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El nuevo fenómeno de las energías renovables en España: macroplantas solares de 1.000 hectáreas

Ray Díaz/BB

Clemente Álvarez

En Mula (Murcia), el Grupo Cobra (ACS) de Florentino Pérez está construyendo una megaplanta fotovoltaica de 494 megavatios (MW) que va a cubrir de paneles solares una extensión de unas 1.000 hectáreas. En Usagre (Badajoz), Iberdrola pone a punto una descomunal instalación fotovoltaica de 500 MW que ocupa otras 1.000 hectáreas. Y esta misma empresa anunció la semana pasada un proyecto solar todavía más grande: se trata del parque Francisco Pizarro, que tendría 590 MW de potencia y se extendería por 1.300 hectáreas entre los municipios cacereños de Torrecillas de la Tiesa y Aldeacentenera. Para darse cuenta del tamaño de esta mastodóntica planta solar, la superficie ocupada por paneles fotovoltaicos equivaldría a 11 veces el parque de El Retiro de Madrid.

Hay muchos más proyectos de esta escala, según el listado actualizado por la asociación Anpier. En Lorca y Puerto Lumbreras (Murcia) está muy desarrollado el parque fotovoltaico Carril Solar, en el que participa el holding austriaco RP Global, una instalación de 400 MW que cubre unas 1.100 hectáreas. En Talaván (Cáceres), esta proyectado un parque de 300 MW. En Talayuela (Cáceres) otro también de 300…. Y la guinda: el Grupo Cobra participa junto a otras empresas en un megacomplejo formado por diferentes parques fotovoltaicos en los municipios de Escatrón y Chiprana (Aragón), que juntos se extenderán por una superficie que supera las 2.360 hectáreas.

Ya antes, las instalaciones fotovoltaicas españolas eran las mayores de Europa, como la de Villar de Puertollano (Ciudad Real) de 2009, con 70 MW de potencia y una extensión de 175 hectáreas. Sin embargo, en este nuevo boom de energías renovables en España estas plantas solares están superando ampliamente el tamaño de las que antes eran grandes. Sin duda, esto supone un fuerte impulso a las energías limpias y a la creación de empleo. Sin embargo, una parte del sector fotovoltaico del país está en contra de este modelo de crecimiento.

“Esto no es tan bueno como parece, en primer lugar, por la concentración de poder”, incide Miguel Ángel Martínez-Aroca, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier), la organización que agrupa a muchos de los pequeños inversores solares que perdieron sus ahorros por el recorte retroactivo a las primas a las renovables de hace unos años. “Estas grandes compañías eléctricas y grandes fondos de inversión quieren repetir el modelo de concentración de poder al que están acostumbrados, pues ya fueron los promotores y gestores de las centrales hidroeléctricas, las plantas nucleares… lo que les ha reportado enormes ingresos. Solo saben trabajar así, no dejando ninguna oportunidad para la pequeña y mediana empresa local”.

Si se toma como ejemplo el macroproyecto Francisco Pizarro de Iberdrola, esta compañía asegura que la inversión para construir 590 MW sería de 300 millones de euros, lo que significa cerca de medio millón de euros por megavatio, unos costes impensables hace unos años e inalcanzables para otros inversores más pequeños. Para José Donoso, director general de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), organización solar en la que están las grandes eléctricas, este es uno de los puntos más positivos de las macroinstalaciones: “Todo tiene sus ventajas e inconvenientes, la ventaja de las plantas grandes es que están produciendo economía de escala”, incide. “Nosotros no estamos en contra de las plantas grandes”.

Para aquellos que piensan que la transición energética supone una oportunidad de dar mayor participación a los particulares y democratizar el sector de la energía, estas macroplantas significan todo lo contrario. “Están intentando convencer a todas las administraciones para que autoricen estas monstruosidades de proyectos bajo la falsa justificación de que a gran escala el precio de la energía va a ser más barato”, destaca Martínez-Aroca. “El que le salga más barato al promotor en la construcción no garantiza un menor precio de la energía en el mercado, solo garantiza un mayor beneficio para la empresa promotora, están confundiendo a la opinión pública al decir que van a ser más competitivas para el precio de la energía”.

Para el presidente de Anpier, “lo grande excluye a lo pequeño, pues todas las líneas de alta, media y baja tensión acaban en nudos con una capacidad máxima establecida por Red Eléctrica”. “Cuando el nudo llega a su máximo se cierra y ya no se dan más oportunidades de conexión absolutamente a nadie. ¿Qué hacen estos macroproyectos? Investigan qué capacidad disponible tiene el nudo para solicitar el máximo”.

“Hay una tercera cuestión: el impacto ambiental y visual de ocupar 1.000 o 2.000 hectáreas con cristal es un auténtico disparate. Los parques más pequeños son más fácilmente integrable”, recalca.

En el resto del mundo, se están construyendo este tipo de plantas o incluso todavía mayores en países muy extensos, como EEUU, México, India o China. En ese último caso, cuentan en el desierto de Tengger con una planta de 1.547 MW, bautizada como la 'Gran Muralla Solar'. “Si esto no se da en otros países europeos es porque en España tenemos suelo disponible, es nuestra riqueza”, destaca Donoso, que asegura que esto es también una oportunidad para la España vaciada.

Con todo, el director general de UNEF está de acuerdo en que concentraciones excesivas no son buenas desde el punto visto económico. “Hay que dejar hueco para que otra gente participe en otras ligas”, señala Donoso. “Sí creemos importante que haya oportunidades para todos, también para los pequeños promotores, por eso hemos pedido al Gobierno que haya subastas especiales en las que se deje al menos un 20% de la potencia que se saque para instalaciones menores de 10 MW”.

Sobre estas subastas especiales, Martínez-Aroca, considera que sería un primer paso, pero duda de que sea la solución. “Lo pequeño es lo que redistribuye la riqueza, dando oportunidades a muchas pymes, autónomos locales, anclando la economía. Eso no lo hace el grande. El grande construye, genera trabajo en la construcción y la explotación se va a una cuenta que, con mucha suerte, está en una capital de nuestro país, cuando no en terceros países” comenta el presidente de Anpier.

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