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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Asco y vergüenza por una sentencia

Maribel Martínez

Imposible no sentir nauseas, imposible no tener esa horrible sensación de que hoy todas nosotras somos la joven agredida por esa manada inmisericorde y depredadora a la que los jueces, representantes de la injusta justicia, han condenado -es un decir- a una leve pena de cárcel que les permitirá salir a la calle, casi ya mismo.

Hoy no esperen palabras medidas y políticamente correctas para expresarme. Hoy brota de lo más profundo de mi cuerpo, de mis tripas revueltas por el asco, mi rabia por una sentencia injusta. Hoy escupo mi desprecio más absoluto para esos tres jueces y especialmente por quien además ha pedido la libre absolución de los detenidos.

No dejo vomitar mi asco y mi desprecio intentando leer una sentencia que no ha tenido en cuenta a la hora de calificar los delitos de esa torva pandilla de amigotes, la violencia ejercida contra la joven agredida. Tampoco han tenido en consideración los agravantes de grupo, fuerza mayor, indefensión o si siquiera la edad, sexo o la profesión de dos de ellos (guardia civil y militar) que les compromete a defender a las personas y no a violentarlas, agredirlas y violarlas. Ni tan siquiera el hecho de que varios de ellos estén además pendientes de otro juicio por otra violación.

Nada de eso ha importado a estos señores de negra vestimenta, a estos torvos servidores de la injusta justicia a los que ciertamente los aires de cambio que venimos exigiendo las mujeres, también a la hora de juzgar este tipo de delitos, ni siquiera les han rozado.

Su dictamen es propio de ese patriarcado que describe hechos que no ha visto, se pone en el lugar de los agresores en vez de en el de la víctima y sigue dictando sentencias en contra de las mujeres por el simple hecho de serlo.

Desgraciadamente señorías su sentencia nos condena a todas nosotras a la indefensión más absoluta. A partir de ahora, quien no se resista hasta la muerte, quien decida que ante la brutalidad más extrema es mejor sobrevivir aunque sea violada, tendrá siempre la duda de que si le tocan jueces como ustedes puede que lo que es una flagrante violación quede simplemente en un abuso.

Les recuerdo, ya se que lo han obviado a la hora de condenar a sus agresores, que la victima de la manada fue humillada, aterrorizada, desnudada, penetrada por varios sitios, abandonada desnuda y como un trapo sucio, en un portal y por último robado su móvil para que no pudiera pedir ayuda. Fue tratada como un objeto sexual, con gran desprecio y reducida su voluntad por medio de la fuerza.

Su reacción es la misma que la de cualquiera que pretenda sobrevivir, la que yo también tendría, muerta de miedo, en estado de shock e indefensa. Es la de una superviviente que ya no puede hacer otra cosa que cerrar los ojos y rogar que pase cuanto antes esa insufrible violencia.

Señores jueces lo que han dictaminado hoy como abuso sexual es una violación. Una más que se suma a las 400.000 que según el sindicato CGT se producen cada año en este país. De esta, del dolor causado a la víctima, de la agresión, también ustedes son culpables.

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