La erupción deja secuelas: sintomatología ansiosa-depresiva, pensamientos negativos y problemas de convivencia
Un año después de la erupción volcánica en La Palma las consecuencias psicológicas se han dejado sentir en buena parte de los afectados con sintomatología ansiosa-depresiva, problemas del sueño, pensamientos negativos y rumiantes o problemas de convivencia.
La población adulta expresa su deseo de tener una información fiable, muestra su resentimiento por la demora administrativa, lo que les genera frustración y falta de confianza para aceptar la nueva situación.
Así lo destaca el Colegio Oficial de Psicología que entre marzo y junio puso en marcha el programa 'Ponle Nombre al Volcán', un proyecto financiado por la compañía Naviera Armas Trasmediterránea con el objetivo de trabajar las emociones y las experiencias vividas a raíz de la erupción del volcán.
Los menores que participaron en el proyecto expresaron, a través del arte, que querían “volver a tener las carreteras como antes y los hogares con sus juguetes”, y reclamaban más psicólogos para atender a la salud mental.
Lamentan que no se les haya preguntado a los adolescentes “cómo se sienten” y creen que las personas mayores afectadas por el volcán “tienen un arraigo con la tierra y no se les puede meter en pisos cuando antes cuidaban de sus huertos”.
También han realizado propuestas para disfrutar de la nueva realidad en la isla, como excursiones al volcán, a las playas nuevas o volver a Puerto Naos y resaltan la idea de que en los colegios se vaya de excursión al Charcón y por las casas y carreteras que se ha llevado el volcán.
A través de diferentes técnicas para la expresión de emociones, con dibujos, con la elaboración de manualidades, con canciones o juegos, la intervención buscaba que la población más joven de la isla pudiera expresar y gestionar las emociones.
Así, los niños y jóvenes ensalzan el valor de la amistad, de la solidaridad, el amor, la ayuda a otras personas y su deseo de que se abran las carreteras, poder ir a las casas, a las fincas, a la playa y a los barrios.
Además valoran las cosas que antes no valoraban como una playa que quedó sepultada por la lava y resaltaban el amor y acompañamiento de las mascotas.
Para el COP tinerfeño este proyecto se convirtió en un “salvavidas” para jóvenes y escolares, y refleja el compromiso de las psicólogas que se pusieron en la piel de quienes durante meses tuvieron que guardarse sus miedos y a quienes había que devolver no solo la autoestima y la confianza, sino también reconectarlos con su isla, recoge una nota del Colegio.
Tanto niños como jóvenes y adultos reflejan la necesidad del acompañamiento psicológico cuando se vive una catástrofe de estas características, el valor de la intervención en la emergencia y después la importancia de validar las emociones (miedo, angustia o tristeza) y la reconstrucción comunitaria.
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