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Zaragoza en Común propone un plan de inmersión infantil para “reconstruir la cultura”

Fernando Rivarés (izqda), junto a Pedro Santisteve, candidato a la alcaldía de Zaragoza. Foto: Zaragoza en Común

Marimar Cabrera / Marimar Cabrera

Zaragoza —

Los niños. O los futuros públicos, según se vea. Las artes escénicas, la música y la lectura no deberían ser las grandes desconocidas de la infancia si los teatros, salas y librerías de una ciudad – en este caso, los de la capital aragonesa- quieren desarrollar su actividad. Es la reflexión “lógica” que recoge Zaragoza en Común en su programa para las elecciones municipales, elaborado junto a más de 400 agentes relacionados con el mundo de la cultura en Aragón. La conclusión, según explica el candidato de esta formación Fernando Rivarés es que el mantenimiento de un tejido cultural rico pasa por la creación de un plan permanente para la inmersión cultural de la infancia, dentro y fuera de las escuelas.

El programa, elaborado por primera vez teniendo en cuenta las recomendaciones de bandas, compañías, salas, promotores, teatros, libreros y artistas plásticos y cineastas, estaría vinculado a las estructuras educativas regladas, las escuelas infantiles y de primaria, y también a espacios urbanos al aire libre, calles y plazas. Para la formación, en la que confluyen siete partidos (IU, Podemos, Equo, Puyalón, Piratas de Aragón, Demos+ y Somos), trabajar los grandes continentes sin llenarlos de contenido ha sido un error que traspasa la cultura con dirección a minar las arcas municipales. Ponen el ejemplo de las infraestructuras que ha dejado en la ciudad la Expo 2008, con edificios como la Torre del Agua, donde se invirtieron 54,7 millones para su construcción y que ahora permanece cerrada para no pagar el IBI.

Este plan para la infancia huiría de los grandes eventos “que no dejan semilla” para apostar por proyectos que permitan a la ciudadanía sentirse partícipe. Para revitalizar el tejido cultural, Zaragoza en Común propone generar actividades dirigidas a la formación de nuevos públicos, descentralizando la programación a través de equipamientos de proximidad, como los centros cívicos, las ludotecas, centros de tiempo libre y espacios públicos abiertos.

También adaptar el acceso a la cultura, desde un punto de vista físico, con la eliminación de barreras arquitectónicas, y desde el de los contenidos, para personas con discapacidades psíquicas. Esto permitiría, según Rivarés, “llegar a sectores de la ciudadanía que hasta ahora no han participado en la cultura y facilitar el acceso a personas en situación de exclusión social y con rentas bajas”.

El desarrollo de un Plan de promoción de la lectura en la ciudad y la firma de un pacto por la cultura que supere los límites de una legislatura e incluya a creadores, ciudadanos, partidos políticos, medios de comunicación entidades y empresas no culturales en un Plan Cultural para la Década son otros dos de sus pilares. Las ideas de Zaragoza en Común, consensuadas tras asambleas, foros y grupos de trabajo que vienen celebrándose desde noviembre, son el reflejo del funcionamiento del sector en Edimburgo y Francia.

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