Rechazo vecinal a una granja porcina en el entorno de los Mallos de Riglos: “Pone en riesgo nuestro paisaje”

Candela Canales

9 de noviembre de 2025 22:40 h

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El proyecto para instalar una granja porcina en el término municipal de Las Peñas de Riglos ha desatado una fuerte oposición vecinal en la zona. La instalación se ubicaría en las inmediaciones de Concilio, una pequeña pedanía situada junto a la estación ferroviaria del mismo nombre, en el límite con Murillo de Gállego y a escasa distancia del Monumento Natural de los Mallos de Riglos, uno de los paisajes más icónicos y visitados del Prepirineo aragonés.

La iniciativa ha sido recibida con sorpresa y preocupación entre los vecinos, que aseguran haberse enterado del proyecto el pasado mes de agosto, cuando el Ayuntamiento de Las Peñas de Riglos realizó una consulta urbanística para comprobar si sería posible su instalación. “Se preguntó al Ayuntamiento, se hizo una reunión y nos aclararon que solo era una consulta urbanística, que no había proyecto todavía, pero se dio una respuesta positiva porque según las ordenanzas no había pegas”, explica Jorge González, portavoz de la plataforma 'Riglos sin granja porcina' y vecino de Concilio, donde regenta un alojamiento rural. El proyecto está promovido por la empresa Agrícola Miramonte S.L., que ha asegurado a este diario que se se “ciñen” a la ley y que si reciben la aprobación seguirán adelante.

Lo mismo sostienen desde el Consistorio de Las Peñas de Riglos. Juan Francisco Torralba expone que, por el momento, se está tramitando: “Una vez que se vea si el proyecto cumple los criterios, se elevará a otros organismos como la CHE, el Inaga o Patrimonio” y que el Ayuntamiento no está “ni a favor ni en contra”: “Si cumple los requisitos, los cumple y, si no, se le requerrirían medidas correctoras o se rechazaría”. En cuanto a la oposición vecinal considera que “no todo el mundo está en contra” y que hay “diversidad de opiniones”.

Desde el verano, el malestar vecinal ha ido en aumento. En apenas unas semanas, la plataforma ha reunido firmas y ha organizado reuniones informativas, carteles y charlas en los pueblos afectados. En su manifiesto, los vecinos subrayan que “Riglos y sus famosos Mallos son un Monumento Natural sobre el cauce del río Gállego. Aquí vivimos y trabajamos cientos de personas, y nos visitan miles cada año para caminar, escalar y disfrutar de este paisaje tan espectacular y singular”. Advierten de que la macrogranja “contaminaría un agua de boca ya vulnerable y atentaría contra el medioambiente, la salud del vecindario y la economía turística del territorio”, y alertan de que sus consecuencias serían “tan graves como si se instalara una granja de cerdos en las puertas del Parque Nacional de Ordesa”.

La preocupación tiene también raíces en la experiencia previa. González recuerda que desde 2011 ha habido varios episodios de contaminación del agua potable vinculados a vertidos de purines en la zona. “Los que nos contaminaron el agua son los mismos que ahora solicitan abrir esta instalación”, denuncia. Según explica, las mediciones realizadas por los propios vecinos —y confirmadas por el Seprona— revelan niveles elevados de nitratos en el agua, motivo por el que muchos habitantes de Concilio han dejado de consumir el agua de boca del pueblo. “Nos dijeron que no es apta para el consumo”. Según expone, el origen de esa contaminación sería el abono de los campos cercanos.

El impacto paisajístico y ambiental es otro de los argumentos que esgrimen los opositores. La futura explotación se situaría a apenas un kilómetro del núcleo de Concilio, en la zona de entrada a los Mallos, y cerca del barranco de Concilio, un enclave con abundante fauna y flora. “Es un lugar de una riqueza natural enorme. La contaminación empieza precisamente donde esta empresa tiene los abandonados”, asegura González. Además, añade, las distancias con las viviendas de la zona son “muy escasas y discutibles”. Aunque muchas de las casas están diseminadas y no forman un núcleo formal: “Son unas treinta o cuarenta, y aunque su situación legal es compleja, como personas les va a afectar igual”, apunta.

El temor de los vecinos es que la instalación —por su tamaño y características— degrade un paisaje emblemático y perjudique la principal fuente económica de la zona, basada en el turismo rural, la escalada y las actividades al aire libre. “Concilio es un punto muy icónico, la gente viene a pasear, a escalar, a desconectar. Nos parece un atentado a la sensibilidad de mucha gente. En Aragón ya hay tantísimas granjas y esta zona se había salvado. Estamos asustados”, confiesa el portavoz de la plataforma. “Esto, en lugar de fijar población, la espanta”.

La preocupación se extiende también a las implicaciones entre municipios. Aunque la granja se ubicaría en el término de Las Peñas de Riglos, el impacto afectaría directamente a Concilio, que pertenece a Murillo de Gállego. La plataforma advierte que el terreno donde se proyecta la explotación está aguas arriba del pueblo, lo que incrementa el riesgo de contaminación del acuífero. “Si ponen la granja arriba, el acuífero va hacia abajo”, resume González. Por eso, reclaman que los ayuntamientos de Riglos y Murillo actúen de forma coordinada y extiendan sus ordenanzas de protección del agua y prohibición de uso de purines.

La empresa promotora, Agrícola Miramonte S.L., defiende que el proyecto se ajustará estrictamente a la normativa y que no existe motivo para oponerse mientras se cumpla la ley. “Cada uno es libre de tener su opinión. Mientras nos ciñamos a la ley y a la normativa, es lo que hay. Si se puede hacer, se hará”, señalan sus responsables, que afirman ser personas del territorio que buscan poder vivir y trabajar en el pueblo. Por el momento, el Ayuntamiento de Murillo no ha respondido a los intentos de contacto por parte de este diario.

Mientras tanto, la plataforma continúa recabando apoyos y preparando alegaciones que presentará ante el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA) cuando el expediente llegue a ese organismo. También han mantenido reuniones con la CHE, el Instituto Aragonés del Agua y otras administraciones, a las que piden que analicen con detalle el impacto ambiental y sanitario del proyecto. “Nos parece una catástrofe que en pleno monumento natural se instale una granja porcina. Este paisaje es nuestro mayor valor, y estamos dispuestos a defenderlo”, concluye González.