“Power Shrimps” El reino de Helmcken Fall
Fue uno de esos casos de: “a la tercera va la vencida”. Y se dio en el mes de febrero de 2018. El escalador y alpinista suizo del equipo de Atletas Profesionales de Mammut, Dani Arnold, regresaba a la famosa cascada de Helmcken, en el Parque Provincial de Wells Gray, a unos 500 kilómetros de Vancouver, en la Columbia Británica (Canadá), para cumplir un sueño en ese irresistible reino de hielo.
Con sus 141 metros, Helmcken es la cuarta cascada más grande Canadá, y en invierno, el gran paraíso para los aficionados a la escalada en hielo. Un lugar al que, tarde o temprano, se acercan todos los grandes especialistas desde su descubrimiento en 2010 gracias al escalador local Will Gadd y el británico Tim Emmett, cuando abrían la primera línea que bautizarían como Spray On debido al peculiar hielo que allí se forma. Y es que, helada debido a las bajas temperaturas que se dan en la zona, el agua se extiende como si fuese impulsada en spray formando enormes cuevas de paredes recubiertas de hielo. Mientras que, en otros lugares, las cascadas quedan totalmente recubiertas por el hielo, aquí, en Helmcken, el agua continúa fluyendo incluso en pleno invierno, lo que provoca curiosas formaciones de carámbanos. A diferencia de otras cascadas, en Helmcken los carámbanos se forman debido al agua en spray que salpica y cae de la cascada, en vez de únicamente del agua que cae directamente de la propia cascada. Por lo tanto, el hielo es muy frágil, y los carámbanos tienden a romperse continuamente. Así que, los seguros se deben fijar a la roca bajo el hielo.
Sin duda un lugar especial que llamó, como no podía ser de otra manera, la atención de Dani Arnold, quien deseaba fervientemente abrir una nueva línea de hielo acorde a su clase y nivel como el mismo nos cuenta…
¡Lo hice! ¡Por fin! He logrado taladrar y escalar una nueva línea en la cascada de Helmcken.
Desde la primera vez que vi una foto de este mágico lugar siempre quise hacer algo especial aquí, algo grande e importante. Para un escalador, especializado en la escalada en hielo, este lugar es como “El País de las Maravillas”. Hay millones de carámbanos colgando por todas partes en este “agujero, y justo en el medio, una enorme cascada helada. ¿Qué más se puede pedir?
Éste, eso sí, era mi tercer viaje a Helmcken. La primera vez las condiciones eran tan malas que no pude ni tan siquiera intentarlo una vez. El año anterior, las condiciones eran buenas, pero no tardé en conocer los grandes peligros y obstáculos que alberga este lugar. Tenía previsto repetir una ruta para empezar, y pasé tres días intentando encontrar los primeros metros. Llegué incluso hasta comprarme un detector de metales para dar con los parabolts, pero ¡no encontré ni uno!
Eso solo podía significar que se habían roto y desprendido junto con la roca. Evidentemente, eso nos hizo ser más cautos y cuidadosos a partir de ese momento. Cuando un nuevo trozo de hielo, de un tamaño importante, me caía en el antebrazo, entendí que había llegado el momento de dar por terminado el viaje.
Sin embargo, esta vez, la suerte ha estado de mi lado. Supongo también que, la experiencia obtenida en mis viajes previos aquí ha ayudado igualmente en gran medida, sobre todo a la hora de preparar todo y tomar las decisiones correctas.
El primer día, advertí que había en general menos hielo. Además, en vez de perder el tiempo buscando bolts, decidí que metería los míos propios para escalar una vía nueva. Preparar y adecuar la línea elegida fue un trabajo más duro de lo esperado, y de hecho, me llevó dos días. Tuve que picar el hielo hasta llegar a la roca de debajo, montarme seguros temporales como bien podía, izar el taladro, taladrar y meter el parabolt.
Pero una vez terminada esa parte, llegaba el siguiente reto: escalar la vía sin caerme, una tarea que, a priori, pensaba sería mucho más sencilla de lo que al final resultó ser. A diferencia de otras veces, esta vez me sentí un poco más tenso durante toda la escalada. Nunca sabía si el piolet se agarraría bien al carámbano o lo cortaría. Y es que, a veces, lo que me encontraba era más bien nieve dura, y no hielo. Tardé un día en descifrar cómo escalar aquella nueva línea. Y además descubrí que mi fuerza no era “inagotable”. Yo también me canso. Alcancé el paso clave del primer largo casi al final, después de 45 metros. El techo (de unos 30 metros) era ¡casi totalmente horizontal! El siguiente largo serían otros 20 metros más de gran dificultad.
Pero el segundo día llegaría el gran momento, el cual tanto había esperado, y lograba completar la nueva línea sin caerme. ¿Qué mejor regalo para mí 34 cumpleaños?
Había nacido: “Power Shrimps”. El nombre se me ocurrió porque los carámbanos en esta gruta presentan formas muy extrañas. Son formaciones distorsionadas, algunas puntiagudas y curvas como un plátano, o como una gamba. La línea elegida atraviesa justo esa zona donde presentan esas curiosas formas, de ahí el nombre.
En cuanto a su dificultad… Digamos que es dura, muy dura y preciosa, sin duda uno de los puntos álgidos de mi carrera como escalador en hielo, pero es difícil darla un grado porque la escalada aquí, y la cueva en general, son algo único. Las condiciones cambian cada año dependiendo de cómo sopla el viento en otoño, cuando se
empiezan a formar los primeros carámbanos, así que cada año la escalada puede variar notablemente. Y como me pasó a mí, aunque lleves un detector de metales, es posible que nunca encuentres los parabolts. Pero así es Helmcken…
Al final he tenido que luchar contra muchos imprevistos y superar obstáculos a los que no estaba acostumbrado, y debo admitir que ha sido una experiencia muy dura, pero este lugar es tan mágico y maravilloso que sé que volveré nuevamente. Ahora sé que a veces, la insistencia da sus frutos, aunque sea “a la tercera”.
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