Una fecha para las altas capacidades: “Hay muchos mitos que no nos hacen justicia”
El día de las altas capacidades intelectuales no está señalado oficialmente como el 14 de marzo ni en España ni a nivel internacional hasta el momento. Sin embargo, sí existe la necesidad de instaurar una fecha que reivindique a este colectivo. Por eso se propuso esta fecha por parte de varias entidades nacionales e internacionales relacionadas a las altas capacidades (AACC): para dar voz a aquellas personas que las poseen.
¿Por qué ese énfasis en asignar una fecha en el calendario? Entre otras cuestiones, “por la importancia de que se reconozca cada vez más a un perfil de estudiantes que requiere de un sistema eficaz de detección temprana y, por ende, la prevención de dificultades por falta de hábitos de estudio”, señala Teresa Millán, psicóloga y especialista en altas capacidades de referencia en Aragón.
En la actualidad, países como El Salvador lo han declarado día nacional. En Estados Unidos, en la Universidad de Kentucky, se propuso para el 10 de agosto, el mismo día que Perú escoge para dar visibilidad a niños superdotados y talentosos. En Argentina también fue designado el 25 de junio. Estas últimas fechas en periodo vacacional no han sido contempladas en nuestro país, añade la experta.
Se eligió el 14 de marzo entre otros acontecimientos por ser el Día Internacional de las Matemáticas; por el nacimiento de figuras relevantes como Albert Einstein, Johann Strauss, Akira Joshizawa, Simone Bailes o Pedro Duque; y la muerte de Karl Marx o Stephen Hawking entre otros.
¿Cómo viven los adultos las altas capacidades?
Por otro lado, para los adultos con esta condición también es necesario reivindicar su colectivo con un día especial. “No se trata de la idea habitual de que son más inteligentes, sino porque de repente se entienden a sí mismos. Son cada vez más los que se acercan a consulta en los últimos 5 años y piden realizar la evaluación de alta capacidad”, resalta Millán.
Son muchas las especulaciones al respecto de quienes son detectados con altas capacidades, sobre todo en la edad adulta. “Son personas que no son de notas muy buenas o de matrícula de honor en la universidad, sino más bien aquellas que se habían sentido raras, distintas o incomprendidas, inclusive en la familia”, asegura la experta. Además no llegan con la certeza absoluta de que son portadores de tal rasgo, sino más bien buscando un sentido a su identidad, prosigue.
Tener una alta capacidad no es sinónimo de ser mejor que los demás, sino que supone tener un cerebro que piensa más rápido y con más profundidad, y “esto es un potencial que lo hace diferente”, explica Millán. “Cuando vienen a por ese diagnóstico lo hacen más bien con vergüenza, no creyendo que son tan listos sino diferentes, buscando una explicación a su diferencia.”
Dan y Neo cuentan su experiencia
“Podría decirse que es encontrar mi lugar”, asegura el turolense Dan Prior en referencia al momento en que descubrió, con más de 30 años, que tenía altas capacidades intelectuales. Ocurrió un día durante la pandemia escuchando una conferencia sobre el tema: le resonó y decidió hacerse la prueba de detección que lo valida. Desde niño se sentía “diferente, apartado en muchas ocasiones, que no encajaba”. Su infancia transcurrió en un pequeño pueblo turolense y desde entonces se sentía fuera de lugar, confiesa. Siempre estuvo buscando por qué no lo entendían o si el problema era él. Entoces –casi tres décadas atrás- pensó que era por su orientación sexual y buscó apoyo en grupos sociales afines, pero sentía que tampoco pertenecía allí.
Gracias al diagnóstico reconoce que su vida cambió: “No pienso que haya que hacer las pruebas para saber cómo eres, pero en mi caso sí fue de gran ayuda”. Ese fue el punto de partida de una búsqueda incesante de información para identificar patrones de comportamiento y cómo afrontar el día a día, sus relaciones interpersonales y su propia visión sobre el Dan de toda la vida. Hoy es un gran profesional del audiovisual y su currículum lo avala, trabaja como compositor de efectos visuales y vive en Londres, desde donde ha trabajado en series como Black Mirror (Netflix) o True Detective (HBO).
En ese mismo sentido está el caso de Neo, de Zaragoza, quien conoció sus dotes hace apenas tres años en su búsqueda incesante de “quién soy”: “Siempre me había sentido rara, diferente al resto, y trataba de encontrar un grupo donde encajar. Primero pensaba que era ser artista, y me fui a estudiar Bellas Artes, pero incluso entre artistas yo era rara. Luego pensé que era porque era bisexual, y me junté con personas LGTB+; pero, aunque me sentía comprendida en ciertas cosas, seguía sintiéndome diferente. Con lo trans tampoco acabé de resolver este dilema”.
Como es típico de personas con altas capacidades, sobre todo adultos, les apura reconocer su valía ante los demás por miedo a ser juzgados incorrectamente: “Recibir esa validación externa que necesitaba fue de gran ayuda en ese momento para legitimarme y decir en voz alta ”¡soy cebra!“. A nivel personal, le impactó de manera positiva para aceptar su sensibilidad, su intuición y la confianza en su criterio: ”¡Ahí es nada! Aquella frase lapidaria de mis padres, que me decían que tenía que ser “normal”, igual al resto… dejó de pesar sobre mí“.
Neo insiste desde su experiencia en “animar a todas las personas que resuenen de alguna forma con las cualidades de las que hablamos, a que se informen sobre las altas capacidades, porque hay muchos mitos que no nos hacen justicia y, si es el caso, conocer su condición puede dar respuestas a muchas de sus preguntas”, afirma.
Por su parte, la experta considera que lo más significativo para una vida lo más sana posible es conocerse por dentro y, desde ahí trabajar la autoestima, identificando las señales y si es necesario buscar ayuda.
Estos testimonios de vida son la expresión más alta de una necesidad viva de garantizar una detección temprana de los niños y niñas del ahora. Son, además, la prueba fehaciente de una parte de la sociedad que existe y reclama su lugar, también en el calendario: el 14 de marzo.
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