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Una Hoja vecinal que se repartía al salir de misa en 1918 es ahora una publicación de cincuenta páginas que recorre el mundo

Es una de las publicaciones más antiguas de España, nació siendo una pequeña hoja que se repartía al salir de misa y, 105 años después, se ha convertido en una publicación trimestral que imprime medio centenar de páginas y llega a todos los rincones del mundo. La idea nació del sacerdote Ramón Morales en el año 1918. Una publicación escrita por vecinos y vecinas de varias localidades de la comarca de Cinco Villas, (Zaragoza) que ha conseguido mantenerse a flote durante más de cien años, muchos más que algunas cabeceras de prensa.

Otro director de la revista (1926-29) fue el sacerdote y eminente filósofo, natural de Calanda (Teruel) Manuel Mindán Manero. Una de las primeras informaciones que apareció publicada en la Hoja Informativa de Monlora fue la pandemia de la Gripe Española que asoló el país y al mundo a comienzos del siglo XX. “Ha sido curioso ver cómo parte de la información que se escribía hace más de un siglo la hemos podido ver escrita recientemente en los periódicos, casi idéntica en algunos detalles, debido a la pandemia de la COVID-19 que hemos vivido”, explica Asunción Duarte Bandrés, directora de la Hoja desde el año 1989.

Con modestia, esta vecina de la localidad de Luna y maestra durante 30 años, confiesa que no es periodista y que nunca se planteó serlo. Lo que la ha llevado a convertirse en la responsable de esta publicación centenaria han sido sus ganas de aportar su granito de arena para mantener viva la tradición de publicar la “Hoja de Monlora”, nombre popular por el que todos la conocen. Sus ganas, y el hecho de que el anterior responsable de la publicación fuera su suegro, Tomás Catalán Colón, boticario del pueblo y quien redactó cada información de la Hoja durante más de cuarenta años.

“Ahora es mucho más fácil escribirla”, explica Asunción, porque los pueblos del entorno como Las Pedrosas, Erla, Ejea, Piedratajada, Valpalmas o Sierra de Luna, envían sus crónicas desde 1980 y “son muchas las personas que se prestan a escribir unas líneas”, añade. Pero esto, no siempre ha sido así. “Cuando la Hoja de Monlora nació, se imprimían pocos ejemplares porque la gente no sabía leer, así que una hoja servía para llegar a muchas personas porque uno se la leía a varios vecinos y vecinas del pueblo”, recuerda Asunción Duarte. Lo mismo sucedía con quienes la escribían. Esta tarea solía recaer siempre en el sacerdote, el maestro, el boticario o el médico del pueblo, la explicación es sencilla: “eran los que sabían escribir y algo que poder enseñar”, aclara la actual editora. 

La Hoja de Monlora solo se dejó de publicar en dos ocasiones a lo largo de su dilatada historia; durante la Guerra Civil, y también un par de años a finales de la década de los veinte. Los motivos de este segundo impás no están claros, pero Asunción apunta a que “fueron años convulsos en lo político y que esta era una publicación con orígenes religiosos”. Y así era, la Hoja de Monlora nació para informar a los integrantes de la Hermandad de la Virgen de Monlora. En ella se publicaba quien nacía, quien moría y la actividad de la comunidad religiosa; misas, encuentros, celebraciones, y un largo etcétera.

Los vecinos de la zona que estaban combatiendo en el frente la recibían con emoción porque para ellos leerla, o que se la leyeran, era una manera de sentirse cerca de su casa, de su familia y de su gente

Pero pronto la Hoja empezó a sumar en sus páginas otro tipo de informaciones, mucho más sociales y nada religiosas. La construcción de las escuelas, la aprobación de presupuestos, la renovación de un camino o la apertura de una tienda o de un nuevo servicio se hicieron un hueco en sus páginas, que también se hacía eco de las citas deportivas y culturales, de historia y patrimonio, así como de las fiestas de los pueblos vecinos. Esta modesta publicación, financiada desde sus orígenes por los Hermanos de la Hermandad de la Virgen de Monlora se convirtió en una ventana al mundo para Luna y en una ilusión para quienes vivían fuera del pueblo.

Fue precisamente en la época de la contienda con Marruecos, en África cuando esta Hoja informativa comenzó a viajar. “Los vecinos de la zona que estaban combatiendo en el frente la recibían con emoción porque para ellos leerla, o que se la leyeran, era una manera de sentirse cerca de su casa, de su familia y de su gente”. De aquella época se han podido conservar una serie de cartas entre soldados y vecinos a través de las que hoy podemos saber cómo vivieron aquel hecho histórico sus protagonistas, y todo gracias a que fueron publicadas. La Hoja Informativa de Monlora se enviaba y se sigue enviando a ciudades de toda España, pero también a Francia, Suecia, Luxemburgo, Italia o distintos países de Latinoamérica además de la ya citada África, “allí donde haya un Hermano, la Hoja de Monlora llega”, apunta Asunción Duarte. 

La historia de cerca en sus páginas

Ojeando las páginas de sus ejemplares se encuentran noticias curiosas como la subida del Real Zaragoza al Monasterio de Monlora en bicicleta el día 1 de junio del año 1994. La Hoja Informativa cuenta que los jugadores del equipo hicieron este recorrido para dar las gracias a la Virgen de Monlora tras haber obtenido el título de la Copa de S.M. el Rey y el de la Recopa de Europa en París. Y el texto dice así: “Cedrún y Lizarralde, pertenecientes a nuestra Hermandad, lo habían prometido (según pudieron leer en la hoja nº460 en la entrevista hecha por el equipo JUPA de esta redacción) y el resto de la plantilla se unió a la idea”. En la fotografía se puede ver a los dos jugadores, junto con Aguado, Aragón, Esteban, Fuertes, Juanmi, Moisés, Poyet, Sergi, el fisioterapeuta Paul Knaap y al ciclista Carlos Gallardo en la carrasca de la explanada del monasterio.

También quedará para información de siguientes generaciones hechos históricos, contados desde lo local. Es el caso de la Filomena, la borrasca que asoló la península entre el 6 y el 11 de enero de 2021, con las mayores nevadas registradas desde 1932. Cuando los habitantes de Luna quieran saber cómo se vivió, sabrán que el municipio acumuló 30 centímetros de espesor de nieve, y unos 22 litros de agua por metro cuadrado. O el atentado que la banda terrorista E.T.A. perpetró la madrugada del 22 de diciembre de 2004 en la casa cuartel de la Guardia Civil de la localidad de Luna. La onda expansiva alcanzó también a numerosas viviendas particulares del municipio. Una noticia a la que la Hoja pone como titular “Amanecer vivos” y en la que cuenta cómo aquella noche “la plantilla oficial debería de ser de cinco guardias y un cabo” pero que aquella noche el cabo ya estaba de vacaciones, el guardia; Joaquín y su familia, estaban ya en su nuevo destino en Extremadura, que solo restaban dos familias en la casa cuartel. “Si el atentado ocurrió cerca de las 07:30, solo hacía media hora escasa que había salido por la puerta unos de los guardias, Julián, su esposa y dos gemelos pequeños. Dentro quedaban otro guardia, Miguel, su esposa y un niño.” Una noticia que conmocionó a la vecindad de Luna y de toda la comarca, porque como explicó el entonces alcalde, Luis Miguel Auría en la Hoja Informativa “No podíamos sospechar, ni tan siquiera imaginar”. 

La Hoja Informativa de Monlora contiene entre sus páginas multitud de hechos y noticias que son importantes para quienes forman parte de esta comunidad rural, como dijo David Castillo Biesa, quien fuera director del Diario Español en Tarragona “Estimo que la Hoja no debe ser solamente mensaje ilusionado para los que nos hallamos fuera de Luna y Comarca, sino para los que permanecen en ella”. 

Por muchos años más

Más de cien años después de su primera publicación, la Hoja de Monlora ha vivido cambios estéticos, adaptándose a los nuevos tiempos. Por ejemplo, desde principios de este siglo se publica a color, y desde 2015 todos los números impresos hasta la fecha, un total de 645, están digitalizados y se encuentran a disposición de quien quiera leerlos en la página web de Monlora. La digitalización de la publicación ha sido posible gracias a la labor de recuperación y conservación que llevó a cabo Tomás Catalán durante al tiempo que estuvo al frente de la revista. “Se encargó de conseguir y conservar todos los ejemplares de la Hoja de Monlora, desde el primer número publicado en el año 1918” explica la actual directora. 

Se preguntarán ¿cómo una publicación de estas características se mantiene y crece a través de los años? La Hermandad, que cuenta con más de mil hermanos en todo el mundo, pone de su parte para que el vínculo entre la vecindad y la Hoja Informativa siga vivo. Por eso, cuando los jóvenes de la zona cumplen la mayoría de edad los nombran Hermanos “durante los dos primeros años no tiene que hacer ninguna aportación, pero luego casi todos siguen formando parte de la Hermandad, y apoyan con el pago de su cuota”, explica Asunción. La cuota es de treinta euros al año. Una cantidad que no solo se destina para la revista, sino que con ellos se mantiene también parte de las acciones que se llevan a cabo en el monasterio que da nombre a la Hoja Informativa; Monlora, que significa “monte oloroso”. Un espacio de entrada religioso que ha sabido adaptarse al devenir de los tiempos, ofreciendo hospedaje, manteniendo vivo el restaurante que hoy regentan unos vecinos de origen argentino, o cediendo su explanada para múltiples actividades; desde escenario para observar estrellas, hasta pista de vuelo con parapente. 

Después de 105 años informando sobre lo que pasa “en la puerta de casa”, Asunción Duarte, asegura, como buena maestra, que la Hoja Informativa de Monlora goza de buena salud y que su relevo generacional está asegurado porque “la gente joven está cada vez más implicada en la redacción de la publicación”, añade con ilusión. Por el momento, parece que la Hoja de Monlora seguirá informando a ultramar sobre matrimonios, bautizos y defunciones, pero también sobre las clasificaciones de la élite deportiva de Luna o hechos históricos como la reapertura de la escuela infantil en El Frago, una localidad vecina con menos de 100 habitantes.  

“Que mi voz no se apague

Que mi presencia os una,

Que siempre haya una pluma que me escriba

Y un corazón que me sienta“ 

(estrofa de la poesía “Hoja de Monlora” por Blanca Monreal)