Por qué los bonus a los directivos de las petroleras no solo perjudican al clima
Al mismo tiempo que petroleras y compañías de gas anuncian, no sin enorme resistencia, gestos para combatir el cambio climático, siguen remunerando a sus directivos según criterios solo de crecimiento del negocio, es decir, más producción de energías fósiles. Es una de las principales conclusiones de un informe publicado esta semana por la organización Carbon Tracker, dedicada a seguir el rastro del dinero en el sector de las energías fósiles.
Según su documento de elocuente título Pagar con fuego: cómo se recompensa a directivos de empresas de petróleo y gas por perseguir el crecimiento y por qué los inversores podrían quemarse, el 92% de las 40 mayores compañías de Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia “incluyen medidas que incentivan de forma directa el crecimiento del desarrollo de energías fósiles, ya sea relacionado con la producción, las reservas o ambos”. Esto incluye bonus anuales, planes de incentivos por un determinado periodo o el acceso a stock options de la compañía, es decir, el derecho a comprar acciones a un precio y plazo fijados.
Su análisis se ha realizado a partir de la información pública que las empresas suelen volcar en sus informes anuales y se ha elegido a 40 de las mayores compañías con operaciones en estas cuatro regiones. Son nombres tan conocidos como BP, Shell, Total, Exxon Mobil o Repsol.
Aparte de la contradicción que estos incentivos representan entre las declaraciones públicas de estas compañías para combatir el calentamiento global y lo que realmente hacen, el informe destaca un daño peor que el de su imagen: los intereses de los inversores.
El informe detalla cómo premiar a los gestores de empresas de energías fósiles según los criterios de crecimiento de siempre significa obviar que sus activos valen cada vez menos, pues el cambio de modelo energético hacia renovables que se dibuja dejará reservas de petróleo y gas sin utilizar. Al remunerar a sus directivos pensando solo en cómo hacer crecer el negocio, se está ignorando el interés de sus propios inversores, de los cuales dependen estas compañías. Además, significa no protegerlos de las turbulencias de la demanda, cada vez más volátil.
El analista y autor del informe Andrew Grant, que antes de Carbon Tracker trabajó en la división de inversiones en recursos naturales de Barclays, escribe: “Las compañías de petróleo y gas deberían centrarse en obtener el máximo valor, con independencia de si hay crecimiento, sobre todo en un contexto de transición hacia una economía baja en carbono. Centrarse en generar el máximo retorno significaría ser más pequeñas en términos de producción absoluta, pues el capital regresaría a los inversores o se emplearía en otros sectores donde no hay opciones viables de petróleo o gas a bajo coste. De este modo, los directivos no serían remunerados por perseguir volúmenes de reservas cada vez mayores”.
Solo una de las 40 empresas analizadas no premió a sus directivos en 2018 con ningún paquete de incentivos a cambio de crecer. Ni de forma directa ni indirecta. Se trata de la petrolera de Texas Diamondback Energy y su forma de medir los bonus a sus ejecutivos se centra exclusivamente en los costes y en el retorno a sus inversores, sin asegurar tampoco ningún tipo de stock options.
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