Comprar, andar, ver series
Andar, comprar, ver series y pelis. El móvil, antes llamado smartphone, ya no se nombra porque no es una actividad, el móvil es la persona, su alma y su esencia, que son los demás.
La esencia es social, sin los demás no somos nada. Aunque los demás sean un perro, un gato, un pollito, a los que la ley ya les reconoce sus derechos casi humanos (no estoy seguro de esto, como de nada, porque no sigo al gobierno, pero me suena).
El humano del primer mundo hace esas tres cosas. Se complementan con vender, repartir y ver series. Lo mejor es sentarse a la altura de la calle como un mendigo o un turista rico más y ver las zapatillas del gentío inmenso. Todo turista es rico, pues ha conseguido salir de su entorno, viajar, consumir o producir CO2 extra.
Casi todo es superfluo, pero qué haríamos sin una tijerita de uñas. O sin alguien que nos las arregle, lima, pinte, pula y de esplendor.
La variedad de las zapatillas es inabarcable, diseños, colores, materiales. Hay ecológicas, de pieles sintéticas venidas ya del futuro.
Si alguien lleva zapatos échate a temblar.
Andar, caminar, hacer los 10.000 pasitos de Jenofonte o Herodoto, la Anábasis famosa, pim pan pin pam. Caminar es el éxito en vida. ¿Y los carritos eléctricos aerodinámicos? Qué haría Tom Wolfe con esos diseños.
Lo único malo son las barredoras, que no salen del gasoil, pero a nadie le importa.
El que pide con su perro se saca un buen sueldo: la gente da más propinas al perro que al dueño, siempre que les deje acariciarlo. Los perros sirven para ligar, para socializar, para fraguar amistades eternas, y para obtener mejores propinas.
Comprar fue una solución y un hábito hasta la pandemia. Ahora es una fiebre, una locura. Comprar sin parar, cada día, cada hora, cada vez que se sale a la calle o se empuña el móvil. Los objetos y servicios pasan volando, Google y Apple saben tus deseos mejor que el Papa de Roma, que es infalible.
Comprar, pasear (10.000 pasos de reloj), ver series y pelis. Olvidarlas. Olvidarlo todo enseguida. Este ritmo frenético requiere el borrado instantáneo. Cómo recordar tantas pelis, tantas series, tantas tiendas, tantos paseos. El reloj, como las personas, ha pasado de contar el tiempo y las pulsaciones a contar el espacio… recorrido.
En el fondo, muy a lo lejos, se asoman figuras remotísimas, políticos, santones, celebridades confundidas, algunas mueren sin que recordemos que estuvieron vivas y qué hacían, tal es la velocidad del compulsivo sinvivir. Mientras dure…
La ocupación más estresante es producir contenidos de cercanías, para que los seres antes queridos no se olviden de nosotros y viceversa. Las series nos dan precocinadas todas las situaciones posibles, y ese ritmo tampoco podríamos seguirlo, pero qué más da. Siempre nos queda comprar, caminar un poco más, ver nuevas series y pelis...
0