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Miguel Mena: “Hacer programas en directo me daba la vida”

El periodista Miguel Mena.

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

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“Parafernalia”, “Estudio de Guardia”, “La calle del dinero”, “A vivir Aragón”, “La ventana de Aragón”… 38 años de radio en la Cadena SER en Aragón dan para mucho. Miguel Mena (Carabanchel Alto, Madrid, 1959) acaba de decir adiós a casi cuatro décadas al frente de programas radiofónicos de todo tipo, desde los musicales a la economía, pasando por la cultura y la conexión directa con los oyentes. Como él mismo dice, cuelga los cascos, pero no cuelga las botas.

¿Con qué se queda después de 38 años de radio?

Tengo un recuerdo de hace ya bastantes años, que es cuando se fue de la radio Mari Carmen Pino, que le preguntaron lo mismo. De hecho, se lo preguntó Juanjo Hernández, en la despedida que le hicimos en antena. Ella contestó que se quedaba con el cariño de la gente. Juanjo le dijo: “¿Sólo con eso?”. Ella respondió: “¿Te parece poco?”. Eso se me quedó grabado y ahora lo he constatado. Es totalmente cierto, con lo que más te quedas es con el cariño de la gente porque la radio crea auténticos lazos familiares con los oyentes.

¿Hay algo que le gustaría haber hecho y se haya quedado en el tintero?

En mi época de “Estudio de guardia”, me hubiese gustado haber dispuesto más a menudo de una unidad móvil. Es una cosa que siempre eché en falta. Más adelante, en la radio hubo más salidas de la unidad móvil, pero en mi momento se usó poco, no sé muy bien por qué, por problemas de disponibilidad. Pasé muchos años y siempre lo eché en falta. De hecho, acabé saliendo yo con un teléfono móvil, cuando empezó a haber móviles, para hacer un espacio que se llamaba “El testigo”, empezando el programa en algún sitio que hubiesen nombrado los oyentes el día anterior.

No sorprende que diga eso, porque puede presumir de haber recorrido cada rincón de Zaragoza y de Aragón...

Empecé en musicales; entonces, me movía en los ámbitos de musicales y en la noche de Zaragoza. Cuando me incorporé a “Estudio de Guardia”, en el 88, lo primero que hice es que cada fin de semana, me dedicaba a recorrer la ciudad. Me iba con la bici a diferentes sitios y me recorría la ciudad. Poco a poco fui haciendo eso mismo en todo Aragón. Lo de la ciudad fue obsesivo: quería ir a todos los sitios que nombraban y conocer todos los barrios. Lo de Aragón ha sido más poquito a poco, pero durante años seguí aprovechando el fin de semana para recorrer sitios, sí.

¿Cómo han cambiado Aragón y Zaragoza en estos años?

Zaragoza, una barbaridad. La Zaragoza a la que yo llegué en 1983 era todavía una ciudad heredada del desastre urbanístico del franquismo. Recuerdo cosas que ahora serían impensables: esos enormes solares en el centro de la ciudad; por ejemplo, lo que es ahora la Biblioteca de Aragón. Todo aquello era un solar donde aparcábamos para ir de copas a Doctor Cerrada. O el entorno de La Seo, que era horroroso; los coches se aparcaban pegados a los muros de atrás de la catedral. Presencié un atraco allí, me acuerdo perfectamente... El puente de Piedra tenía muchísimo tráfico en dirección de entrada a Zaragoza. La ciudad estaba desmadejada, destartalada. De hecho, el primer Ayuntamiento democrático apenas llevaba cuatro años e iban poco a poco recuperando la ciudad. Era una ciudad completamente distinta. Las riberas del Ebro eran un desastre.... Zaragoza, en mi opinión, la comparo con Bilbao, que son dos ciudades que estaban muy afeadas por años de desastre urbanístico. Zaragoza ha cambiado de forma espectacular.

¿Y Aragón?

Han cambiado muchas cosas… las comunicaciones, sobre todo. El cambio es que ahora es más fácil moverse por Aragón, muchísimo más; la diferencia es notable. Muchos lugares también han mejorado notablemente. Cuando he hecho los viajes en bicicleta, he comparado cómo están los sitios 25 años después. Teruel capital, por ejemplo, me parece otro caso de ciudad que ha mejorado. O Alquézar: tengo fotos del año 91 y actuales y no se parecen apenas; se ha recuperado todo, se ha embellecido. Albarracín tampoco estaba como lo vemos ahora, se ha llevado a cabo un gran trabajo para recuperar las cosas y uniformar todo. Pero, por otra parte, hay muchos sitios que he visto cómo se iban quedando vacíos. Eso sigue siendo un problema, claro.

¿Cómo ha cambiado la radio en estos 38 años?

Madre mía… En sustancia, todavía no ha cambiado tanto; creo que el gran cambio lo va a dar ahora. La radio ha seguido siendo la que era cuando yo entré de programas en directo, de información y de cercanía al ciudadano. Lo que ha cambiado mucho la radio en mi época ha sido técnicamente. El cambio es espectacular: yo entré en una emisora en que utilizábamos discos de vinilo, casetes para ir a grabar ruedas de prensa, máquinas de escribir y un teletipo que estaba en la redacción todo el día escupiendo noticias. El cambio técnico, para mí, ha sido impresionante. Sin embargo, en sustancia, la radio si te fijas, no ha cambiado tanto. Yo empecé haciendo “Estudio de guardia” y ese programa todavía se sigue haciendo. Los programas siguen la estela de lo que era la radio de los años 80, por supuesto, muy modernizados. Ahora es justo cuando pienso que la radio va a dar el gran cambio hacia el formato podcast. Ya no se va a escuchar tanto la radio en directo, se va a hacer mucho más radio de grabación.

¿Eso tiene más ventajas o inconvenientes?

A mí, para escucharlo me da un poco lo mismo. Sigo siendo muy adicto a la radio. Me imagino que la gente, en determinados horarios del día, sobre todo, en el matinal, necesitamos esa radio fresca, del momento, de lo que está pasando. Pero, claro, estoy pensando que esta tarde me he quedado sin escuchar “Todo por la radio”, que me gusta mucho y es estupendo buscar el podcast para escucharlo después. Por eso, como consumidor de radio, creo que va a traer ventajas, siempre que se mantenga la radio fresca, sobre todo, de por la mañana, que tiene que seguir pegada a lo que está pasando. Esto, como oyente, que voy a seguir siéndolo, porque lo he sido desde niño. Como realizador, a mí nada me sustituye el hablar en directo. A mí ha gustado siempre hacer los programas en directo, es lo que me ponía en tensión y me daba vida, lo que me ponía a mil por hora. No te digo ya cuando los programas eran en exteriores, claro.

Y, en general, ¿el periodismo ha cambiado mucho?

Si tengo que hablar del periodismo en general, hecho una lagrimica por la prensa en papel. He sido muy consumidor de la prensa en papel y ahora, como todos, cada vez voy más a Internet. El buen periodismo se sigue haciendo, lo que pasa es que hay que expurgar muy bien, hay que buscar lo que ofrece más puntos de vista, que es lo que más me gusta. También veo que hay mucha contaminación de lo que se empezó llamando “periodismo ciudadano”, las redes sociales; al final, algunas cosas las pongo en cuarentena. Se hace buen periodismo, hay mucha más oferta. Lo que me apena un poco es que, aunque siempre hemos sido lectores de un periódico u oyentes de una emisora de radio, creo que ahora las audiencias están todavía más compartimentadas. Creo que la pluralidad de puntos de vista siempre enriquece. Como oyente y lector, me gusta.

¿Animarías a los jóvenes a meterse en esta profesión?

Claro que sí. Animaría a un conocido o a un joven porque yo he disfrutado muchísimo y estoy seguro de que se puede seguir disfrutando. Lo que pasa es que animaría, sobre todo, a las empresas a tratar mejor a esos jóvenes. Me da la impresión de que no les están tratando demasiado bien.

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