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Hoy, 8 de marzo, celebramos el Día Internacional de la Mujer. O sea, celebramos a más de la mitad de la población de este planeta. Un poco extraño, ¿no te parece? Si el maremágnum de saraos institucionales, marchas, carteles y algunos despistados con flores y bombones te dejan un poco frío o fría, permíteme que te diga qué puedes hacer tú un 8 de marzo.
Aunque tal vez no será lo más fácil, pero sí lo más productivo, te pido que te pongas a pensar. Temas hay de sobra. Puedes pensar en qué hace que sigamos señalando y atendiendo a las mujeres como una minoría a celebrar cuando somos, aproximadamente, la mitad de la población mundial. ¿Qué es lo que nos hace parecer tan pequeñas incluso con los números de nuestra parte?
Puedes pensar también en las violencias machistas, que van más allá de los titulares de “Una mujer muere a manos de su pareja en tal lugar”. La percepción generalizada de estas muertes como asesinatos ordinarios y el tratamiento que se les da a los asesinatos machistas, nos dejan simplemente un motivo para decir “Ay, que pena” y a otra cosa.
Y a pesar de que hay una nueva asesinada por semana, esta no es la violencia más común, ni sobre la que más podemos hacer de manera inmediata. Otras violencias machistas están dentro de la normalidad más absoluta. Piensa en lo normales y comunes que son las violencias que preceden a esta, lo integradas que están en tu vida cotidiana. Reflexiona y date cuenta de que la violencia machista no se queda en el ámbito de la pareja, ni de la expareja, ni siquiera en un enfrentamiento de géneros. Esto no es una lucha de hombres contra mujeres, es de la sociedad contra el machismo que habita en ella.
Piensa en cuántas veces has visto acercamientos sexuales indeseados, cuántas veces has usado “niñata”, “puta” o “maricón” como insulto. O cuántas veces no has visto quién se encarga de los cuidados, quién limpia, quiénes tienen los trabajos menos valorados, peor pagados, más precarios.
Y si vives en el medio rural, puedes pensar también que aunque el 48% de la población rural española son mujeres, cerca del 70% de los titulares de las explotaciones agrarias son hombres, mientras que las mujeres se quedan como cónyuges en la categoría de “ayuda familiar”. Ante esta situación ya en 2011 se aprobó una ley, la Ley de Titularidad Compartida, que supone el reparto de la explotación agraria, con sus responsabilidades y beneficios, al 50%. Sin embargo, según los datos oficiales del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, a fecha de 25 de junio de 2015 habían registradas tan solo 136 explotaciones con titularidad compartida. Sin oportunidades laborales ni acceso a la tierra, las mujeres protagonizan el éxodo rural del siglo XXI en búsqueda de independencia en la ciudad. Y con ellas se llevan la oportunidad de los pueblos de mantenerse.
Si has pensado ya en todos los casos de esas desigualdades y violencias cotidianas de las que eres testigo, víctima o actor, piensa ahora que la lucha contra el machismo ha de ser algo cotidiano y personal que tú has de llevar a cabo.
No hace falta ser Simone de Beauvoir para ver que si todo en la vida de las mujeres vale menos que en la de los hombres, la vida de estas también cuesta menos a la hora de acabar con ella. Piensa entonces que para no salir a manifestarte cada semana con la nueva asesinada, o celebrar ostentosamente a la mitad de la población todos los años, la mejor manera de enfrentar las violencias machistas es mediante la igualdad, la responsabilidad y el compromiso.
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