La construcción de una urbanización en Fuerteventura amenaza una especie en peligro de extinción
Las obras de la urbanización Casilla de Costa, en Fuerteventura, suponen “una amenaza inminente de daño ambiental” sobre el hábitat de una especie de arácnido catalogada en peligro de extinción, el Maiorerus randoi, conocido como el opilión cavernícola majorero, localizado en el tubo volcánico de la Cueva del Llano, en Villaverde. Así lo destaca la Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, que ha iniciado un procedimiento de responsabilidad medioambiental a la empresa promotora de la urbanización.
Entre las medidas concretas, se acuerda “instar el inicio con carácter de urgencia de la modificación” del planeamiento de la urbanización Casilla de Costa, dejando la zona afectada “libre de edificabilidad”. Medio Ambiente recalca que “el ámbito del tubo volcánico afectado por las obras” ocupa una superficie de 26.159 metros cuadrados.
La urbanización Casilla de Costa es un caso de manual de lo que los científicos llevan años denunciando: una nueva era de desaparición masiva de especies animales por culpa de las actividades humanas, que los expertos en biodiversidad han definido como la ‘sexta extinción’. El opilión cavernícola majorero es un arácnido ciego que solo vive en la Cueva del Llano y está considerado “una reliquia de un tiempo pasado, cuando probablemente hubo períodos más húmedos en Fuerteventura”. “La destrucción de este hábitat”, subraya la Viceconsejería de Medio Ambiente, “implicaría la extinción de la especie”. La Cueva del Llano, datada “en aproximadamente un millón de años”, se ha visto amenazada por las obras de la urbanización, cuyos promotores han incumplido las medidas que les han sido impuestas en los últimos años.
Agonane-Ecologistas en Acción denuncia el inicio de las obras en el verano de 2015. En septiembre, el Gobierno de Canarias tiene conocimiento de que su ejecución amenaza a la especie en peligro de extinción y se dirige al Cabildo con una serie de medidas a adoptar. Sin embargo, no es hasta abril de 2016 cuando los agentes de Medio Ambiente de la comunidad autónoma ordenan el vallado obligatorio de un espacio delimitado de 50 metros a cada lado del tubo. Ese mismo mes, el Cabildo también insta a los promotores el vallado y a iniciar la modificación del plan parcial de la urbanización para salvaguardar el entorno del tubo volcánico. Sin embargo, un año después los agentes verifican que ha habido incursiones con maquinaria pesada en el interior del área de suspensión de las obras y que la empresa Casilla de Costa no ha procedido a vallar el perímetro afectado por la citada suspensión.
Asimismo, en noviembre de 2017, en una visita realizada por los técnicos del Gobierno observan la evidencia de la entrada de maquinaria pesada sobre la superficie del tubo volcánico, y que se ha llevado a cabo una explanación y construcción de una pista de tierra. Esto supone un riesgo porque puede abrir grietas en el subsuelo y acabar con la temperatura y la humedad que existe dentro de la cavidad volcánica y que hace posible la vida de la fauna protegida. Ahora, tres años después de que se iniciaran las obras, la Viceconsejería de Medio Ambiente ha acordado la apertura de un expediente de responsabilidad medioambiental a la empresa Casilla de Costa Real Estate, porque las obras suponen un peligro para el hábitat de la especie catalogada en peligro de extinción. El propio Gobierno de Canarias aprobó en 2012 un Plan de recuperación de este endemismo, que no se ha cumplido. En su reciente resolución, Medio Ambiente subraya que el tubo volcánico “no está topografiado en su totalidad” y que “el tramo de la Cueva del Llano afectado por el plan parcial” Casilla de Costa “se corresponde con el área óptima para el desarrollo de la especie” protegida, al ser la zona en la que “más ejemplares se han detectado” desde su descubrimiento en 1992.
El hábitat de esta especie, que es el subsuelo y las grietas de la citada Cueva del Llano, “la mayor cavidad de Fuerteventura”, es “muy singular y extremadamente sensible a las alteraciones de las condiciones ambientales”, según apuntan expertos como Pedro Oromí, catedrático de Zoología de la Universidad de La Laguna. Por ello, las obras de esta urbanización, a juicio de los científicos consultados, “no sólo destruirán una parte importantísima de su hábitat crítico”, sino que además “podrían producir derrumbes parciales en el interior de la cueva o la alteración del subsuelo encima de ella, de forma tan grave que podría provocar la extinción de la especie”. De ahí que el Gobierno de Canarias inste ahora a la modificación del plan parcial Casilla de Costa para dejar el espacio que afecta al tubo volcánico libre de edificaciones. “Tampoco podrá ser destinado a zonas verdes, ya que la contaminación del subsuelo por fertilizantes y pesticidas tiene efectos negativos sobre el ecosistema subterráneo”, precisa la Viceconsejería de Medio Ambiente. El citado departamento también advierte de la necesidad de que no se construya nada en el entorno del tubo volcánico y que se modifique el planeamiento de la urbanización para dejar esos terrenos libres, puesto que la afección “va más allá de la fase de obras”. Llega a resaltar que con el hombre aparece “fauna exótica invasora como las cucarachas”.
Extinción de un “símbolo”
El desprecio hacia la especie en peligro de extinción por parte de la urbanizadora de Casilla de Costa ha sido total, con la explanación y construcción de una carretera en la zona más crítica, el denominado sector cuarto. Tampoco la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico ha sido sensible: Agonane pidió en 2016, sin éxito, que la zona fuera declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por sus valores paleontológicos, así como la declaración de Sitio de Interés Científico. Los continuos incumplimientos de la empresa promotora, que ni siquiera acometió la señalización y el vallado que le exigió Medio Ambiente, y la lentitud de la Administración y la Justicia, han estrechado las esperanzas para el opilión cavernícola majorero. “Este animal prehistórico, que debería ser uno de los símbolos de la Isla, servirá para que los estudiantes de biología investiguen un caso claro de cómo se está produciendo la sexta extinción de Canarias”, indica el presidente de Agonane, Juan Antonio Cabrera.
Los polémicos antecedentes de la urbanización
El plan parcial Casilla de Costa forma parte del listado de urbanizaciones aprobadas por el hoy inhabilitado Domingo González Arroyo, el 'Marqués de las Dunas’, condenado en varias sentencias donde queda demostrada la corrupción con que manejaba el Ayuntamiento de La Oliva. Casilla de Costa se llevó a pleno en 2001, sin declaración de impacto ambiental y en contra de la legislación nacional y de la Unión Europea. Sin embargo, ninguno de sus sucesores en la alcaldía ha querido ponerle freno.
En mayo de 2003, cuatro días después de perder las elecciones, González Arroyo aprueba el proyecto de compensación de la urbanización. Claudina Morales, que le sucede en el cargo, da el visto bueno al poco de tomar posesión. Las múltiples irregularidades llevaron a los servicios jurídicos del Gobierno de Canarias a litigar contra la citada urbanización. En septiembre de 2011, el Tribunal Superior de Justicia anuló el plan parcial. En marzo del año siguiente, el Ayuntamiento recurre y consigue que se revoque la paralización. El Supremo deja la vía abierta a una nueva impugnación por falta de estudio ambiental, pero esa posibilidad no se materializa y el Ayuntamiento otorga las licencias para construir la urbanización.
En el presente mandato, ni Pedro Amador ni el actual alcalde, Isaí Blanco, se han interesado por la situación. Amador llegó a visitar la Cueva del Llano con el catedrático Pedro Oromí, que le advirtió de la importancia de proteger el tubo volcánico para la supervivencia del opilión majorero, pero las obras han continuado sin que las autoridades municipales hayan tomado medidas. El arquitecto municipal de La Oliva, Gonzalo Tortajada, mostrando el último estudio topográfico encargado por el Gobierno de Canarias, afirmaba que todo estaba correcto, aunque ahora en el expediente de responsabilidad medioambiental abierto por Medio Ambiente se explica que en el último sector del tubo volcánico existen corrientes de aire, al final de la parte que se puede transitar, lo cual es “indicativo de la continuidad” de la cavidad subterránea.