CRÓNICA
Bianca Milacic, creadora de arte con tiza en el suelo en Las Palmas, viaja a Gaza para luchar contra la realidad que dibuja
Cuando se camina por la calle de Triana en Las Palmas de Gran Canaria es difícil observar el arte o la belleza de alrededor, a veces solo habría que levantar la mirada o bajarla un poco para descubrir que a nuestros pies hay información de otras épocas, realidades o mensajes que van más allá del acto de comprar.
A veces esa ventana se abre en un charco que ha dejado una serena pero insistente lluvia de verano, que refleja el cielo y los balcones, y en otras ocasiones, desde hace unos seis años si se mira al suelo entre la calle Perdomo y la calle Arena, se ven obras de arte de tiza y carbón de Bianca Milacic. Son reflexiones que interpelan al espectador sobre lo que pasa en el mundo.
Es obvio que esta mujer conserva muchas cosas que se pierden al crecer: una sonrisa traviesa, el oficio de artista y la confianza en que todo se puede cambiar a mejor. Trabaja en una obra cada día según su pulsión y el contexto, “y el contexto”, cuenta Milacic a este periódico, “es evidente”. Ella es la única canaria que parte este miércoles al encuentro del resto de miembros de la delegación española que formará, junto a personas de otros 43 países, la Global Sumud Flotilla, que viajará este 31 de agosto desde Barcelona para llevar ayuda humanitaria a Gaza y exigir el bloqueo sobre la población civil palestina.
Estando en una jornada de trabajo, algún transeúnte ha llegado a preguntarle a la artista que dónde está Gaza, pero también ha encontrado mucha gente sensibilizada que se compromete a ayudar a familias gazatíes con las que Milacic está en contacto.
A la pregunta de por qué decide dar un paso más en su activismo y acercarse al lugar donde transcurren las escenas que dibuja diariamente, la respuesta es clara: “Siento que todos debemos hacer más”. Cuenta esto mientras se adivina entre trazo y trazo una cometa y explica que en 2023 empezó a expresar en este lenguaje artístico, conocido también como chalk art, creaciones dedicadas al genocidio al que está sometida la población palestina. En la medida que la violencia y la impunidad internacional de Israel ha ido creciendo, sus creaciones diarias necesariamente aluden al pueblo palestino y su sufrimiento. “Hacen cada locura cada día y el mundo lo tolera, hay tantos asesinatos...”, dice gesticulando con la mano llena de tiza blanca.
Preguntada por si cree que la gente que diariamente pasea por esta calle comercial podría hacer algo para parar el genocidio, Bianca se refiere a que todas esas personas olvidan su poder, porque se paran frente a sus obras y se les puede ver honestamente emocionados, pero “llevan una bolsa de McDonald's, Zara o una cocacola en la mano”, y rememora cómo en Sudáfrica se pudo detener el apartheid “gracias a un boicot económico”. La artista no cree en la idea de un superhéroe que pueda salvar el mundo, en contra de la narración del cine que ella confiesa no ver, sino que cree en los actos colectivos. Esa pulsión la lleva este miércoles a unirse a personas que sienten una responsabilidad con el mundo que les rodea. Mientras la charla transcurre, nace en su dibujo un niño de unos cuatro años, lleva un peto, camisa a rayas y está de espaldas sosteniendo una cometa.
“Los niños no pasan de largo”
Bianca ya es especialista en interpretar miradas y actitudes después de tantos años con un puesto de trabajo al aire libre y cuya obra es efímera. Sostiene que los adultos pasan, miran y no ven o directamente no se dan cuenta de que ella está allí. Pero los niños “no pasan de largo”, confiesa. Los niños ven que un adulto está haciendo una de las cosas que ellos más aman. Ella escucha perfectamente en ocasiones los comentarios de los padres que les dicen que “esa persona está ahí porque es pobre”. Un día Bianca le dijo a un niño en confidencia: “¿Ves esta sonrisa?, ¿ves la de tu madre? No soy pobre”. Ríe mientras lo explica y confiesa que es la única vez que ha “perdido la diplomacia”.
La artista ya ha trabajado en arte de este tipo en otras ciudades como Londres y confiesa que es un trabajo donde puede apreciarse claramente lo distorsionada que está la brújula de la mayoría de personas de lo que es riqueza y que es pobreza, y en Triana, calle comercial por excelencia, eso está a la orden del día.
Dibuja unos aviones en su obra. “Los niños gazatíes, cuando pueden aún salen a la calle con cometas y esas cometas comparten cielo con aviones de guerra”, afirma de repente explicando qué está pintando en ese cielo que parece un infierno. “Hay que mantener la esperanza. Creo que el estado sionista es muy bueno con la guerra psicológica, pero yo no voy a permitir desde mi privilegio que ninguna de sus imágenes me quite la esperanza”, sentencia.
Atardece en Triana mientras Bianca termina de dibujar las nubes; quizá por eso llueve de nuevo. “Estuve pensando en dibujar hoy un barco”, sentencia mientras la lluvia da otra forma a su trabajo.
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