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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

400 euros por sentarse

Maribel Martínez / Carlos López

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Una pizza 400€. Vaya, cómo está España, cada vez los ricos son más ricos. No todo el mundo puede comer una pizza de 400 €. ¿Que era en la calle?¿Una terracita? Ahh, que era en el suelo. No me extraña, si cuesta 400€ la pizza, ¿cuánto costará el vino? Ahh, perdón, que les multó la policía por comer una pizza sentados en la acera con los pies en la calzada. Vaya, ¡cómo está España! ¿Volvemos a la dictadura?

Allá por 1976, Tamara y Carlos seguro que no hubieran tenido un sitio donde sentarse a comer tranquilamente una pizza. En aquellas calles y plazas de la España negra, amarga y con olor a naftalina en la que el ministro Fraga exclamaba “la calle es mía” había muchas cosas que estaban prohibidas, ya sabéis: manifestarse, protestar, reunirse y, cómo no, sentarse en el suelo aunque fuera para echarse un pitillo o comer un bocata.

Hoy día hacerlo a determinadas horas y en determinados espacios también está prohibido y si te apetece comerte como Carlos y Tamara una rica pizza y te empeñas en sentarte con los pies fuera de la acera, puede que al final termines recibiendo una notificación que te dice que hacerlo así cuesta 400 €.

Y no es que tú como tus multados amigos seáis de desobedecer las normas porque sí, aunque a veces tengas ganas y motivos, pero piensas: oye a esas horas, tan tarde, ¿a quien le va a molestar que una se siente en la acera de cualquier calle o avenida de nuestra ciudad mientras apoyas los pies en la calzada?

¡Que no se trata de jugarse las piernas señor agente! ni mucho menos. Pero si el señor policía no se queda muy convencido y le parece que no le haces caso, puede que al poco rato vuelva a pasar por el mismo sitio. Y ya si te ve sentado otra vez pues puede que piense que le estas cuestionando su autoridad y ya sabemos que con la autoridad de los agentes no se juega. Así que echando mano del reglamento, las ordenanzas y lo que haga falta, como a Tamara y Carlos, te largarán una multa que hace que se te atragante la pizza que te estas comiendo y la cartera se te quede temblando como si la hubieras abandonado en Siberia.

Entonces dudas de si la calle es del señor agente o tuya que para eso pagas tus impuestos. Y terminas admitiendo que ese magnifico espacio de convivencia que eran y son nuestras calles, esos lugares en los que hasta hace poco nos sentábamos a conversar o a jugar, se han convertido por culpa del tráfico y las prohibiciones en un lugar nada amable y de paso apresurado en el que muchas veces no conocemos a aquellos con los que nos cruzamos todos los días.

A los señores agentes tampoco, pues aunque deben de tener obligación, la chapa que los identifica no aparece por sus uniformes. Que ya se que no son tan modernos como los agentes alemanes que llevan estampado su número de carnet en la espalda de la cazadora y en grandes caracteres para miopes como tú.

Conquistar la calle, hacerla de todos y todas fue un grito que el 15M llevó a las plazas de nuestras ciudades. Muchas nos lo creímos y salimos a disfrutarlas como si la primavera se hubiera instalado permanentemente en ellas. Pero la realidad es terca, y esas ordenanzas y reglamentos a los que se refieren las fuerzas del orden para negarte el espacio conquistado, se confabulan en tu contra.

Reglamentos y ordenanzas que se redactaron cuando Fraga gritaba avisando de quién era el dueño de las avenidas. Rígidas normativas pensadas para reprimir, para ahuyentar de las acera a aquellos jóvenes melenudos y de largas patillas que corrían delante de grises o para años después invisibilizar a los chicos y chicas que se pinchaban heroína huyendo de un presente y un futuro donde no tenían cabida.

Tras tantos años, tras tantos cambios, tras diplomarnos en democracia ha llegado ya el momento de cambiarlos. De buscar nuevos modelos policiales, modernos, cercanos, más acordes a las nuevas realidades. De olvidarse de aquellos cuerpos represivos y formar otros que adaptados a las problemáticas sociales de las ciudades sean igualmente capaces de regular el tráfico o de asumir la mediación intercultural. O se armen de empatía y buenas maneras para luchar contra la violencia machista y sepan atender adecuadamente a las víctimas y, por qué no, incluso se formen como expertos en protección animal. Es decir, una Policía al servicio de quién la necesita y la ha creado: la ciudadanía.

No todos los agentes han sido preparados o son partidarios de esta visión de su servicio social, sino que arrastran dejes de un pasado no tan lejano, al que no quisieron enfrentarse las anteriores corporaciones. Una patata caliente para el nuevo Gobierno de Zaragoza en Común.

Nuestro trabajo es adaptarla a los nuevos tiempos en cumplimiento de lo que prometimos al ganar el gobierno de esta ciudad. Lo tenemos difícil, pues la minoría en la que navegamos y el cuestionamiento que hacerlo supone para “los señores de orden” que se sientan en las bancadas de enfrente en el Pleno, no lo ponen fácil.

Ahora que hemos superado la primera parte de la singladura toca ser valientes y atreverse a abordar este desafío. El próximo marzo nos encontraremos en esta ciudad con las entidades ciudadanas, partidos políticos, sindicatos y asociaciones de todo tipo para abordar en unas jornadas ese nuevo modelo policial que queremos. Y como la experiencia es un grado contaremos con expertos de otros lugares como Madrid, Barcelona o Pamplona que nos contarán como abordaron ellos este envite.

No se si estarán en ese encuentro Tamara, Carlos, o los que todos los días son multados por pegar un cartel, repartir un folleto, hacer una performance en nuestras calles o los que “discuten” de vez en cuando con los señores agentes por una diferente interpretación de donde y como se pueden ocupar algunas de nuestras calles. Nuestro deseo es que como ciudadan@s que son de Zaragoza acudan y así poder conocer también, de primera mano, esas otras experiencias.

Mientras ese día llega, seguiremos pensando que #400porsentarse es un precio demasiado elevado por querer comerse una pizza en cualquier calle, plaza o avenida de nuestra ciudad.

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