Palabras huecas
Las mismas frases huecas repetidas durante un día entero sin que exista posibilidad de no escucharlas. Todo a 43 grados sol y sombra. Sólo son frases para saber que estamos vivos y quizá que alguna vez tuvimos algo que decirnos, algo de contenido.
Contenido querría decir que la palabra actúa sobre el mundo, el inmediato, el remoto, el futuro y sus pasados. Que alguien la procesa, la interpreta, la rebate, la asume, la reenvía...
El contenido, en condiciones extremas, es peligroso: fácil de confundir y provocar susceptibilidades y conflictos gratuitos, que son los peores.
Frases funcionales que no funcionan, repeticiones, mantras vecinales de ascensor o huerto o metro o bus o atasco, frases que a veces sólo son miradas, el vacío en signos aleatorios, confusión de lenguas, leves sentimientos amortiguados por la densidad.
Densidad del aire, de la temperatura, del humo invisible, de las humedades, del inasible éter, de las supercuerdas, de las sustancias, moléculas recién creadas que llegan en todos los formatos… incluso las fórmulas pululan.
La escritura nos salvaba en tiempos pero ahora se ha derretido la tinta indeleble y el abuso de metáforas traba el horizonte. Ellas mismas se anulan, se buzan.
Cayó un edificio de un día para otro, apedregó y se asó el cereal.
Frases repetidas que no significan nada pero sirven para saludar. El no decir nada es un protocolo de emergencia, cuando todo está a punto de implosionar hay que subir el aire acondicionado si es oficial; al menos los ordenadores que nos contienen que no se incendien como autobuses. Hay ciudades en llamas intermitentes y otras con rescoldos vivos. Mejor esperar a ver. La sentencia en general debe de estar a punto de salir. Hay ciudades donde nunca limpian las calles y ciudades donde rara vez funcionan los parquímetros.
La quietud alivia el calor, siempre que no se condense la iracundia por dentro y pete el cableado, también se puede incendiar el cerebro en seco. Visitas restringidas a las autoinculpaciones. Ojo al bucle sin sentido: a fuerza de repetir acaba por tenerlo.
Se ha demostrado que pensar eleva la temperatura del entorno y que escuchar es peligroso si quien habla no se atiene al protocolo de no decir nada. Eludir el significado es la primera regla de higiene, como cuando había que llevar tapabocas.
Es lógico que vuelva la mística, el chamán, el imán y hasta el cura de siempre, puesto que el ventilador no refresca y el horizonte se nos viene encima como si alguien estuviera enrollando el hule del paisaje para recoger las cosas. El mantra se impone.
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