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Desmontando el belén

Desmontaje de las luces en la Calle Alfonso de Zaragoza

Mariano Gistaín

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Recogiendo las bombillas bajo la llovizna. El ruido se come la vida por otro lado. Sale la guerra sucia del PP antiguo, que es el actual. Las fechorías prescriben cuando manejas el telediario, y viceversa. La guerra sucia de cuando Rajoy, que también tiene su Mister X, Bárcenas, Villarejo, casos que se amontonan en el tiempo y cuando se sustancian (qué verbo) ya nadie se acuerda de nada.

Al diputado Alberto Rodríguez, expulsado del Parlamento y de la política en pleno lawfare de manual, le repara el TC ya fuera de fecha, vaya usted a reclamar. Al dipuado Rodríguez lo echaron del Congreso por llevar rastas. El rajoyato y el PP quedan muy mal parados con lo que sale, aunque el PP actual no reconoce esa herencia, esa guerra sucia interior. La forma de enfocar el independentismo fue nefasta, estéril e ilegal. Ahora da argumentos para otras aberraciones, la espiral de una pierna por dentro y otra por fuera (de la ley) que acuñó aquel general. A veces van las dos piernas por fuera. 

Acabando enero y aún recogiendo las bombillas navideñas, largo ciclo de ruidos y monsergas, gran despliegue industrial en torno a la iluminación, las casetas de las ferias, las pistas de jolgorio, el arenal del belén, los edificios desmontables, la arquitectura efímera, enero en sus demoliciones y desmontajes, tiendas que abren y cierran en un día, obras de pladur y plásticos, santones itinerantes y el alargar de los días, que por San Sebastián se estiran y atisban el nuevo año chino, que empieza el 10 de febrero y se encarna en el Dragón, así que es posible que Xi tome Taiwan y se acaben los chips otra vez.

San Sebastián, icono esbelto, está en casi todas las iglesias y ese glamour de las flechas siempre en su sitio le dan eternidad y vigencia de torso bravo, dócil mártir indoloro, el tiempo, los siglos, le han curado las heridas y ha sobrevivido al Imperio Romano, en el que tuvo su primer empleo. No murió por las flechas que le inmortalizan a pecho abierto, sino por los azotes.

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