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Cómo rescatar de la basura un trozo de vidrio de 6 milímetros (y por qué no tiene sentido)

En 2018 Ecovidrio recicló 53.628 toneladas de vidrio rescatadas de la basura.

Clemente Álvarez

Hasta no hace mucho, era muy inusual recuperar una botella de vidrio que no se hubiese tirado al iglú verde. A diferencia de otros residuos más fáciles de rescatar de la basura mezclada (como metales o plásticos), lo habitual con el vidrio es que se rompa y se desperdigue en pequeñísimos trozos: resulta difícil de atrapar por su tamaño y por el riesgo de cortes. Por ello, la única posibilidad de recuperar una botella era que se mantuviese lo suficientemente entera para ser pescada sin riesgo en el triaje que realizan operarios a mano al principio de la cinta transportadora de algunas plantas de residuos urbanos.

Sin embargo, ahora sí es posible buscar entre la mezcla de la basura para rescatar trocito a trocito restos de botellas o tarros de vidrio. En las estadísticas de reciclaje presentadas este año por Ecovidrio aparecen 53.628 toneladas de vidrio recuperadas de esta forma, una cantidad que aún siendo solo un 6% del total reciclado, supone un aumento del 76% respecto de 2017. ¿Cómo se está consiguiendo rescatar ahora estos pequeños trozos de vidrio que antes no se podía?

Como explica Laura García Campo, directora técnica de Ecovidrio, con la nueva técnica que están aplicando 16 plantas de residuos urbanos del país se pueden recuperar ahora de la mezcla de basura trozos de vidrio incluso menores de 10 milímetros. “En teoría, si hablas con los tecnólogos, te dirán que los ópticos pueden recuperar hasta por encima de 3 milímetros. Pero ese es un límite teórico, nosotros hablamos de que entre 4 y 5 milímetros ya es difícil diferenciar lo que es vidrio”, incide.

Diferenciar un trocito de menos de 10 milímetros de una botella de vidrio con otro de un plato roto de porcelana, de una cerámica o de una simple piedra es importante, pues para volver a fabricar botellas se necesita que el material final que se introduce en el horno, el calcín, no tenga más de 50 partes por millón de materiales infusibles. Y esto tiene cierta complejidad cuando los trozos de vidrio están dentro de la sucia mezcla descargada por un camión de basura en una planta de residuos urbanos.

Esto no se puede hacer en cualquier instalación. Después de muchos análisis, los técnicos de Ecovidrio consideran que solo es posible en las plantas de basura que compostan, una vez que se ha realizado la criba de residuos más grandes y queda el material orgánico mezclado con pequeños inertes, entre ellos, el vidrio roto. “Ahí estaba nuestro vidrio machacado, ahí vimos el filón”, comenta García Campo, que explica que es en ese punto donde los sensores ópticos pueden diferenciar el vidrio, discriminando entre materiales opacos o transparentes. “Si es transparente es vidrio y si es opaco no lo es, así que sopla y lo expulsa”.

Muchos se estarán haciendo ya la pregunta: Si se puede hacer con máquinas con este grado de precisión, ¿por qué entonces seguir pidiendo a los ciudadanos que tiren el vidrio en los contenedores verdes? Parece ya bastante sinsentido tener que buscar los restos de botellas rotas trocito a trocito mezclados con la basura. No obstante, hay más argumentos que inciden en el absurdo de tener que recurrir a esta forma de recogida. Para empezar, si bien este sistema de rescate con ópticos en las plantas de residuos urbanos permite recuperar más del doble de vidrio que con el triaje manual, lo máximo que se puede rescatar hoy en día es un 60% del material que llega a las instalaciones.

Además, obviamente, esta mayor complejidad resulta mucho más cara. Como precisa la directora técnica de Ecovidrio, cuando un ciudadano tira una botella a un iglú verde, solo hace falta un camión que lo lleve a la planta de vidrio donde se convertirá en calcín para fabricar otra nueva. Esta recogida cuesta unos 50 euros tonelada en promedio.

En el segundo caso, cuando la botella se tira a la basura normal, primero hay un camión de recogida en cuyo interior se mezcla y compacta junto a restos de todo tipo. Luego, si no estamos en alguna de las zonas donde todavía se tira directamente a un vertedero, los restos de la botella llegarán a una planta de residuos. Y, si es una de las 16 del país en las que se han realizado las inversiones necesarias, es posible que los ópticos cacen los trozos de botella, pudiendo así reconducirla a una planta de vidrio y salvarla para una nueva vida. “En la planta de residuos urbanos estamos pagando solo por el tratamiento de ese material 70 euros por tonelada, pero hay que contar que ha habido una recogida de la basura que puede costar unos 40 euros tonelada, así que ya estamos sumando más del doble de coste”, recalca García Campo.

Ecovidrio vende ese material recuperado, pero incluso ahí saca mucho menos dinero que con el de los iglús verdes. Aunque no da cifras por considerarlo confidencial, la directora técnica explica que el vidrio que sale de la basura mezclada se vende a un precio muy inferior, pues al estar más machacado obliga a trabajar a las plantas de vidrio más despacio, a menos toneladas por hora.  

“Es un proceso bastante menos eficiente que cuando lo cogemos de manera selectiva, nunca llegaríamos a unas tasas de reciclado elevadas como ahora si fuéramos sacándolo solo de la basura”, recalca la directora técnica. “Pero lo hacemos porque siempre es mejor a que acabe en el vertedero”.

Esta sección en eldiario.es está realizada por Ballena Blanca. Puedes ver más sobre este proyecto periodístico aquí. aquí  

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