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El deporte para superar adversidades

Nicolás tiene 42 años y una medalla de oro en la prueba de 400 metros de atletismo de las Olimpiadas Especiales. Intelectualmente Nicolás no tiene más de 9 años, “gané porque corrí fuerte”, dice orgulloso. Por eso y porque cuando fue a competir a Irlanda en el 2003, el director del Hogar Teresa de los Andes, le prometió que “si ganaba el dentista le arreglaría los dientes” cuenta su entrenador, Wilfredo Mamani. “Cuando le hicimos el recibimiento en el hogar con una orquesta, la prensa y el resto de compañeros, él entró corriendo buscando al dentista”.

El deporte, y en concreto el atletismo, le cambió la vida a Nicolás. “Tenía 25 años cuando empezamos a entrenarle” continúa Mamani, “era un joven de unos 80 kilos totalmente sedentario y dependiente”. Además de su reducida capacidad intelectual y del autismo, Nicolás tenía una aguda hemiplejia y forúnculos por todo su cuerpo. “El médico nos dijo que era muy urgente hacer deporte con él, así que empezamos a caminar en grupo”. Cada día, Nicolás y Wilfredo van y vuelven trotando hasta Santa Cruz a unos 18 kilómetros desde el centro a pesar de su enfermedad cardiovascular.

Actualmente el equipo de deportistas del Hogar Teresa de los Andes está compuesto por unas 45 personas con parálisis, en sillas de ruedas o con deficiencias intelectuales. Un equipo de medallistas ya que “en Tajira conseguimos 8 oros, 3 platas y 5 de bronce en diferentes modalidades” recuerda orgulloso el profesor, “en La Paz, en 2002, nos trajimos 4 oros, 6 platas y 4 bronces”. Grandes logros en los campeonatos de clasificación para las Olimpiadas Especiales, de hecho, el año pasado, Nicolás estuvo a punto de volver a competir en la edición griega “aunque se llevó otra medalla de oro, no entró en la clasificación”.

Sandra es otra de estas atletas que llenan de orgullo a todos los trabajadores del Hogar Teresa de los Andes por su espíritu de superación a través del deporte. Con sus 45 años y serios problemas tanto en su sistema motor como en su visión, solo alcanza a ver entre 40 y 45 centímetros, Sandra ha ganado tres medallas de oro en 50, 100 metros en silla de ruedas y en lanzamiento de barras. “Su historia es dura” explica Wilfredo, quien también entrena a esta mujer de brazos fuertes y perfectamente definidos, ya que Sandra y su hermana Magdalena, con las mismas discapacidades en sus extremidades y en la vista, entrenaban e iban a competir juntas “hace cuatro años que Magdalena falleció”, sin embargo, Sandra no tira la toalla y volverá este septiembre a participar en nuevas pruebas atléticas.

“El deporte les dio una oportunidad para vivir de forma diferente” afirma Wilfredo Mamani con una gran sonrisa.

Nicolás tiene 42 años y una medalla de oro en la prueba de 400 metros de atletismo de las Olimpiadas Especiales. Intelectualmente Nicolás no tiene más de 9 años, “gané porque corrí fuerte”, dice orgulloso. Por eso y porque cuando fue a competir a Irlanda en el 2003, el director del Hogar Teresa de los Andes, le prometió que “si ganaba el dentista le arreglaría los dientes” cuenta su entrenador, Wilfredo Mamani. “Cuando le hicimos el recibimiento en el hogar con una orquesta, la prensa y el resto de compañeros, él entró corriendo buscando al dentista”.

El deporte, y en concreto el atletismo, le cambió la vida a Nicolás. “Tenía 25 años cuando empezamos a entrenarle” continúa Mamani, “era un joven de unos 80 kilos totalmente sedentario y dependiente”. Además de su reducida capacidad intelectual y del autismo, Nicolás tenía una aguda hemiplejia y forúnculos por todo su cuerpo. “El médico nos dijo que era muy urgente hacer deporte con él, así que empezamos a caminar en grupo”. Cada día, Nicolás y Wilfredo van y vuelven trotando hasta Santa Cruz a unos 18 kilómetros desde el centro a pesar de su enfermedad cardiovascular.