Los botellones de Sevilla no se han ido de vacaciones

Imagen de archivo de un botellón

Javier Domínguez Reguero

Sevilla —

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A finales de julio y ante el aumento de los rebrotes, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, apuntó a la “irresponsabilidad” de mucha gente joven que sigue reuniéndose sin mascarilla y sin guardar la distancia de seguridad. Las concentraciones en el espacio público para hacer botellón son habituales a pesar de que esta práctica está prohibida en Andalucía desde la publicación de la Ley 7/2006, conocida como la “Ley Antibotellón”, en octubre de 2006. Con el cierre de los establecimientos de ocio nocturnos decretado por el Ministerio de Sanidad, impedir la realización de esta actividad “insalubre, nociva y peligrosa” es otro desafío más para las administraciones públicas.

Más allá de la ingesta de cantidades importantes de bebidas alcohólicas, el impacto acústico y los problemas de convivencia ciudadana, el botellón supone, en tiempos de coronavirus, un riesgo de nuevas infecciones. Por ello Moreno busca la “prohibición casi total” y el marco legal que permita el cierre de aquellas zonas habilitadas para este tipo de práctica, como los llamados botellódromos. Sin embargo, estas reuniones no sólo se producen en estos espacios y se desperdigan por las ciudades provocando escenas que desde el Ministerio que dirige Salvador Illa se pretenden evitar. De producirse un contagio se haría “más difícil identificar los contactos”. El ministro no vaciló: “[el botellón] está prohibido e insto a las autoridades a aplicar de forma estricta las sanciones previstas”.

En Sevilla, desde el final del estado de alarma, la Policía Local ha incrementado sus inspecciones de establecimientos y de consumo de alcohol en la vía pública. A esto se le ha sumado un refuerzo en el control del uso obligatorio de las mascarillas. Pero distintas plataformas vecinales siguen denunciando los botellones característicos de las noches de verano.

Foco de contagios

Botellón y Alfalfa son sinónimos para muchos de los vecinos de esta zona céntrica de Sevilla. Famoso por sus bares, el barrio sucumbe al ocio nocturno en una ciudad que es “proclive al consumo de alcohol al aire libre”, como expresa la procuradora de Tribunales, Silvia De Carrión. Esta vecina, que además es la portavoz de la plataforma vecinal Alfalfa Degradada, lleva años pugnando para solventar una situación que “ha existido desde siempre” y que el Consistorio hispalense no alcanza a dar solución. “La colaboración con Emergencias de Sevilla es nula. No atienden al teléfono porque supongo que están desbordados”, dice De Carrión.

La zona, hoy con menos presencia de estudiantes internacionales y de turistas, es un lugar clásico de concentración de jóvenes sevillanos, pese a la actual clausura de los bares. “Pero hay uno que vendía lotes para hacer el botellón”, apunta la portavoz de Alfalfa Degradada. “Esto es incompatible con la Ley Antibotellón y con la emergencia sanitaria. En estas reuniones de jóvenes, que pueden ser asintomáticos, se favorece la transmisión del coronavirus a sus abuelos y a sus padres”, dice De Carrión que califica el botellón como “un caldo de cultivo para el coronavirus”.

Situación de hartazgo

El botellón en verano no entiende de calendario. Lo mismo da un martes que un sábado. El pasado lunes 10 de agosto los vecinos de los alrededores de la calle Feria volvían a levantarse con las huellas de la noche anterior. La plaza Calderón de la Barca, junto al mercado, estaba llena de botellas. El olor a orín también es habitual a las espaldas de la iglesia de Omnium Sanctorum. Las denuncias de la asociación de vecinos de la calle Feria, plaza Calderón de la Barca y calle Amargura sirven de poco. Se sienten desamparados y las llamadas al servicio de Seguridad y Emergencias local no dan resultado. “La policía amablemente nos dice que vienen todas las noches, y nos consta, pero si no hay multas, es el juego del gato y el ratón”, manifiestan en sus redes sociales.

Según fuentes del Ayuntamiento, la Policía Local atendió 59 avisos por consumo de alcohol en la vía pública y 40 por molestias ocasionadas por el exceso de ruido durante el pasado fin de semana. Además, interpuso 115 denuncias por esta práctica y por no utilizar la mascarilla y clausuró 4 establecimientos, uno de ellos por incumplimiento de las medidas de seguridad ante la covid-19. Pero los vecinos reclaman el cumplimiento del régimen sancionador porque la presencia policial sólo tiene un efecto disuasorio parcial y los jóvenes regresan posteriormente al lugar de encuentro.

Las aglomeraciones para consumir bebidas alcohólicas en los espacios públicos, junto con el incumplimiento del uso de la mascarilla y la distancia social, se producen también en otros puntos de la ciudad. En la zona de la Macarena, el botellón está relacionado con los establecimientos de ocio nocturno. “Ahora está parado porque han cerrado las discotecas, pero bordeando el río hay botellas por la mañana cuando paso con la bicicleta”, dice Luis de Paz Aguilar. Este vecino además expone una escena habitual de su área: “Hay grupos bebiendo de las mismas botellas y después, al amanecer, los indigentes del centro de acogida se beben los culillos que dejan. El descontrol está servido”.

En la barriada de El Cerezo están “hartos de la actitud incívica” de muchos conciudadanos. Hacen hincapié en aquellos bares que “hacen lo que quieren” y siguen vendiendo alcohol de forma ilegal. El reguero de botellas de cerveza vacías y rotas se repite cada mañana por las calles de este barrio en el norte de la capital andaluza. “Seguimos en la misma línea, hasta más de las 4 de la mañana. Llamas la atención y nada. Y llamas a la policía local y menos todavía. Ni vivir ni convivir, así no se puede. Y la ciudad medio vacía”, se quejan.

La vuelta de vacaciones

Más de 600 denuncias por consumo de alcohol en la vía pública y por no utilizar mascarillas en el marco de las actuaciones nocturnas se han impuesto desde mediados de julio, según el Consistorio sevillano. “Aunque las quejas por botellona han disminuido, entre otras cosas por la presión policial, seguimos siendo beligerantes contra estas concentraciones de jóvenes que, además de no respetar la prohibición de consumir alcohol en la calle, ponen en riesgo la salud”, expresó recientemente el delegado de Gobernación y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla, Juan Carlos Cabrera.

La reducción de los avisos no pone fin a un dispositivo policial que se desarrolla cada fin de semana. Pero muchos vecinos temen el regreso de las vacaciones, así como el inicio del curso universitario. De Carrión propone una campaña de concienciación contra el alcohol mientras que el Gobierno municipal reitera que actuará para garantizar el descanso y contribuir al cumplimiento de las medidas de seguridad e higiénicas en septiembre. “Este refuerzo no solo se mantendrá este año sino que también se intensificará, tanto en lo que respecta a las concentraciones de jóvenes como en el control de establecimientos, para evitar la propagación de la covid-19 ligada al ocio nocturno”, explican desde el Ayuntamiento.

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