A por ellos

Bolsonaro en Brasil y Vox en España no dejan lugar a dudas: la extrema derecha va a por las feministas. Lo primero que han dicho el presidente brasileño en su toma de posesión y los de Abascal en Andalucía, es que hay que acabar con el feminismo. Ellos lo llaman “ideología de género” porque decir que estás contra los derechos de la mujer queda feo, incluso entre el facherío. Pero el feminismo es eso, “la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres”. Hay que leer más el diccionario VOX y menos al partido del mismo nombre.

El partido juega a cambiar los términos para cambiar el tema de discusión. Llaman “feminazis” a las “feministas” para que la víctima se convierta en el verdugo y viceversa. Pobrecitos los hombres perseguidos por las locas del coño que les denuncian en falso. Es la ultraderecha la que falsea datos para abrir debates cerrados. No está en discusión por qué el machismo es un agravante: donde dice “machismo” pones “racismo” y lo entiende hasta el más simple. A negros o mujeres se las agrede por su raza o sexo. Para evitarlo, se agravan las penas. Fin de la polémica.

La mayoría también entiende la necesidad de una Ley de Violencia de Género que proteja especialmente a las mujeres. Las matemáticas son aplastantes. Los hombres matan, violan, agreden mucho más a las mujeres, que al revés. En 15 años, ha habido un millar de asesinadas por crímenes machistas, tantas como víctimas de ETA en el doble de tiempo. 28% de los asesinatos en España son machistas, el 95% de los condenados por violencia en la pareja son hombres. Sólo el 7% de homicidios son de mujeres a hombres, incluyendo a madres que matan a niños por embarazos no deseados. Fin de la discusión.

No, la Ley de Violencia de Género no elimina la presunción de inocencia de los hombres, sólo establece medidas cautelares. No, los hombres no estamos desprotegidos frente a las agresiones de ellas. No, la violencia contra la mujer no es sólo doméstica, va mucho más allá del ámbito familiar. Y no, estos debates no estaban en la calle pero la extrema derecha los ha reabierto gracias a la colaboración de la derecha más extrema, la incomparecencia de la izquierda y la complicidad de los medios que convierten en titular cada tuit de Vox.

Nos está marcando la agenda un partido marginal de ultraderecha porque la derecha legitima su discurso, la prensa que critica las “noticias falsas”, sin embargo le da bola a sus bulos y la izquierda dedica más tiempo a rebatirlos que a proponer preguntas más útiles. No caigamos en su trampa de entrar en dilemas superados por la mayoría de la sociedad, pasemos de ellos y abramos discusiones necesarias. Si quieres que la gente deje de hablar de banderas, invasión de migrantes o “ideología de género”, explícales por qué no llegan a fin de mes ni pueden comprarse una casa, emanciparse o formar una familia. Háblale de sus problemas reales para que deje de caer en problemas inventados. Dale mejores debates para que deje las malas tertulias. Es lo que tiene que hacer la izquierda.

Es lo que está haciendo el feminismo. Hablar de la desigualdad, la precariedad y la injusticia. Por eso la ultraderecha le tiene miedo y le ataca. Por eso hay que ir con las feministas. Con ellas. A por ellos. A por franquistas, xenófobos y machirulos. A por quienes inventan datos y denuncian a los periodistas que les critican. A por los del “a por ellos”. A por quienes no admiten la pluralidad y la diversidad. A por ellos pero al contrario que ellos. No hay que perseguirles, hay que ir por delante, marcarles el paso, reírse de sus fantochadas, obviar sus debates, ironizar sobre sus falacias, desmontar sus mitos, superarles con mejores preguntas. Ellas lo están haciendo.

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