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La oveja palmera está “en serio peligro de extinción” y necesita “un cambio de políticas para que no desaparezca”

Gescan/Gestión de Programa de Cría

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Conversamos con diferentes personas vinculadas a la Oveja Palmera, una raza autóctona en peligro de extinción que necesita de manera urgente un cambio de mirada y de políticas para que no desaparezca. Hablamos con Ángel Custodio Pedrianes, ganadero y presidente de Acovepal (Asociación de Criadores de Oveja Palmera); Juan Capote, veterinario,  biólogo y  gran defensor de las razas autóctonas canarias; Ana Novo, veterinaria de la Granja del Cabildo; Anabel García, técnica de la Asociación de Criadores de Oveja Palmera, y Eva Muñoz, veterinaria, gerente de Gescan/Gestión de Programa de Cría, centro cualificado de genética animal.

Ángel Custodio lleva muchísimos años ligado a la Oveja Palmera. Ganadero de toda la vida, ha trabajado como peón forestal en Medio Ambiente y también ha sido conductor de vehículos especiales. Es el presidente de Acovepal desde su fundación. Confiesa que lleva años tratando de pasar el relevo, ya que son más de 30 años al frente, trabajando por la defensa y conservación de esta raza. 

Juan Capote es una figura esencial en la conservación de las razas autóctonas del Archipiélago canario, a las que les ha dedicado toda su vida. Fue testigo del trabajo de recuperación de la Oveja Palmera desde sus comienzos. Por entonces, se encontraba trabajando con el Cerdo Negro Canario, ahora denominado Cochino Negro Canario, del que solo quedaban ejemplares en la isla de La Palma. Aunque estaba inmerso en otras labores, pudo ir muchas veces con Antonio Manuel Díaz Rodríguez, pionero en la protección de las razas autóctonas canarias, a la zona norte de la isla, donde se concentraban ejemplares de las razas autóctonas. En una de estas visitas, Antonio Manuel le contó que solo quedaban siete ovejas vivas de la raza Palmera, y que estaban a la venta, así que fueron a verlas. Las adquirió el Cabildo, y con este pequeño rebaño de seis hembras y un macho se inició la recuperación de la raza, en el que además había una oveja negra, de las que ya no se encuentran. Con la lana de la Oveja Palmera negra se hacían las monteras, el gorro típico de campesino de la isla. Más tarde, se incorporó al núcleo un macho y años después dos más que venían de la Caldera de Taburiente, y así se pudo controlar un poco la consanguinidad. Actualmente, Juan nos habla de que las ovejas no se quedan preñadas, y que ahora mismo se está trabajando con el Banco de Germoplasma para que la raza pueda seguir adelante. 

También nos comparte esta preocupación Anabela García, técnica de la Asociación de Criadores de Oveja Palmera: “Ahora mismo nos queremos centrar en especial en saber en qué punto estamos a nivel genético, ya que por el tema de la endogamia hemos tenido algún problema de fertilidad”.

Las tareas que se realizan en Acovepal se centran en el pesado de los corderos durante los primeros meses de vida para obtener datos para hacer un control de rendimientos. Pero actualmente no se puede hacer una criba de los mejores machos ni hembras porque no hay un número suficiente de animales. Anabela insiste en el trabajo hecho y en el que se sigue haciendo, ya que hay que seguir apostando por la continuidad del trabajo que se comenzó hace muchos años. Para la Asociación el tema de la endogamia es una de las urgencias a las que se enfrenta la raza: se encuentran recabando todas las muestras posibles de los animales que están dentro de la Asociación para obtener y ver cuánta endogamia hay entre los que están inscritos. Es prioridad ahora cómo gestionar la consanguinidad.

En este sentido, también contamos con la voz de Ana Novo, veterinaria. Trabajó, de 2005 a 2012 para la Asociación de criadores de Oveja Palmera. Actualmente, realiza control de rendimientos en la granja de el Cabildo, ya que, junto a su marido, es una de las ganaderías que forman parte del Libro Genealógico de la raza. Ana está muy vinculada a la Oveja Palmera tanto en su vida laboral como personal. 

Una de las tareas que llevan a cabo es la multiplicación de los animales y cesión a los ganaderos. Durante los dos años anteriores,  la granja tuvo que quedarse con la recría que cumplía el estándar racial, debido a que el censo bajó mucho. Este año, afortunadamente, Ana nos cuenta que pudo dar toda la recría a la Escuela de Capacitación de Los Llanos de Aridane, a dos ganaderos nuevos, y a otro ganadero que quería cambiar machos por hembras. Actualmente, en la granja hay cerca de 40 hembras y 3 machos. A Ana lo que más le interesa es que las ovejas las tengan los ganaderos.

Hay que saber reconocer el camino del que venimos, recordarlo, ponerlo en valor. Sin el ayer no existe el mañana, por eso Juan Capote y Ángel Custodio reivindican la labor de Antonio Manuel Díaz Rodríguez. No sólo fue importante en el proceso de recuperación de la Oveja Palmera, también fue uno de los defensores de la Cabra Palmera, impulsor de la diferenciación de las diferentes cabras que se agrupaban bajo el nombre de Cabra Canaria. Hoy, su nieta, Nayra Lorenzo Díaz sigue la labor de conservación de su abuelo manteniendo un rebaño pequeñito de Oveja Palmera. Juan Capote se reconoce como su pupilo, y confiesa que fue él quien le inculcó todo el espíritu de conservación y protección de las razas autóctonas. Antonio Manuel tenía una sensibilidad muy fuerte que supo transmitir y legar a otros, como  Juan Capote. Él es heredero de esa labor y lucha por proteger las razas autóctonas de la isla. 

Prueba de ello es la reciente aprobación, por parte de El Cabildo, del reconocimiento de los genotipos locales como patrimonio, lo que permite garantizar la protección de los genotipos insulares, entre ellos, el de la Oveja Palmera. 

“Parece claro que la conservación y mejora de las razas autóctonas es tanto un derecho como un deber de nuestra generación, pero la consciencia acerca de esto acaba de despertar. Es el momento de hacer un homenaje a las generaciones humanas pasadas las cuales moldearon a las razas autóctonas, pasando muchos trabajos y penurias junto a estas, y a los que ahora se esfuerzan en conservarlas y/o hacerlas rentables” (fragmento del escrito que presentaron las Asociaciones de Criadores de las razas Ovina Palmera, Caprina Palmera, Bovina Canaria, Perro Pastor Garafiano y Perro Ratonero Palmero, con el apoyo de la Federación de Asociaciones de Razas Autóctonas Canarias, para solicitar que se reconozca a los genotipos palmeros como patrimonio genético insular).

Rústica y con carácter: La oveja forestal perfecta

Custodio tenía vacas de raza Palmera, y quería meter las ovejas para poder usar su estiércol en las zonas plataneras. Comenzó con cinco ovejas, también para aprovechar una de las principales bazas de esta raza: el control de la vegetación mediante el pastoreo. 

Al compartir más de 30 años de vida con esta raza, Custodio piensa que lo que hace especial a la Oveja Palmera es su fortaleza: “Es un animal muy fuerte, se adapta muy bien al territorio, prácticamente no tiene enfermedades, puede aparecer puntualmente en paridera algún caso de mamitis, pero no es lo normal. Si se crían en régimen extensivo, pueden durar muchos años… yo tuve una oveja con 18 años… Además, se adaptan tan bien al territorio…”.

Lo que más le gusta a Custodio de esta raza es la forma que tiene de comportarse en el campo: cómo se alimenta y su instinto maternal. “Cualquier oveja con una lágrima de leche ya es capaz de criar a su cordero. Disfruto mucho viéndolas comer y sacar adelante a las crías.” 

Para él, la Oveja Palmera es única en la isla para el control de la vegetación, en especial para aquellas zonas habitadas con riesgo de incendio. Él como ganadero lo tiene claro: esta raza autóctona podría ser una herramienta clave en la prevención de incendios forestales y en la lucha contra el cambio climático. 

“La Oveja Palmera es el mejor bombero forestal que hay. Pero hay que hacer las cosas bien, conlleva trabajo y tener cierto control. Sería interesante potenciar esta función de nuestra raza, porque no solo hacen labores de prevención, también protegen y conservan la biodiversidad, propagan las semillas mediante pastoreo. No valoramos lo suficiente esta función ecológica que realizan… La manera que tiene de comer este animales es muy peculiar, todo ”muy al rente del suelo“, y así un incendio no camina. Actualmente, no podemos soltar las ovejas, y más con el problema que tenemos actualmente con los perros”.

Charlando con Juan Capote, comparte con nosotros que ya está sintiendo el verano. Ha llovido y hay mucho combustible para el fuego. Teme los incendios que puedan prender en verano, y nos recuerda el famoso dicho en el que tanto pensamos en estos tiempos: los incendios se apagan en invierno. 

La Oveja Palmera es un animal, con muchísimo carácter, tienen mucha personalidad. Como dice Custodio, son muy artistas. Hablando con él se rompe la imagen que muchas veces se tiene acerca de las ovejas: gregarias, sin personalidad, poco inteligentes. Recuerda cómo fue a La Caldera a rescatar a algunos ejemplares y cómo parecían muflones. A ellas les gusta el frío: “Dónde más frío hay ahí se quedan ellas, también por la noche, sin problema.”

Custodio piensa que no está bien considerado el papel que juega una raza autóctona como esta en el territorio. Siente que hay cierta conciencia en el sector, pero que al final, del campo, no hay políticos: son todos de los de la capital, no hay suficiente interés, prima el desconocimiento. Sí considera que se escucha a la gente del campo, pero que las cosas luego no terminan de cuajar: “Necesitamos que las palabras y las fotos se transformen en hechos y realidades”.

Amenazas a las que se enfrenta la Oveja Palmera

Para Custodio, la mayor amenaza es la despoblación del campo. Pero, actualmente, el gran problema que tiene esta raza autóctona  y que es una de las causas que pone en peligro su conservación y cría, son los ataques de perros que sufren los rebaños de Oveja Palmera.

Algunos son ataques por parte de perros asilvestrados, pero en general, son perros de vecinos que no los  tienen controlados, que se juntan entre ellos y se van a las ovejas a atacar. Estos ataques suponen una amenaza enorme para la Oveja Palmera, ya que producen bajas, hacen mucho daño dejando animales muy malheridos y quitan el ánimo a los ganaderos que las crían. Custodio comparte su temor respecto a esta cuestión: “Yo sé de mucha gente que no vuelve a reponer las ovejas. Te dicen: ”luego vienen los perros y me las matan, lo paso muy mal y todo son problemas, no quiero eso.“

Estos ataques hacen mella en esta raza autóctona en peligro de extinción, y es la causa de que el censo haya bajado tanto últimamente. Para Custodio, estos ataques hacen que mucha gente no se anime a tener las ovejas. Sin él, piensa que muchas personas tendrían algunas ovejas Palmeras para controlar la vegetación en sus casas y como medida de prevención ante los incendios forestales. 

La Oveja Palmera es sinónimo de familia para Custodio. Son una más, cada una de sus ovejas tiene nombre. Custodio lamenta la muerte tan fea que tienen los animales por los ataques de perros: “No te imaginas, es algo muy duro, te deja tocado ver a tus animales destrozados así.” Anabela se suma a la denuncia de Custodio: “ la gran lacra que tiene esta raza son los ataques de los perros. La consanguinidad está ahí, claro que es importante, pero los ataques y matanzas son bastantes preocupantes ya que en general, las ganaderías de Oveja Palmera son muy pequeñitas, si en estas ocurren los ataques, el porcentaje significa mucho y aunque haya denuncias, no se llega a ningún lado. Es un gran problema, y no encontramos solución”.

La Oveja Palmera es un animal que defiende mucho a sus corderos, nos explica Ana Novo: “Cuando tenemos perros sueltos, tenemos un problema porque la oveja se queda con el cordero y no huye del ataque. Es desesperante ver cómo los ganaderos van dejando de reponer las ovejas después de los ataques. Hace poco, uno de ellos me decía: yo no las quito, ya se encargan los perros de hacerlo”.

Ana Novo siente que políticamente no hay una respuesta. No ve voluntad política. Ellos son pocos, y cree que no hay una conciencia clara sobre el bienestar animal: como si solo tuvieran derechos algunos animales sobre otros. “Una se siente sola porque al final no se hace nada,  y tú estás intentando salvar una raza, un patrimonio genético y cultural relacionado con el paisaje”.

Ana piensa que somos conscientes del papel que juegan nuestras razas autóctonas en la protección del territorio: “Aquí, el Parque Nacional está tan protegido que han tenido que hacer ahora lo que hacían siempre las cabras. Ahora hay que hacer parcelas para conservar las plantas. Se piensa que se va a hacer sobrepastoreo, y no se entiende que los propios ganaderos no quieren hacer esa sobreexplotación del terreno.  Queremos sobreproteger tanto que ahora vemos esas pequeñas parcelitas donde sembrar tasagastes porque el pinar está aumentando y no da espacio para variedades de flora, cuando las ovejas por ejemplo, hacen esa dispersión de semillas y contribuyen a que no se pierda la biodiversidad. ”Ella reivindica el saber popular, la selección que hicieron los ganaderos de la isla teniendo en cuenta el terreno y las condiciones del lugar que habitaban. Ahora es ella la que nos lanza la pregunta: ¿Qué va a pasar cuando los ganaderos no estén?

Pero, ¿qué podemos hacer para que dejen de ocurrir estos ataques? La realidad que nos hace ver Custodio, es que no hay ninguna aseguradora que asegure a las ovejas con las condiciones que ellos necesitan. No concuerdan los criterios con los de esta raza autóctona en peligro de extinción: no se valora la longevidad ni la rusticidad que tanto caracteriza a esta raza. Nos dice, quizás, mucho del sistema en el que vivimos y qué producciones se fomentan y se cuidan, y el desconocimiento que sigue imperando de la ganadería extensiva y del campo. 

Los ganaderos afrontan estos ataques con mucha tristeza, impotencia y rabia. Custodio nos relata diferentes ataques y la secuencia que siempre lleva a lo mismo: no se hace nada. Llaman a la Policía Local, a la Guardia Civil… termina en denuncia, y en gastos para el ganadero: “La mayoría de las veces no recibes el dinero, y no es eso solo esto, también está el desgaste emocional, que no está pagado ni se valora”.

¿Cómo podríamos atajar la raíz de este gran problema para la raza?

Custodio nos responde que este es un sitio pequeño, que todo el mundo conoce y sabe dónde están los animales de cada uno. No quiere generalizar, no le gusta, pero piensa que hay muchísima inconsciencia. Cuando sucede un ataque y sale en los medios, parece que hay una temporada de calma, se controlan los perros, pero dura un tiempo, luego vuelve todo de nuevo. Custodio habla del cuento de nunca acabar.  En todos los años que lleva con la Oveja Palmera, Custodio ha tenido más de 50 bajas por los ataques de perros. También nos habla de un ganadero, que durante todos los años que lleva con sus ovejas, ha visto cómo le han matado cerca de 900 ejemplares, lo que es una cifra aterradora para esta raza autóctona en peligro de extinción: “Lleva toda la vida enterrando ovejas”.

Esta barbarie hace que Custodio actualmente solo tenga 14 ovejas de raza Palmera. Solía tener cerca de 30 ejemplares, pero ya no aguanta más con los ataques de perros: “Con los últimos ataques he decidido no reponerlas, no quiero recría. Es algo muy doloroso, no puedo más, estoy cansado de luchar contra Goliat, y que nunca pase nada para solucionar este problema”.

La conversación nos apena, sentimos la impotencia y el dolor de ver cómo está en peligro esta raza y no se hace nada. Pero ahí sigue el empeño de Custodio por proteger a la Oveja Palmera: nos dice que es un cabezón, que no tiene remedio: “Hace tantos años que las tengo, y veo todo lo que pasa con ellas, el riesgo de que desaparezcan… quizás también hay una nostalgia, será eso…”.

El presente del sector también está totalmente atravesado por la incertidumbre en la que se vive. Custodio hace memoria de los últimos 40 años, de todo el conocimiento que se ha perdido del terreno, del campo, de los caminos… Es una pérdida que no solo atañe a los animales: “La memoria del terreno se pierde, y afecta de manera muy negativa al presente y a las generaciones que vendrán. Si se acaba el campo, se acaba la comida”. El campo necesita el relevo generacional, la incorporación de jóvenes. En este sentido, Custodio comparte que las ayudas son geniales, pero que hay muchísima burocracia. Cree que sería muy bueno para el sector que se diera importancia a los productos del campo, y que la gente supiera qué supone tener una raza como la Oveja Palmera, y la labor que realiza esta raza  en el territorio. Custodio asiente: “Si no fuera por la pasión de los ganaderos, quizás el campo no estaría así”.

Durante nuestra charla, Custodio encabeza el comienzo de muchas de sus respuestas con un no sé. Quizás, la incertidumbre que vive el sector unido a la situación que afronta esta raza autóctona y los años de pelea por conservar esta oveja, hace que a veces en la balanza pese más el desánimo y la falta de optimismo. 

A pesar del presente que afecta a la Oveja Palmera, no debemos olvidar las características y posibilidades que tiene esta raza autóctona. El cordero de Oveja Palmera es una carne de gran calidad. Ana Novo no quiere que solo nos quedemos en lo negativo: “La calidad de la carne del cordero Palmero es buenísima, y no es algo que diga yo,  lo hemos demostrado con los estudios de la calidad de carne con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. La composición y calidad de los ácidos grasos es buenísima, y todos lo que lo prueba dice que el cordero está buenísimo. La gente lo aprecia, en plena problemática con los precios, nosotros hemos subido el precio de los corderos. Se venden bien,  trabajamos con diferentes restaurantes de la isla. La gente sabe que el cordero Palmero se hace con una paridera al año para aprovechar los pastos. Los corderos tienen rendimientos muy óptimos, el consumidor sabe que hay una época en la que hay corderos, y otra en la que no, los clientes nuestros lo saben y nos lo dicen. Cuando comes este cordero, estás manteniendo un paisaje, una raza, se fija territorio, población, economía circular, el dinero se queda en la isla, y el comensal lo nota. Esto podría ser una buena vía al futuro, ya se lleva unos años trabajando así en La Palma con los restaurantes, yo quiero pensar y creo  que hay futuro”.

¿Qué perdemos cuándo desaparece una raza autóctona?

Custodio nos comenta que cuando pasa algo así, perdemos una raza única, y una manera de ver las cosas y el campo, de criar los animales, de tener un vínculo con el territorio: “Perdemos todo, y nunca se sabe, a lo mejor la Oveja Palmera lleva consigo algo en sus genes que pueda ayudarnos no solo en el presente, si no también en el futuro”.

Anabela nos habla de la pérdida de identidad,  y Eva Muñoz va más allá: “Supone perder no solamente un patrimonio genético único e irrecuperable, sino que además se traduce en la pérdida de las costumbres y prácticas asociadas a esta raza concreta en su entorno. No sólo se pierden genes, también se pierde la cultura asociada a las prácticas propias del manejo de la Oveja Palmera”.

Eva nos remite a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro de 1992 donde se adquiere por primera vez un compromiso a nivel mundial para tomar medidas encaminadas a evitar la pérdida de razas autóctonas minoritarias. Por otra parte, a finales de la década de los 90 del pasado siglo, la FAO, a través de la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura, creó un Grupo de Trabajo Técnico Intergubernamental sobre los recursos zoogenéticos, lo que pone de manifiesto la trascendencia que tiene la biodiversidad ganadera en el mantenimiento de la población rural, proporcionando carne, leche, huevos, fibras, pieles y estiércol, y también en el mantenimiento de los ecosistemas en los que viven.

“La pérdida de biodiversidad genética supone un menoscabo en la adaptación de las poblaciones ganaderas a posibles cambios ambientales. Supone que en el futuro nos enfrentaremos a los desafíos del cambio climático sin las razas ganaderas tradicionales, que por lo general son más tolerantes a las enfermedades, más resistentes a los cambios de temperatura, y que se adaptan mejor al entorno natural para su aprovechamiento a través del pastoreo”.

Juan Capote también comparte la visión de Eva Muñoz. Para él, perder esta raza, que es un tesoro genético, supone un golpe, darnos cuenta de que lo hemos hecho todo mal, de que no hemos sido capaces de transmitir a la siguiente generación lo que las anteriores nos dejaron a nosotros. La Oveja Palmera es patrimonio vivo, y debemos seguir trabajando para su protección. 

Imaginar y trabajar por un futuro para la Oveja Palmera

Así queremos terminar el reportaje, haciendo posible un mañana donde tenga cabida la Oveja Palmera. Custodio nos habla de un animal de libertad, en el campo, a él le encantaría ver bastantes manadas pastando en el campo con sus corderos. Piensa en un mañana donde no tendrían que estar pendientes de los ataques por parte de los perros.  Juan Capote nos habla de un futuro plural, el de las razas autóctonas, en el que les gustaría verlas siendo rentables en su manejo. Porque para él, la forma de conservar una raza es haciéndola rentable, y nos remite a la situación actual del Cerdo Negro Canario. Porque sin ganadería no comemos, concluye Juan. Y nos anima a que no dejemos de usar nuestra voz siempre que podamos: “aunque nos llamen protagonistas o prepotentes, tenemos que estar ahí, reivindicando y trabajando por este patrimonio único y vivo, nuestras razas autóctonas”.

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