La brigada de las rebeldes rojas de Zaragoza: arte, emoción y activismo que dejan una “huella eterna”
La Red Rebels Brigade –traducido, Brigada de Rebeldes Rojas– son un fenómeno cultural internacional que lanza un grito de auxilio ante la desgarradora crisis climática y las causas que la agravan, y cuya reivindicación alcanza ya otras emergencias sociales. El movimiento se basa en un espectáculo de figuras femeninas al aire libre con un vestuario singular de color rojo para representar el dolor de la tierra y las especies en extinción. En España, este colectivo tiene su máxima representación en Zaragoza, donde se suceden las apariciones en actos reivindicativos frente al genocidio en Gaza o contra la tala de árboles en la capital aragonesa.
“La iniciativa surgió en el 2021 en el contexto de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, donde compañeras activistas caminaron durante un mes en la Marcha a Glasgow. Allí vieron por vez primera en directo una actuación de las Red Rebels. Quedaron enamoradas de aquella visión y quisieron traerla. Así fue como nació la Brigada en Zaragoza”, relata uno de sus fundadores, Juan Valiente.
El activismo en este formato disruptivo surgió en 2003 en el Reino Unido. “Fue impulsado por Doug Francisco y Justine Squire, los directores creativos de ‘The Invisible Circus’. Ellos fundaron la primera Red Rebel Brigade basándose en ‘performances’ antibelicistas de los años noventa muy semejantes a estas, en las que las activistas se vestían de blanco y caminaban meditativamente para apoyar las manifestaciones contra la guerra de Irak”, explica Valiente.
La bondad del proyecto no solo tiene que ver con su misión, sino con el principio de cooperación hacia quienes defienden los mismos ideales: “Desde la creación de la primera brigada, nuestra particularidad ha sido en convertirnos en un movimiento universalista y descentralizado, no en un producto o una obra de autor. Por ejemplo, la información técnica de cómo confeccionar trajes, cómo vestirse, qué maquillaje utilizar y cuáles son los pasos principales los ponemos a disposición gratis en tutoriales online para apoyar e inspirar a otras personas a sumarse a este lenguaje de acción”, añade el integrante.
El punto de inflexión para el comienzo de estas actuaciones en público lo ha marcado el contexto mundial, según refieren los coordinadores del grupo local, Pilar Trujillo y Juan Valiente: “Sentimos que vivimos en un momento crucial de la historia debido a la emergencia de la crisis climática y al auge de gobiernos que denuestan los valores afectos a la naturaleza, y la diversidad de las miradas que conviven entre los seres humanos”.
El objetivo fundamental de la brigada es comunicar con pasión, mensajes inspiradores y evocadores que hagan que las personas tomen conciencia de sus desafíos y actúen en consecuencia. Para cumplir con esta premisa y activar valores en los espectadores, Valiente expone: “Utilizamos el arte, la presencia y el silencio para reflejar emociones, hay una necesidad latente de contribuir a pequeñas dosis desde diferentes partes del planeta, con más compasión, generosidad y agradecimiento”.
En Zaragoza
En Zaragoza, las intervenciones no han sido solo por causas ecologistas, sino también en apoyo al pueblo palestino. Esta última fue una actuación que clausuró la manifestación multitudinaria del 26 de septiembre en la plaza de España. La actuación de las Red Rebels representó la sangre derramada de todos esos niños que han muerto por el genocidio de Israel en Gaza.
Mientras, su última presentación fue el 24 de octubre en la plaza del Pilar con motivo de la concentración climática convocada por diversas organizaciones como Salvemos Los Pinares de Venecia, Zaragoza No Se Vende, Alianza por la Emergencia Climática de Aragón entre otras. El lema central: ‘Ni un árbol menos, ni un grado más’. Con esta, son ya dos apariciones de la brigada en menos de dos meses.
Desde el punto de vista escénico, el bailarín e integrante de las Red Rebels de Zaragoza Gonzalo Catalinas explica el esfuerzo que hacen para preparar la puesta en escena: “Hemos creado laboratorios de danza ‘butoh’, en casas ofrecidas por alguno de los participantes o en espacios como Casa Palestina. De esta manera aprendemos las coreografías, a preservar el estado de presencia y a la vez meditativo, a estar atentos a lo que pasa alrededor y a no perder el sentido transpersonal de estas entidades que encarnamos”. Asimismo, el artista resalta “el apoyo de los más veteranos para fortalecer la energía de grupo en aquellas personas que se quieran adherir sobre las bases éticas y estéticas”.
Por otro lado, subraya el papel de la improvisación: “Nunca sabes lo que puede pasar en una manifestación, pero hay que dejar de lado el ′personaje cotidiano′ para permitir que nuestras reacciones y la gestión del movimiento nazcan de un espíritu reposado y compasivo”.
La clave, según este artista, es poner de manifiesto el sentir de las causas que se defiende, y para ello usan “retablos vivientes que escenifiquen las emociones en conjuntos de posturas muy plásticas apoyados en la imaginería que extraemos de la rica historia de las bellas artes y el teatro”.
Se comparte todo: valores, tiempo y recursos.
Tras estos últimos cuatro años de apariciones, han compartido su vestimenta con otros grupos de activismo, como por ejemplo la Red Rebels de Valencia para la defensa de su territorio al hacer frente a la construcción de una autovía o a activistas de Huesca para impedir la tala de árboles en la ciudad.
“La decisión de dónde participar se fija por disponibilidad, ya que es un tiempo voluntario que retiramos de nuestros compromisos diarios, y nuestro corazón que nos alerta y nos llama a ponernos los trajes rojos”, aclara Valiente.
El artista expone la importancia que tiene para ellas como ‘rebeldes rojas’ impactar desde un sentimiento real: “Si un ‘performer’ no se transforma en escena, ¿cómo queremos que los espectadores se transformen con nosotros? Cuando te desnudas y postulas con entrega a una causa noble, la magia se desata. La conexión que llegamos a tener con adultos, niños y ancianos mientras actuamos es una experiencia que siempre se renueva y deja una huella eterna en el público y en los actores y actrices”.
Las brigadas no siempre cuentan con la reciprocidad del público. Debido a que son exposiciones callejeras, a veces se encuentran con la incomprensión o críticas al utilizar el lenguaje artístico y silencioso en las protestas. Así lo cuenta Juan: “Hemos tenido gritos de algún voceras desde lejos preguntando ‘¿estos de qué cofradía son?’ También algún chascarrillo de alguna persona en redes sociales, lo normal cuando te sales de la normalidad. Siempre vamos acompañadas de entre dos o cuatro personas que nos hacen indicaciones coordinadas con la organización de la manifestación.”
Quién puede ser una ‘rebelde roja’
El perfil de los integrantes que conforman la Brigada es heterogéneo: “En la actualidad somos 25 integrantes, la mayoría provenientes del activismo ecológico, otros de campos artísticos como el teatro. Es una diversidad que no sólo beneficia la calidad de las apariciones, sino al crecimiento personal de cada uno” afirma Valiente.
Basada en esta ideología, la brigada está abierta a personas que sienten la vocación por la defensa de determinados valores afines. Actualmente, también las integra personal de apoyo, como por ejemplo fotógrafos. La brigada posee once trajes que pone a disposiciones de quien lo necesite. Y como afirma el activista: “El crecimiento es por medio de la acción y de la afinidad con círculos cercanos. No tenemos grandes aspiraciones, sólo aportar nuestro grano de arena a la justicia climática y social”.
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