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La vida en la calle, en 30 imágenes de 'Colores primarios'

El fotógrafo Miguel Sebastián, junto a una de las imágenes de la exposición.

Elisa Alegre Saura

Teruel —

Son 7.000 fotos, la serie completa definitiva 70 y la exposición 30. Apenas tres decenas de imágenes para documentar en blanco y negro un año en la vida de Gabriel, que un día fue marido, padre y artista y desde hace 15 años vive entre la calle y los comedores sociales, donde hace algo más de un año se encontró con el fotógrafo Miguel Sebastián. Habló con él, como con otros, “todos me hablaban del pasado, ninguno del futuro ni del presente”, explica quien ha visto esta realidad durante doce meses a través de su objetivo. Pero Gabriel le dejó acompañarle en un viaje personal que se ha convertido en una exposición, 'Colores primarios', estrenada por primera vez en el Festival Internacional Teruel Punto Photo de Teruel, donde se verá hasta el 31 de agosto, pero que aspira a tener una larga andadura.

“No es una exposición reivindicativa, ni quiere poner ningún punto sobre ninguna i”, dice Miguel sobre la muestra, sino tratar “de forma personal la vida de una persona que vive en la calle, lo que siente, las cosas que le preocupan”.

¿Por qué Gabriel? “Estas personas agradecen la conversación pero enseguida la cortan. No es fácil intimar ni mantener una relación larga. Luego entiendes por qué: realmente la sociedad les ha cerrado las puertas, así que ellos no te van a abrir las suyas aunque te intereses por ellos”, dice Miguel. Pero Gabriel las abrió, “estaba más conectado con la realidad” y entendió, recuerda Miguel, que él era un fotógrafo documental y que no sería un problema para él.

Un año con Gabriel

Durante un año le ha acompañado durante varias horas al día, aunque la mayor parte del tiempo no estaba haciendo fotos, y esos momentos son los que le permitían reconocer la realidad que fotografiaba, el día a día de una vida “que se llama supervivencia”. Miguel retrata a Gabriel en sus espacios; donde duerme, donde comen o donde lee. Impacta ver la instantánea de Gabriel leyendo 'Crimen y Castigo', a la una de la mañana. “Nosotros tenemos aficiones que ocupan nuestro tiempo libre, y él también tiene, pero la tiene que desarrollar en la calle”.

Y es que en otro tiempo Gabriel tenía otra vida, como padre y marido, y como pintor que tenía un buen nivel de vida porque vendía cuadros a buen precio. Pero nada de eso queda en las fotografías, que retratan también el problema con el alcohol. “Para soportar este tipo de vida tienes que estar dormido o bebido. Tienes que estar ausente de la realidad, porque si estás consciente muchas horas es insoportable”, apunta el fotógrafo.

En el recorrido vital que hace la exposición, ubicada en el claustro del Obispado de Teruel, también se muestra el paso que dio Gabriel hacia otro futuro, entrando en un piso de acogida para seguir una terapia de desintoxicación del alcohol, incorporando unas rutinas que están representadas con algo tan básico como la ducha. La muestra refleja en ese tiempo un intento de volver a su vida artística y el reencuentro con su hermano pero continúa con la fase más dura de la rehabilitación, y un final que no es el que el fotógrafo hubiera deseado. “Si te deja estar con él te implicas. Y es imposible no aconsejarle, no decirle que aguante un poco más, que no abandone. Pero al final la decisión la toma él”.

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