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Donar, reparar y abrazar: Zaragoza le da la vuelta al consumo y lucha contra la exclusión social

Nancy junto a personal de 'Le damos la vuelta'

Naiare Rodríguez Pérez

11 de julio de 2025 00:40 h

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En pleno centro de Zaragoza, se esconde una tienda donde los objetos tienen segunda vida y las personas también. Donde un carrito de bebé usado se convierte en vehículo de esperanza y un pelele que ya no sirve para uno abriga con dignidad a otro.

Ese lugar es ‘Le damos la vuelta’, una empresa de inserción social que, desde hace más de una década, demuestra que la economía circular puede latir al ritmo de la solidaridad.

Una iniciativa con alma

La historia comienza en 2011, cuando un grupo de mujeres decidió desafiar dos urgencias: la exclusión social y el consumismo desenfrenado. En este caso, fue la primera empresa en Aragón dedicada a la recogida, restauración y vente de artículos infantiles.

“La iniciativa nació de un grupo de mujeres con la necesidad personal y comunitaria de empoderar a familias o colectivos en riesgo de exclusión, ofreciendo un trabajo digno y la posibilidad de cubrir las necesidades de la infancia de una forma íntegra”, explica María José Martín, directora del proyecto.

Y sus principales retos los alcanzan mediante una atención personalizada, así como contemplando las necesidades económicas y socioculturales de los clientes y a través de la economía circular.

Hoy, bajo el paraguas de la Fundación Itaka Escolapios, ‘Le damos la vuelta’ es mucho más que una tienda. Se construye como una red que une donantes, voluntariado, servicios sociales y tres trabajadoras en proceso de inserción que lo dan todo por cada prenda y cada historia.

Una historia que une Honduras y España

Una de estas historias es la de Nancy Aguilar, originaria de Honduras, quien llegó a España hace cuatro años con su marido y sus dos hijas como solicitantes de asilo internacional.

Mientras esperaban la documentación, acudió a servicios sociales en busca de apoyo. “Me recomendaron hacer cursos y buscar empresas de inserción laboral. En uno de esos cursos, ya con papeles, surgió la oportunidad de empezar en ‘Le damos la vuelta’”, recuerda.

Desde entonces han pasado dos años y medio y, aunque la ley la obliga a finalizar este trabajo al alcanzar los tres años, ella siempre dirá que “este proyecto le ha dado la vuelta a todo”.

“Al principio no podía entrar a cualquier empresa porque no tenía mis estudios homologados ni experiencia ni contactos. Pero aquí se me abrieron las puertas del mundo laboral y se ha dado la vuelta a mi vida y a mi situación familiar”, reconoce.

Al mismo tiempo, apunta que se enamoró “desde el primer día” de la filosofía del proyecto, ya que ella siente que “es una forma de devolver lo que un día me dieron”. “Siento que ahora estoy del otro lado, ayudando a quienes llegan como yo llegué. Los trato como a mí me trataron”, asegura.

El valor de cada gesto

Este equipo, multidisciplinar y amplio, trabaja cada día para concienciar a la sociedad de que “esto no solo es posible sino necesario”. Además, Martín reconoce que les gusta trabajar esta idea desde la infancia para que “sean conscientes de esta realidad e integren de forma natural la donación, la reutilización y la compra de este tipo de productos”.

En este sentido, recuerda que llevan a cabo talleres y colaboraciones con centros educativos donde los niños llevan sus juguetes, reflexionan sobre el consumo responsable y ven cómo sus objetos cobran nueva vida.

“Es importante que ellos participen en el proceso, que no se despierten un día y vean que algo ha desaparecido. Es mejor que lo donen, lo vean en el escaparate y se sientan orgullosos de ayudar”, explican desde ‘Le damos la vuelta’.

Tienda le damos la vuelta

En el caso de los productos que llegan a esta pequeña gran empresa no solo se limpian y reparan, sino que se celebran. De hecho, para ellas, cada donación es “un tesoro” y un gesto que puede cambiar una vida.

“Cada donación se transforma en una oportunidad gracias a mucho esfuerzo, trabajo, amor y educación en valores. Trabajamos el producto, acompañamos a nuestras trabajadoras y ponemos en valor esa donación y a las personas que colaboran con nosotras”, explica Isabel Macía, desde la gestión.

A esto, suma que “todas las donaciones se reciben con el mismo respeto”, ya que “lo que para una persona puede parecer inservible, para quien lo dona, quizás tiene un valor emocional”.

De este modo, explican que en el organigrama de la entidad “cada persona es consciente de cuáles son sus funciones y sus responsabilidades”, pero “sobre todo somos un equipo circular y el eje central son las trabajadoras”.

“Compartimos risas, preocupaciones, vivencias, cariño… en definitiva, compartimos vida”, valoran desde su tienda en la Avenida de César Augusto de Zaragoza, donde se llevan a cabo las entregas sociales. “Aquí no hay nada que no pondríamos a nuestros hijos o sobrinos”, advierten.

Cambio de perspectiva

Con una apuesta firme por el futuro sostenible, el cuidado del planeta y los valores de solidaridad y cohesión social, desde ‘Le damos la vuelta’ consideran que “se ha producido un cambio a mejor respecto a la conciencia de consumo responsable y la reutilización de productos”.

En un momento en el que el fast fashion inunda las redes y las compras compulsivas siguen marcando el pulso del consumo, este proyecto desafía otro tabú: el que asocia la segunda mano con lo de menor valor. “Sí que se está normalizando la comercialización y el consumo de artículos de segunda mano”, reconocen, pero advierten que “vivimos en una sociedad consumista y hay que mantener un enfoque real a este respecto”.

“A mí es que me da igual que esté usado mientras se conserve bien. En mi casa siempre se han pasado ropas de unos a otros y no ha importado cuántas veces se hubiera utilizado algo”, apunta la zaragozana Ainhoa Sanmartín, una vecina del barrio de Torrero que disfruta, cuando baja al centro, de entrar a tiendas como esta.

Del mismo modo, añade que “no solo están las tiendas, sino que también ahora está muy de moda el Vinted”, donde asume haber comprado “alguna vez”. “También he ido a eventos y rastrillos de cosas de segunda mano. A mí me parecen un acierto”, explica.

Pero de vuelta a la entidad, desde ella creen en una “economía más justa, humana y sostenible” porque, al elegir ropa y artículos de segunda mano, “no solo reduces el impacto ambiental del consumo, sino que también apoyas la inserción laboral de personas en situación vulnerable”.

Un producto, mil historias

Y entre las historias que se construyen desde ‘Le damos la vuelta’, recuerdan una que nació en un autobús.

“Una persona que colaboraba con nosotras conoció en un viaje hacia Pamplona en autobús a una mujer en depresión desde hacía tiempo y que no sentía motivaciones. Al escucharla, descubrió que lo que le llenaba era tejer para recién nacidos, pero no tenía a quién entregárselos”, comparten.

Por ello, desde hace más de ocho años, tienen sus artículos en tienda y los incluyen en todas las canastillas que les derivan desde servicios sociales. En este sentido, añaden que “nuestra tejedora es abuela de canastilla de gran cantidad de niñas y niños de Zaragoza, a los que abraza con cada puntada”.

Al mismo tiempo que se aprende de este tipo de personas que encuentran “por casualidad”, desde la entidad afirman que se aprende de la generosidad de cada donante. “Cada artículo reutilizado cuenta una historia de dignidad, esfuerzo y esperanza”, agregan.

Zaragoza, aseguran, tiene ecosistema para sostener estas iniciativas, gracias a redes como AREI o apoyos como el programa ARINSER PLUS del Gobierno de Aragón. Pero todavía falta implicación ciudadana.

Por todo ello, piden a la ciudadanía a que se sumen al cambio: “Viste con sentido, consume con conciencia y apoya proyectos que transforman vidas”. Porque, tal y como destacan, la suma de donar y comprar obtiene un resultado claro: ayudar al cuadrado.

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