El Tenerife se entrega al ímpetu del Racing de Ferrol y cae sin argumentos
Tres goles y un partido cercano a la desolación confirmaron en A Malata que la recuperación del Tenerife solo era cosa de puntos. Agarrado a su Ángel, empató de aquella manera ante el Cartagena, goleó en Elda siendo letal entre el tedio y pudo contra un Alcorcón demacrado. Siete puntos que le permitieron subir de nuevo al vagón que acecha a los aspirantes a la promoción. En cuanto se ha vuelto a medir con un equipo sólido, se afloja el cinto y consiente derrotas hirientes.
Esta, octava del curso, tiene que ver más con lo que no dejó de hacer su rival que con las carencias actuales del Tenerife, incapaz el equipo de Garitano de domar los partidos cuando exigen el mismo tiempo de reacción que el contrario, incapaz de defender en lo que ahora llaman bloque alto e incapaz, al fin, de ir a por el partido si no recibe antes el primer golpe al mentón.
Así que llegando tarde, resguardado en su campo y timorato para sacar la primera mano ganadora, se entiende mejor la victoria del Racing. El equipo de Cristóbal ha hecho un sortilegio para que nadie se lleve tres puntos de La Malata desde hace un año. El conjuro combina el ímpetu del novicio, la fe de los futbolistas hambrientos y la eficacia de los automatismos, antes para recuperar y luego para armar ataques y remates casi de cualquier situación.
El Racing jugó desde el primer asalto a hacer suyos los duelos, a comprometer la salida jugada del Tenerife cuando pudo tener el balón y a crearle superioridades cada vez que la jugó por delante de una línea de medios siempre superior a la pareja Sergio-Corredera. El relevo de Aitor Sanz, intrascendente; cada vez más académico el gironí, tantos kilómetros recorridos sin un mal pase filtrado o una conducción que rompa una línea con la pelota al pie.
Sin plan, tampoco, para atacar los costados del Racing, el Tenerife se puso en manos de Luismi Cruz a ver si le amanecía algo distinto, pero anduvo siempre sin chispa para el regate y sin ánimo para corregirse tras los errores. En el más grueso, provocó una pérdida con la que el Racing diseñó el 1-0, una contra eléctrica que dejó encarado con Soriano a Iker Losada, sin marca en lo que Luismi meditaba si seguidillas o soleares.
Abierta la veda, el Racing olió más sangre. Siguió poniendo en evidencia el espíritu resignado del Tenerife y Soriano sacó la primera mano salvadora de la noche –luego otra soberbia a remate de Losada en el 56– desviando un tiro envenenado de Heber Pena en el 36. Tampoco concedió una tregua a la vuelta del descanso. En cinco minutos agrandó la herida tras el penalti de Sipcic a Álvaro Giménez, advertido por el VAR, que el propio delantero obró en el 2-0.
Diez minutos después, la segunda ventaja decidió a Garitano a hacer algo. Las entradas de Alassan y Teto rearmaron al Tenerife en un sorprendente 4-1-4-1 que retrasó a Corredera como seis, con dos interiores (Teo y Roberto) y sendos extremos (Luismi y Alassan). El inusual movimiento de piezas igualó el partido el tiempo suficiente para colocar a los blanquiazules en la línea de tres cuartos que antes no había pisado.
Y de una segunda jugada nacida de un robo de Teto, acabó el balón al costado de Alassan, luego de un centro roscado que remató adentro Ángel ganando la espalda a Castro. El VAR corrigió de nuevo al árbitro y el gol fue gol, cuarto seguido del delantero lagunero, a quien el balance de la temporada decidirá el valor final del magno jugador de área que es. Como titularísimo en el futuro, juegue a lo que juegue Garitano.
Al cabo, lo de Ángel fue un golpe de talento en medio de la suma de despropósitos que fue acumulando el Tenerife. El definitivo defendiendo un córner de tal forma que dejó a Buñuel obligado a impedir el cabezazo imperial de Jon García, extraña manera de responder a la estrategia. Tan empeñado este fútbol en valorar antes las virtudes ajenas mientras se opacan las propias, debe de ser que algunas de las primeras se consideran menos hasta que un central de los de antes te las echa a la cara.
Noqueado en el penúltimo tercio, hubo tiempo para tres cambios que dieron descanso a Medrano y arras penitenciales a Luismi y Roberto, reversos de todo lo que dieron otras veces. Llegará el Tenerife al último compromiso prenavideño con las mismas dudas que ha ido fraguando en lo que le asolaban las lesiones y aun con tiempo, no obstante, para redimirse en esta Segunda División que siempre te guarda hasta la primavera una oportunidad más.
(3) RACING DE FERROL: Ander Cantero; Delmás, Jon García, Castro (Cubero, m.88), Moi Delgado, Carlos Vicente (Enrique Clemente, m.87), Bernal, Álex López (Fran Manzanara, m.70), Heber Pena (Sabin Merino, m.78), Iker Losada y Álvaro Giménez (Manu Justo, m.77).
(1) CD TENERIFE: Soriano, Aitor Buñuel, Medrano (Álvaro Romero, m.78), Sergio (Alassan, m.59), Amo, Elady (Teto, m.59), Ángel, Alex Corredera, Roberto López (Salifo, m.86), Sipcic y Luismi Cruz (Nacho, m.78).
GOLES: 1-0, m.26: Iker Losada; 2-0, m.51: Álvaro Giménez, de penalti. 2-1, m.63: Ángel. 3-1, m.75: Jon García.
ÁRBITRO: Rubén Ávalos Barrera (Comité Catalán). Amonestó a Jon García (m.30) y Álex López (m.46) y a los visitantes Šipčić (m.50) y Ángel (m.68).
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigésima jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) disputado en el estadio de A Malata ante 5.831 espectadores.
0