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Granjas de insectos para la elaboración de harinas comestibles: un sector en auge con aval europeo

Tenebrio Molitor en su fase de larva antes de convertirse en escarabajo

Nerea Lozano

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Las “granjas” que se dedican a la cría, transformación y comercialización de insectos no paran de crecer y es que se estima que su producción podría convertirse en “la alimentación del futuro”. El Tenebrio Molitor o más conocido como “gusano de la harina” es una de las especies más trabajadas porque fue una de las primeras en pasar el filtro de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para concluir que su consumo no planteaba problemas de seguridad. “En muchos países ya se consume esta especie, pero en España la legislación marca todavía que es un posible alimento para humanos”, explica José Luís Gresa, uno de los tres creadores de Just Bugs, una empresa del municipio de Teruel de Cuevas de Almudén centrada en la producción de gusano harinero. 

Esta empresa turolense, que se traduce como ‘solo insectos’, fue la primera de este tipo en Aragón cuando se creó hace cerca de tres años. Pero ya llevaban tiempo, como señala Gresa, viendo ejemplos del auge del sector de la insecticultura a nivel nacional. Un crecimiento que lo demuestra uno de los últimos proyectos lanzados por la organización Tebrio y que supone la creación en Salamanca de la mayor “granja de insectos” de todo el mundo. 

“Se están creando bastantes granjas de insectos por lo que nos llega a nosotros y es un sector que se está moviendo bastante. Vemos que hay demanda de gente que busca información y asesoramiento. No sé cuántas llegarán a salir adelante en un futuro, pero nos llaman mucho para preguntar cómo está funcionando la nuestra de Cuevas de Almudén.  Está bien para conocernos y tener contacto con otras empresas para ver cómo se va moviendo el sector”, destaca Gresa. Igualmente hay granjas en Galicia (Galinsect), Madrid (Insectalia), Albacete (Proteinsecta) y Catalunya (Iberinsect), entre otras ubicaciones.

Del cuerpo al medioambiente 

Uno de los motivos de la apuesta por estos modelos de negocio y que apunta Gresa no es otro que “buscar una alternativa” más sostenible a la alimentación tanto de animales como de humanos, pero sin olvidarse de los valores nutricionales. Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han lanzado estudios que avalan la calidad nutricional de estos alimentos. “Son productos muy ricos en proteínas, bajos en grasas y con altos niveles de omega-3, entre otros muchos beneficios. Se ha visto que aportan nutrientes que en otros muchos alimentos no se encuentran”, revela Gresa. 

También guarda importantes ventajas en el “cuidado del medioambiente” porque el consumo de agua para el desarrollo del Tenebrio Molitor es “muy bajo”. Este insecto tiene una “conversión muy alta” porque se producen muchos kilos con una cantidad de alimento “reducida”. Hasta el punto de que Gresa, como profesional del sector, confirma que esto no se produce en “ninguna” otra especie ganadera y hace que Just Bugs y otras “granjas” de insectos consigan el sello de empresa sostenible. 

El destino “más habitual” ahora mismo de estos gusanos de la harina son los piensos de animales, tal y como describe el socio de Just Bugs. Él mismo señala que se puede sacar como “producto vivo”, por ejemplo, para una piscifactoría, también “deshidratado” para que se mantenga más en el tiempo o “en formato harina”. Este último es el uso que se le daría para consumo humano al convertirse en un ingrediente más para elaborar galletas o bizcochos, entre otras comidas. También “en ese salto a las personas” se plantea la opción de crear “barritas energéticas” como se hace en Francia. 

El “reparo” a comer insectos por la población española es una de las barreras a las que se enfrentan todas estas empresas que trabajan en el campo de los insectos. En el caso de Just Bugs cruzan fronteras con sus actividades, han hecho “varias conferencias” en Francia y aseguran que allí hay un “pequeño adelanto” respecto a España. “En Francia una de las ideas en los colegios es que una vez a la semana tienen que comer proteína de origen animal no convencional y ahí entran en juego los insectos. Los están empezando a implantar así y está bien que se empiece a inculcar en las escuelas esa cultura del insecto porque los niños son menos reacios a probar cosas nuevas”, reconoce Gresa. 

Espacio de trabajo

Una de las principales preguntas que les surge a quienes quieren emprender en el ámbito de los insectos es: ¿cómo empezar? En el caso de Just Bugs y otras empresas han contado con el asesoramiento de Proteinsecta, que tras más de diez años de investigación han creado un “método” para poder empezar una “granja de insectos” sin necesidad de experiencia previa. El espacio que acoja las instalaciones no deberá tener las mismas dimensiones que si de una explotación ganadera se tratase, pero sí se debe crear un ambiente óptimo con “la temperatura y humedad”. 

Gresa enumera que para el momento de la cría del Tenebrio Molitor se necesitan “bandejas, una cribadora o lo que se llama cajón de reproducción”. Y es que el proceso de vida de esta especie empieza al salir del “huevo en forma de larva” para terminar siendo un “escarabajo” y comenzar de nuevo el ciclo -dura aproximadamente 90 días- cuando ponen los huevos. 

Just Bugs es el reflejo de las empresas especializadas en el gusano harinero y dentro de su nave cuenta con maquinaria esencial para este trabajo. Más allá de los sistemas que permiten controlar las condiciones externas como es una “cámara acondicionada” cuentan con un horno, que encienden un tiempo a unos grados determinados, para obtener el producto deshidratado. Si la venta se hace en harina debe someterse a un paso más y se muele a través de “un molino” para conseguir ese polvo fino. 

Esta modalidad de empresas se ven como “una inversión de futuro” y más porque en el “plan de viabilidad” de Just Bugs calcularon que en el cuarto año “lograrían” estar al 100%. En el momento en el que esto se consiga, que será en poco más de un año, valoran que de acuerdo al tamaño de sus instalaciones producirán 12 toneladas de Tenebrio Molitor al año. Durante su periodo de actividad han vendido a España, pero no descartan salir al extranjero si hay una mayor demanda y alertan de que quienes vendan insectos deben estar preparados para ello. “Nuestra página web está traducida en varios idiomas y ya se ha hecho con la idea de vender a Europa”, añade Gresa. 

Las “granjas” de insectos no entienden de geografía y se encuentran en grandes ciudades o en pueblos como Cuevas de Almudén con 149 habitantes. Aquí Just Bugs, al igual que en otras empresas, cuenta con un laboratorio donde investiga para desarrollar su producto y quién sabe si en un futuro empezar a trabajar con otra clase de insectos. Algo que sí tienen claro desde el sector es que “a corto plazo” los insectos van a formar parte de la alimentación humana y por eso una de las iniciativas de Gresa pasa por hacer catas, por ejemplo, de chocolates con Tenebrio Molitor. Su sabor es similar a la “harina”, aunque se le pueden poner distintos aromatizantes para transformarlo. “Esta industria de los insectos lleva varios años, sigue creciendo y le queda mucho más. Poco a poco vamos creando uniones entre las empresas que ya existimos y puede ser el inicio de un gran cambio”, concluye uno de los creadores de la primera granja de insectos en Aragón.

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