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Nuevos ‘turistas alados’ llenan de vida la Charca de Maspalomas

Comorán grande.

Diana Mendoza

Las Palmas de Gran Canaria —

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Un espectacular ejemplar de cormorán grande, al que se puede ver estos días desplegando sus amplias alas para secarlas después de la pesca, es el nuevo atractivo de la Charca. Se trata de una especie poco frecuente de observar en la zona, al igual que el ostrero euroasiático, que estuvo allí hasta finales del pasado mes de noviembre, conviviendo ambos con los inquilinos habituales de este enclave, que recupera, tras las mejoras introducidas en los últimos meses, las características de su ecosistema, volviendo a su esencia de antaño, la del oasis perfecto. 

La Charca de Maspalomas ha modificado el paisaje de sus moradores habituales convirtiéndose estos días en el escenario de ensueño para los amantes de la avifauna silvestre. Se trata de un enclave de paso para muchas aves migratorias en sus rutas hacia los cuarteles de invierno, que recalan aquí en busca de un lugar donde descansar y alimentarse y no es infrecuente que aparezcan rarezas, término usado para designar a las aves raras de observar o que se observan con muy poca frecuencia en un determinado entorno. “En realidad no son tan raras, sino que se trata de especies que llegan de forma irregular y en escaso número, como ocurre con el cormorán grande o el ostrero euroasiático, -que estuvo en La Charca hasta finales de noviembre-, por citar dos de las especies menos frecuentes vistas en la Charca en los últimos meses”, explica Juan Antonio Lorenzo, coordinador de proyectos en Canarias de la ONG SEO/BirdLife. 

Para los especialistas en avifauna de Gran Canaria la presencia de más aves y de especies raras en la Charca de Maspalomas no está relacionada directamente con las mejoras introducidas en la misma desde hace meses, sino que también tiene que ver con fenómenos meteorológicos que ocurren en los lugares desde dónde parten las aves, “a veces incluso ciclones y huracanes son los responsables de su llegada a este lado del Atlántico. En otros humedales de la Isla se han visto también otras especies poco habituales como el aguilucho cenizo o el flamenco. También llegan aves raras del vecino continente africano, como por ejemplo ocurrió con el episodio de calima de febrero de este mismo año, cuando muchas aves migratorias se vieron obligadas a recalar en las islas y además llegaron algunas especies propias de los ambientes desérticos vecinos”, señalan desde SEO Bird/Life. 

Este ejemplar de cormorán grande, Phalacrocorax carbo, que llama la atención por su gran tamaño, su larga cola y su plumaje negro intenso convive en armonía con los moradores habituales del humedal, como son la garza real, la garceta común o el corrrelimos tridáctilo, que son aves migratorias que se pueden ver todo el año en la Charca. A ellas se suman algunas rapaces como el halcón tagarote que es una especie nidificante en Canarias que estuvo al borde de la extinción o el águila pescadora. Entre las especies nidificantes habituales de la Charca están la galllineta común y la focha común. 

Según Juan Antonio Lorenzo “aquí se han llegado a ver más de 100 especies diferentes, en su mayor parte migratorias, pero también nidificantes”, y aunque a primera vista podría parecer difícil la convivencia entre ellas, “se reparten el humedal según su tipo de alimentación o el uso que le dan como lugar de descanso”, explica el especialista en aves. 

Acciones de mejora en la Charca

Entre los factores que facilitan la presencia de más aves en La Charca de Maspalomas están la retirada de basura y las acciones de limpieza, la prohibición de transitar en el área más próxima a la misma, el reacondicionamiento de las Dunas, la plantación de especies vegetales autónomas de Canarias y la incorporación en la era post COVID de vigilantes en la Reserva Natural Especial de Las Dunas de Maspalomas, de la que forma parte la Charca, con la consiguiente disminución del tránsito humano en toda la zona. 

Desde SEO/BirdLife creen que “todas las medidas que se han tomado han sido beneficiosas para el humedal, pero siguen siendo insuficientes.” Lorenzo sostiene que para evitar que las aves abandonen este espacio “el principal problema es la depredación de los nidos y las aves por especies exóticas introducidas como gatos y ratas, y las molestias de desaprensivos que entran al humedal por la parte de la desembocadura junto a la playa.”

Lo que no genera dudas entre los colectivos especializados es el acierto en lo que tiene que ver con la reducción del tránsito humano. En este sentido, Santiago Sánchez, presidente del Colectivo Ornitológico de Gran Canaria recuerda que “hace cincuenta años el número de especies era mucho mayor, ha desparecido entre otros el charrán común, conocido en Canarias como garajao o el chorlitejo patinegro”, especie cuya última pareja censada en toda la isla de Gran Canaria se encuentra en la Charca de Maspalomas.“ 

El 'milagro' de la multiplicación de las aves, de los peces... y de las plantas en la Charca

No sólo se ha producido un renacimiento de la Charca en cuanto a las aves que la sobrevuelan y también de su vida marina con la oxigenación de sus aguas el pasado mes de septiembre, también la flora de este entorno vive un momento dulce con el florecimiento de la siempreviva rosada.

47 años después, 300 ejemplares de siempreviva rosada, una especie que enseña su delicado color con los rayos del sol, vuelven a florecer en esta reserva natural, tras un singular proceso de reintroducción. Se trata de una especie nativa de Gran Canaria que se dio por desaparecida en Maspalomas en 1973 a causa de la presión humana. En1971 el entonces director del Jardín Botánico Canario, Eric Sventenius, recolectó muestras de la planta a la vista de los peligros que se cernían sobre ella a causa de la urbanización de la zona y el creciente tránsito de personas.

Esto hizo posible que su material genético haya permanecido a salvo en el banco de semillas del Jardín Canario, el actual Banco de Germoplasma de esta institución perteneciente al Cabildo de Gran Canaria.

En 1991, y en dos fases, se reintrodujeron 250 plantas a las que se añadieron otras 300 hasta un total de 550, siempre con las semillas encofradas en el Jardín Canario, garantizando así la recuperación de la población primigenia con todas sus características, pues si se hubiera realizado con semillas de esta planta de la isla de Lobos o del norte de África se habrían implantado ejemplares con singularidades genéticas distintas. 

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