La conversación pública de los últimos días gira alrededor de la operación del 'convenio singular' con el hospital privado Santa Clotilde de Santander, una adjudicación directa de 216 millones en 15 años para privatizar una cartera de servicios que no se ha hecho pública.
Mientras partidos políticos, sindicatos y colectivos sociales reaccionan, en medio de ese ruido público, solo el PRC permanece en silencio y ha evitado pronunciarse sobre la polémica política más notoria de la semana en Cantabria. Está a su aire, hablando del desarrollo eólico.
El asunto, incómodo para el Gobierno del PP, ni siquiera ha merecido una valoración de la aspirante electoral del PRC y portavoz de los temas de sanidad en el Parlamento de Cantabria, Paula Fernández, que normalmente actúa con bastante beligerancia en este terreno.
Todo ello sucede en un contexto delicado: el de la negociación de los futuros presupuestos del Gobierno de Cantabria. El Partido Regionalista que hasta hace unas semanas reprochaba que los anteriores acuerdos con el PP no se habían cumplido, parece que tropezará por tercera vez en la misma piedra y bendecirá las cuentas en el Parlamento. Lo que induce a presumir que habrá otra razón por encima que justifique mirar hacia otro lado.
De momento es un futuro por escribir, aunque el silencio de esta semana, el balón de oxígeno de la última Ejecutiva regionalista y la declaración pública de la presidenta María José Sáenz de Buruaga señalándole como socio preferente, anteceden a un resultado mimético al de anteriores ejercicios. También es cierto que el barullo interno en el partido de Miguel Ángel Revilla tal vez no invita a dar un giro a su estrategia política, por temor a que, al virar a babor se caigan por la borda algunos que ya predican -en privado- lo incómodos que se sienten con el nuevo liderazgo.
Por su parte, el Gobierno del Partido Popular también ha intentado cambiar de marco poniendo el foco en el 'caso Molleda', el número dos del PSOE cántabro, que se estabilizó a sí mismo en su plaza de interino a funcionario siendo alcalde de Cartes. La polémica ha estallado con ruido y se ha mantenido viva una semana. El tiempo que ha tardado el PP en reaccionar ya tarde, cuando tan solo -curiosamente- hablaban de ello los propios socialistas, que han entrado en una espiral interna de ruido y furia que proyectan sin pudor al exterior. Cuando, en realidad, el debate en la opinión pública está perdido desde el primer momento. Les va a resultar imposible meter el tren por un túnel tan estrecho.
La presidenta Buruaga recurrió al 'caso Agustín' para despejar goles: la manera de desviar la mirada a Santa Clotilde es señalar con el dedo en otra dirección. A la izquierda, en este caso. Ya se sabe que en política sigue funcionando aquello de que la mejor defensa es un ataque en forma de cortina de humo.
Mientras estos sainetes políticos entretienen el otoño, la alcaldesa Gema Igual ya ha presentado sus presupuestos. El mismo día que Buruaga reunió a los alcaldes cántabros y presumió de darles un trato justo con independencia de las siglas. Aunque es notorio que el sí del PRC a los presupuestos de Cantabria ha conllevado algunas partidas económicas para los municipios con sello regionalista. Favoritismo, por cierto, que históricamente se acepta con inmerecida naturalidad.
Si cada vez que llega la época de presupuestos en Cantabria vivimos atrapados en el eterno retorno de la desesperada alta velocidad ferroviaria, La Pasiega, las estaciones o el MUPAC -demandas clásicas- en Santander los presupuestos repiten cíclicamente las mismas obras. Algunas como el parque de Las Llamas o la duna de Zaera las vamos a hacer nuevas por segunda vez sin que tengan una categoría tan veterana como para precisar tanta cirugía estética. Son obras efímeras. Se vuelven a anunciar obras en Molnedo y en el Mercado de México, que lleva décadas en el asunto.
El catálogo se completa con los deseos insatisfechos locales que forman parte de la carta a los Reyes Magos desde hace décadas: la reforma del Cabildo, aun pendiente 20 años después de la triple tragedia mortal, o el Plan General de Ordenación Urbana cuya primera piedra se anuncia una y otra vez. Ahora dicen que estará en el horizonte de 2029, año en el que probablemente todo seguirá igual.
Al menos la alcaldesa, en tiempos de batallas léxicas -externalización por privatización- ha encontrado las palabras adecuadas para definir el presupuesto del Ayuntamiento de Santander: sin sorpresas. Efectivamente, más de lo mismo.
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