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En la sala de vistas del juicio que se está siguiendo por los presuntos sobrecostes, entre 9 y 15 millones de euros, en la construcción de unas naves de la Plataforma Logística (Plaza), se puso la toga, compareció ante los medios de comunicación para afirmar que era “un caso paradigmático de corrupción generalizada”, desapareció en el primer receso y si te he visto no me acuerdo.
Bueno, para ser precisos, dejó un suplente que hizo dos preguntas a lo largo de las ocho horas de vista judicial en una personación en defensa de los españoles y del interés general que, escenificaciones al margen, hay que aplaudir.
La fuga de Herzog, eso sí después de haber sido protagonista durante unos minutos en la sociedad del espectáculo, es un ejemplo de cómo se hace la política en la era de la instantaneidad, del titular, del tuit rápido, de ese virus que se extiende por el pensamiento contemporáneo y que conduce al asesinato de la realidad como diría el fallecido filósofo francés Jean Baudrillard.
Los argumentos, el contraste de informes periciales, las opiniones de acusados, acusadores, testigos y de los consejeros de la sociedad participada al 50 por ciento por el Gobierno de Aragón, sobre si fueron o no consultados sobre los sobrecostes por modificados de obra solicitados sobre la marcha por el comprador de las naves, son secundarios frente a la urgencia, frente al juego de apariencias entre los signos y lo real que, afortunadamente para el buen funcionamiento democrático, culminará con una sentencia de la Sala de lo Penal que a lo mejor confirma el titular de Herzog, “caso paradigmático de corrupción generalizada”, o a lo mejor lo matiza, lo personaliza o lo desvanece. En todo caso, rigor y coherencia para no convertir el debate público en un remolino de tuits, simulacros y juicios paralelos.
Jesús Andreu. El exgerente de Plaza, denunciante de los presuntos sobrecostes y corrupción, declaró ayer como testigo en el juicio de la Audiencia Provincial que “no se puede contratar la dirección de obra con una empresa del grupo que la construye, la ley no lo permite, y que el consejo de administración debe aprobar los pagos importantes máxime cuando Plaza tenía que emitir pagarés”. Andreu se refería a la relación entre el arquitecto director de la obra y la constructora, Codesport, propiedad del expresidente del Real Zaragoza, Agapito Iglesias.
Pues bien, como gerente de Plaza Jesús Andreu encargó a dedo a un consultor, Enrique García Vicente, una valoración según precios de mercado de las obras de urbanización de la segunda fase de la Plataforma, algo que tampoco casa bien con la ley. La prueba es que pocos días después de la firma del contrato con García Vicente, cuando cayó en la cuenta de que tenía que haber habido más concurrentes, pidió y añadió al expediente otras dos ofertas que no eran competitivas con la elegida a dedo antes de informar al consejo de administración.
La consultora de García Vicente, EID, y la consultora IDOM, a cuyo frente había estado el entonces consejero de Obras Públicas y presidente de Plaza, Rafael Fernández Alarcón, habían trabajado juntas por ejemplo tras formalizar una unión temporal de empresas para redactar el Plan de carreteras de Aragón 2004-2013.`
Fernández Alarcón, al ser nombrado por la presidenta Rudi, tras las elecciones de mayo de 2011, consejero de Obras Públicas, Urbanismo y Transporte, anuló el citado Plan de cuyo proyecto había sido coautor para aprobar uno nuevo 2013-2024, previa cancelación de contratos con las consultoras y constructoras cuyo coste para la comunidad autónoma se calcula que pudo rondar los veinte millones de euros.
Ranko Popovic. El consejero del Real Zaragoza encargado del área financiera, Fernando Rodrigo, dijo ayer en los micrófonos de la COPE que le han pedido al director deportivo, Ángel Martín González, que ayude al entrenador “a definir la mejor disposición táctica que permita sacar el mayor valor añadido de esta plantilla”. Vamos, que tutele al entrenador, que le lea los partidos, la disposición y, por extensión, la elección de los jugadores. Eso es tener paciencia y consideración con Popovic que, según las estadísticas que leo, ha ganado como entrenador en una categoría del nivel actual de la Segunda División el 35 por ciento de los partidos: 13 victorias, 13 empates y 11 derrotas.
Qué pena que esa misma consideración y paciencia no se tenga con entrenadores de casa que nunca debieron salir por la puerta falsa y más después de un cambio de la propiedad del Real Zaragoza tan ilusionante y, en teoría, identificado con los de casa, incluidos los veteranos que son historia emocional del zaragocismo.
El último, Víctor Muñoz, formado en el Boscos, al que el consejero del área deportiva, máximo responsable del fichaje de Popovic, acusó públicamente de pesetero.
Víctor Muñoz había ganado una Copa del Rey al Real Madrid de los denominados “galácticos”, una Supercopa, había llegado a otra final de la Copa del Rey que se perdió contra el Espanyol después de eliminar en memorables partidos al Barcelona y al Real Madrid, había sacado patrimonio de la cantera como Cani, Zapater, también Vallejo, y continúa siendo el jugador aragonés más veces internacional, creo que unas cincuenta veces. Es verdad que no es fácilmente permeable y que es radicalmente defensor de su autonomía.
En fin, que el fútbol es un estado de ánimo y seguro que si el Real Zaragoza gana los dos próximos partidos se desvanecerá la tormenta Popovic, todos volveremos a estar entusiasmados con el ascenso, y ojalá celebremos el ascenso con el serbio, pero, en todo caso, tutelar tácticamente a un entrenador desde la dirección deportiva no deja de ser un reconocimiento de incapacidad, una rotunda censura.