Nuevos ‘brotes verdes’ en los icónicos laureles de Indias de Los Llanos de Aridane
Preocupa a los vecinos aridanenses la plaga que azota al icono vegetal que dan identidad propia a Los Llanos de Aridane, los laureles de Indias (ficus), sembrados en 1863. En los últimos días se está observando que las ramas que habían perdido las hojas, quedado un desolador “esqueleto”, comienzan a reverdecer con nuevos “brotes verdes”.
Sin ser una experta en botánica, me considero una simple observadora de la flora ornamental, entendemos que los laureles están respondiendo el tratamiento que desde el Ayuntamiento se viene haciendo desde hace un tiempo.
Las primeras noticias sobre un plan de embellecimiento de la Plaza de España de Los Llanos de Aridane datan del verano de 1863; en su edición del 26 de junio de aquel año, el semanario palmero El time da cuenta de un programa de actuación que incluía la plantación de arbolado, la colocación de cuatro bancos de piedra o sofás (luego reubicados en la Plaza Elías Santos Abreu) y la instalación de un servicio de iluminación nocturna: «En la plaza de la Constitución se han plantado árboles, se han encargado para ella algunos sofaes de piedra y se piensa alumbrar».
Más tarde, el 28 de febrero de 1864, el mismo periódico confirma que los laureles ya se habían plantado; a raíz de este primer eslabón, la cabecera lleva a cabo una auténtica campaña a favor del arbolado y sugiere nuevas siembras, ahora, en el camino de Argual, que por aquellas fechas se hallaba en obras; la cabecera propone el plantío de «los plátanos del Líbano, o los llamados laureles de la India» y explica: «Los primeros pueden llevarse de los jardines de Argual, y no dudamos que nuestros paisanos residentes en Cuba nos remitan algunos de los segundos, como ya han hecho para la plaza de este pueblo».
Enfermedades de los laureles
En 1931 se detecta una grave enfermedad en los laureles y el concejal Armado Wangüemert solicita al pleno de la Corporación el que sean analizados trozos de estos árboles por un ingeniero agrónomo y así se hizo.
En octubre de 1932 se recibe el informe remitido desde Tenerife y se practican las recomendaciones emitidas. En 1934 la enfermedad continúa y se acuerda “continuar la poda y limpieza de los árboles de la Plaza de la Libertad, que así se llamaba la actual Plaza de España. A tal efecto se formó una comisión entre vecinos y concejales que quedó formada por: Tomás Sotomayor y Pinto, Juan Francisco Pais Rodríguez, Gabriel González Rodríguez, Celedonio González Leal, Antonio Gómez Felipe y Francisco González Hernández.
Al terminar el tratamiento esta junta aconseja al Ayuntamiento el riego frecuente y abonos a los árboles, así como el combatir las hormigas con líquidos adecuados. Esta fuerte poda regeneradora de los laureles tuvo otras consecuencias administrativas: se subastó la leña obtenida –aún se recuerda la construcción de muebles con la madera de los laureles- y se tuvo que arreglar el deterioro del alumbrado motivado por la poda.
Los remedios para la enfermedad de los laureles fue una causa seguida con gran expectación, preocupación política y vecinal, que obliga a que el Ayuntamiento, en 1934, se interesara por combatir la plaga que lo azotaba por medios naturales y biológicos y para ello se interesa por el envío a Los Llanos de Aridane de una colonia de “novius cardinalis” para hacer frente el mal de los árboles.
El laurel de indias (realmente un Ficus) de la familia de las moráceas y de origen malayo se ha convertido en uno de los árboles que identifica a la ciudad aridanense. En 1932 se sembraron ejemplares de estos en la Plaza de Argual por ese entonces nominada oficialmente Plaza de la Magnolia; en 1956 en la avenida Doctor Fleming y en 1958 en la plaza de mercado (recova).
Diríamos que este árbol ha contado con la simpatía especial por sus cualidades y su extraordinaria aclimatación a nuestra tierra. Recordemos que este majestuoso árbol se utiliza en zonas cálidas para proporcionar sombra y frescura por la cualidad de hoja perenne.
Hoy en día, los laureles «cubanos» de la Plaza de España, después de 162 años de la siembra, constituyen una de las señas más queridas de los aridanenses y de quienes nos visitan. Con su frondosidad y frescura, dan identidad propia a la ciudad de Los Llanos de Aridane.
María Victoria Hernández, cronista oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002), miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009)
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