Zaragoza: barra libre para los poderes económicos y las grandes familias

No llega a un mes desde la llegada al Ayuntamiento de Zaragoza del eje trinitario de las derechas, con Jorge Azcón como padre, Sara Fernández hija y Julio calvo de Vox como espíritu Santo (que no se deja ver tanto pero su presencia es omnipresente).

En este breve lapso de tiempo han querido reescribir la historia de Zaragoza, están preparando todo para hacer virar el rumbo de la nave y allanar el camino a los poderes económicos a los que rinden pleitesía.

Se altera el relato o se recurre a la posverdad cuando el consejero Serrano se atribuye el desbloqueo de los suelos del Portillo cuando es un compromiso que mis compañeros de Zaragoza en Común lograron con el ex-ministro Íñigo de la Serna. Si nos descuidamos un poco, PP-Cs-Vox también se apropiarán del mérito de la reforma del Mercado Central o la recogida selectiva de materia orgánica (ah no, que esto del Medio Ambiente es un estorbo para los intereses económicos de los que de verdad mandan en Zaragoza).

El mandato de Zaragoza en Común durante la anterior Corporación sirvió para lanzar muchos proyectos beneficiosos para la mayoría social: mejoras en la movilidad sostenible, racionalización del desarrollo urbano frenando un crecimiento incontrolado de la ciudad y promoviendo que se diera vida a los vacíos urbanos. También se promovieron políticas que garantizaban derechos, como el derecho a techo, la salud, la educación, la igualdad y se puso freno a la facturación descontrolada de las contratas.

El Gobierno de Zaragoza en Común fue importante no sólo por lo que hizo, también por lo que consiguió parar.

Sin embargo, con las Derechas Reunidas Geyper vuelve la barra libre para los poderes económicos de la ciudad. La construcción de nuevos centros comerciales innecesarios, como Torrevillage, el blanqueo de aventuras lúdico/hosteleras sin licencia, como el Aura, la paralización de los pliegos del servicio de ayuda a domicilio para garantizar mayor beneficio a las multinacionales o fantasear con la urbanización de la ciudad más allá del cuarto cinturón, interviniendo en el triángulo de la Feria de Muestras, son declaraciones de intenciones muy claras sobre los cuatro años que nos esperan.

En estas semanas hemos asistido a confusas declaraciones del consejero de Urbanismo respecto a que “la ciudad nos pide que hagamos un plan nuevo” que anuncia una innecesaria revisión del plan cuando no ha agotado las reservas de vivienda para dar barra libre a los deseos de los amigos del Gobierno, se elude contar que en la legislatura anterior se modificó por consenso en decenas de ocasiones para satisfacer necesidades de ciudad: la ordenanza de la escena urbana, los depósitos de Pignatelli... Ahora lo que nos encontramos son algunos ataques revanchistas de puntuales representantes empresariales contra el anterior Gobierno a la vez que reclaman (Cámara) recalificaciones.

Por último, os quiero prevenir ante otra posverdad que se está tratando de instalar en los medios estos días: el clima político. Se trató de meter en las cabezas de las vecinas y vecinos de la ciudad que la anterior legislatura había sido bronca, encrespada, como si Zaragoza en Común fuera un ogro. Quienes conozcan a quienes fueron miembros de dicho Gobierno podrán corroborar que son personas normales con un trato exquisito. ¡Ah, amigos! El problema era que sus políticas escocían, que se negaron a ser ejecutores de los intereses económicos de las grandes familias. Ahora escucharéis del talante sosegado del nuevo alcalde y del nuevo Gobierno. Mientras cambian la estructura económica de la ciudad, bajando impuestos a los ricos y facilitando pelotazos a los amigos y amiguetes, ya veréis como su talante es cordial, seguro que servil... como los buenos mayordomos.