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Impresiones sobre Auschwitz
Hizo Hitler que las masas enardecidas por su discurso imperialista, dominante y ombliguista como nación única, le siguieran fervorosamente y creyeran en su palabra esquizoide, para realizar la catarsis que cambiaría Alemania, haciéndoles engullir la flor de loto del olvido como personas e individuos conscientes, desmemoriando el bien pensar que consigo lleva todo hombre en su naturaleza innata; y su propia identidad humana, para transformarlos en desalmadas máquinas de matar fríamente. Para ello, arengaba a sus juventudes hitlerianas con frases catastróficas de lavados cerebrales: “Cultivamos una juventud ante la que temblará el mundo. Quiero una juventud que sea capaz de ejercer la violencia, que sea autoritaria, inflexible, cruel”.
Estas asesinas instalaciones de Auschwitz, edificadas ex profeso para la hacinación y matanza de todos los supuestos enemigos del régimen nazi, que fueran dirigidas por los componentes de la implacable SS, habiendo trasladado al campo de exterminio gentes de todo el continente europeo. Auschwiht se convirtió en el símbolo del Holocausto judío en 1940, siendo el lugar de mayor genocidio masivo desde 1942 del pueblo judío. Allí fueron forzados a malvivir y a esperar su inmediata muerte, hasta el espelúznante número de 1.100.000 judíos. También a este campo fueron llevado todas aquellas razas impuras para el nazismo, de los lugares que iban conquistando militarmente. Se manifestaba al respecto el ministro de Justicia del III Reich: “Debemos liberar a la nación Alemana de polacos, rusos, judíos y gitanos”. Añadiendo a los homosexuales; alemanes no conversos con la causa; y gentes de otras naciones, como republicanos españoles. Además de su permanente odio visceral a cualquier democracia practicante.
La primera impresión se produciría al pasar bajo el arco de la gran puerta de madera y letras de hierro, de extremo a extremo, la cual tenía como lema este campo de exterminio: “El trabajo os hará libres”. Demente paradoja. En este irracional e inhumano campo lo fue de sistemáticas torturas; muertes de puro vicio y gratuidad; criminales experimentos médicos y muertes en las cámaras de gases y crematorios. Y cuando no, morían de exceso de trabajo, inanición, epidemias y enfermedades. Tres campos de concentración hubo en Auschwitz que sumaron un total de 400 mil registrados. Estas instalaciones, aún en pie, reconvertidas hoy en Museo del horror más execrable, de lo que jamás tenía que haberse producido, están activas de cara a estudiosos y turistas. Quizás sea un escarnio a las generaciones venideras, aunque a muchos no se le hayan alterado ni un pelo esta monstruosidad asesina. A los hechos históricos bélicos y genocidas me remito, después de Auschwitz.
Entrar en los barracones es sobrecogedor y de profunda impresión, que produce un gélido escalofrío, porque aún parece oírse los agónicos gritos de impotencia y dolor, de hambrunas y epidemias, entre el olor a naftalina y humedad que se respira, de los secuestrados en aquellos lugares del lodo homofóbico del nazismo y por ser de razas y pensamientos distintos a la demencia sanguinaria. Ver los objetos personales de los asesinados hace espesa la respiración, y el sepulcral silencio que rememora la atrocidad de la maldad llevada a su máximo delirio. Silencio y respeto, se nos aconsejaba por la guía del campo, en la visita a los sótanos de torturas, cámaras de gases y en los crematorios.
Las invasiones del Ejército Rojo, que iban ocupando Alemania, fue el motivo para que las autoridades de las bárbaras SS de Auschwitz, expiaran sus criminales culpas y ultrajes a la Humanidad entera, borrando toda huella de su histórico e imperdonable genocidio. Algunos edificios fueron dinamitados, derribados o quemados. Los 7.000 prisioneros que albergaba en esos momentos, fueron abandonados por los nazis y liberados por las fuerzas rusas en enero de 1945.
Teo Mesa
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