andalucía acabó haciendo suyo. Y como no había folletos para las mujeres que podían estar interesadas, rodaron una especie de documental explicando lo que hacían, que también hemos incorporado”.

Y sobre la marcha han ido apareciendo más materiales, desde los relativos al movimiento de objeción de conciencia de Sevilla hasta una película de Nonio Parejo sobre el primer ayuntamiento democrático de la ciudad, “en la que los concejales de urbanismo dicen todo lo que no podía ocurrir bajo ningún concepto… y ha acabado ocurriendo”. O una grabación del ingeniero Ramón Fernández Durán, procedente del ecologismo, que anticipa con muchas décadas todos los problemas de transporte que iban a tener las grandes ciudades.

Como un mosaico romano

La culminación del proyecto San Diego, Memorias de la Periferia Urbana consistirá en fletar un carrito, simulando a los que llevan los traperos atados a sus bicicletas, en el que instalarán un proyector y unos altavoces para proyectar algunos de los documentos rescatados, así como un par de sesiones de refotografía –fotos de las fotos–, aunque para ello habrá que esperar a que la pandemia de la Covid-19 afloje un poco.

Evidentemente, la tarea que plantea La Digitalizadora es infinita. El suyo es solo un intento de llamar la atención sobre un fenómeno de nuestro tiempo, y de generar una metodología replicable. “Nos da mucho miedo de que parezca que somos lo que no somos, no podemos recibir miles de cintas para restaurarlas y clasificarlas”, advierte Clemente. “Si por ejemplo hay un grupo que decide montar algo parecido en Sanlúcar, que tengan una guía del proceso. Lo importante es que no ocurra como con la Guerra Civil, que nos pusimos a trabajar cuando ya se había muerto todo el mundo. Para nosotros una Super 8 de tres minutos es como un trocito de mosaico romano, pero con gente dialogando sobre ello que ha vivido el asunto”.

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