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Henri Malosse: “Se necesita una unión ciudadana para contrarrestar el peso de los lobbies en Europa”

Henri Malosse: “Se necesita una unión ciudadana para contrarrestar el peso de los lobbies” en Europa

Miguel A. Ortega Lucas

Henri Malosse (Montpellier, 1954) ha comenzado este miércoles su visita oficial a España –hasta el viernes– reuniéndose por separado tanto con el presidente Rajoy como con los ministros de Economía (Luis de Guindos) y Empleo (Fátima Báñez) donde ha abordado con ellos, principalmente, tanto las inminentes elecciones al Parlamento Europeo como las cifras de paro en nuestro país. Un sombrío panorama con unos protagonistas “prioritarios” para Malosse: los jóvenes que, según previsiones de Bruselas, serán en España donde más indiferencia mostrarán hacia los próximos comicios europeos.

El presidente del Comité Económico y Social –órgano consultivo de la UE que aglutina tanto a empresarios como a activistas sociales y cuyo cometido principal es “servir de puente entre las instituciones” comunitarias y la sociedad–, en el cargo desde abril de 2013, asegura haber defendido desde entonces que Europa “ponga en marcha un plan de acción de gran alcance” para paliar el desempleo entre los jóvenes. También considera urgente recuperar Europa para sus ciudadanos mediante los principios originarios de la Unión.

¿Podría explicar, sucintamente, cuáles son las funciones del Comité Económico y Social Europeo?

El CESE es la institución que representa a la sociedad civil organizada ante la UE. Sus 353 miembros, que defienden una gran variedad de puntos de vista de diferentes áreas de interés, son personas cuyos trabajos tienen un vínculo real y cotidiano con lo que está ocurriendo en sus respectivos países. Trabajan junto con nuestro staff para investigar y proponer soluciones a una serie de cuestiones de muchos tipos, siendo el canal de información para que las expectativas de los ciudadanos se escuchen en la UE.

Parece ser que en España crece la desafección hacia la política no sólo respecto al entorno nacional, sino también al comunitario: se prevé una participación alarmantemente baja en las próximas elecciones a la Eurocámara; muchos españoles no tienen claro para qué existe todo el aparato burocrático de Bruselas.

Sí, lamentablemente Europa está sufriendo un déficit democrático, y sus ciudadanos viven con la sensación de que las instituciones ya no son capaces de escucharlos. Las decisiones políticas que nos han llevado sistemáticamente hasta aquí pueden explicar este sentimiento natural de desencanto. Los jóvenes de hoy tienen muchas preguntas cuando se trata de Europa y son los españoles, de entre todos los europeos de su generación, los que menos se prevé que se tomen la molestia de ir a votar en estas elecciones. Uno de los mayores problemas de Europa es la desilusión con la política, cosa que va in crescendo. Pero es obligación de las instituciones europeas el escuchar las preocupaciones de los ciudadanos. Nosotros, como líderes, debemos demostrar que Europa y sus instituciones pueden ser realmente útiles para la ciudadanía. He trasladado continuamente este mensaje al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.

Quizá lo planteado en la pregunta anterior tenga que ver también con la sensación generalizada de que las instituciones (incluso las europeas) son en el fondo títeres de los poderes financieros. ¿Qué diría a los ciudadanos que creen que esto es así?

Tienen razón. Se necesita una unión de los ciudadanos para contrarrestar el peso de los lobbies privados y los intereses empresariales. Los ciudadanos esperan de Europa mucho más que un gran mercado abierto. Ellos sueñan con vivir en una Europa capaz de defenderlos y defender sus modelos sociales.

¿Qué opinión personal le merecen las políticas de austeridad impulsadas por Bruselas y por la mayoría de Estados miembros? ¿Cree que ayudarán a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos durante los próximos años?

Una simple política de austeridad no es constructiva para ninguna de las partes. Los ciudadanos han soportado el peso de las dificultades y han sufrido la austeridad, y todavía se preguntan si mañana será peor que hoy. En el CESE pensamos que para convencer a la gente de que vuelvan a querer a Europa otra vez, Europa tiene que volver a sus inicios, tiene que volver a servir a sus ciudadanos. Los esfuerzos que se requieren deben ser más equitativamente distribuidos y deben centrarse en torno a un objetivo: el empleo. Tenemos que centrarnos en los jóvenes, que tienen muchas dificultades respecto a este punto.

Se reúne con el presidente del Gobierno español y algunos de sus ministros: ¿qué es lo que les sugiere para paliar el problema, cada vez más dramático, del desempleo juvenil?

El desempleo juvenil se ha disparado desde menos del 20% a más del 50% en el espacio de ocho años, y ahora una generación entera está luchando para salir adelante. Desde el momento en que empecé mi presidencia, he estado luchando para que Europa haga del desempleo juvenil su prioridad. Yo escucho lo mismo en Grecia como en Lituania o Bélgica. La principal aspiración que une los jóvenes no es 'conseguir un trabajo', sino hacer lo que les gusta hacer, perseguir sus sueños. Y depende de nosotros darles la posibilidad de hacerlo. Europa podría lograrlo si fuera más ambiciosa en sus proyectos, tales como la Garantía Juvenil, que podría darles ayuda práctica para acceder a puestos de trabajo o de formación. Educación y formación –de alta calidad, accesible y orientada hacia el mundo profesional– deben ser centrales en nuestros esfuerzos.

Se anuncia ya con triunfalismo el inicio de la recuperación, pero en España vuelve a hablarse del ladrillo como prioridad para impulsar la economía, cuando fue precisamente la burbuja inmobiliaria una de las principales razones de la debacle. ¿Qué caminos de crecimiento (sostenible) cree usted que deberían tomarse para no vernos en las mismas circunstancias pasado un tiempo?

España, y Europa, deben aprender de sus errores. Necesitamos prioritariamente reindustrializar nuestra economía, con el fin de crear trabajos sostenibles. Durante décadas, Europa no ha defendido plenamente su industria a nivel mundial. Además de fomentar el espíritu empresarial y la innovación social, hay que aumentar la parte de la industria al 20% del PIB europeo en 2020, así como apoyar a las nuevas industrias emergentes. Al mismo tiempo, deberíamos invertir el 3% del PIB en I + D para poder asegurar nuestra fortaleza económica de cara al futuro.

Sabemos que ha seguido usted de cerca la reciente crisis en Ucrania. El pasado 13 de marzo, la canciller alemana amenazaba a Moscú con “daños políticos y económicos masivos” desde la UE si no cambiaba su postura hacia esa región. Es una pregunta difícil, pero: ¿qué opinión le merece que la señora Merkel amenace a Rusia –independientemente de las razones– en nombre de todos los Estados miembros? ¿No ahonda esto en la impresión de que no hay un liderazgo fuerte en Bruselas, y es en realidad Berlín quien toma las decisiones?todos

Creo firmemente que no deberíamos haber llevado a Ucrania a elegir entre Rusia y la UE. Esto fue un error. Estuve allí en diciembre y luego en enero, y creo que podría lograrse una solución mediante el diálogo. Es por ello que hemos puesto en marcha un proyecto de diálogo tripartito entre las sociedades civiles de Ucrania, la UE y Rusia. Rusia comparte algunos de los valores europeos y podemos construir sobre esto. Alemania es un líder económico europeo y es natural que tenga un papel importante. Sin embargo, somos una Europa de 28 Estados y deberíamos tomar decisiones con el pensamiento de todos. Europa y sus ciudadanos necesitan encontrar a un actor capaz de defenderlos. Eso va para los asuntos internos, como la economía, pero también para las relaciones comerciales y exteriores.

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