Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Todos los caminos de la corrupción llevan a Génova y todos los dedos apuntan a M. Rajoy. Por un lado, el ex secretario general del PP valenciano, Ricardo Costa, ha cantado en el juicio de la Gürtel que se financiaban en negro, que extorsionaban a los empresarios, que era Camps quien lo dirigía y que informaron a Bárcenas de que en Valencia hacían lo mismito que en la capital. Por otro, tenemos que Camps le encargaba a su amiguito del alma, El Bigotes, que le organizara los mítines y fiestas a Mariano y que Álvaro Pérez le montaba unos espectáculos con luces estroboscópicas y traca final que ríete tú de los cumpleaños de los hijos de Ana Mato y de la boda de la hija de Aznar.
Es curioso porque desde el PP de Madrid juran y perjuran que fue Rajoy quien decidió echar de Génova a Correa porque le parecía un truhán. Pero en Valencia se lo vuelve a encontrar y le pareció un señor. Mientras le llene las plazas, él no pregunta. Cualquier día dice que se ha encontrado un Jaguar en el garaje. Mariano es como Ana Mato, cree en la magia de que te lleven gratis a Disneylandia… Nos lo quiere hacer creer, en realidad. Como cuando hace de Marianico el Corto porque sabe que cuanto peor, mejor para él.
Como cuando pretende hacernos creer que él no sabe nada. Su amigo Camps lo organiza en Valencia. Su amigo Bárcenas lo sabe y hace lo mismo en Génova. La Gürtel lo gestiona. Mariano sabe que son corruptos pero no los denuncia. Le montan las campañas financiadas ilegalmente. Le pagan sobresueldos que no declara a Hacienda. Y a todo esto, dice el presidente del PP y del gobierno de España (ayer se lo repitió a Alsina), que él es como la Infanta, que nadie le informó y se fiaba de ellos y por eso les firmaba cheques en blanco. Mariano firma cheques que su conciencia no puede avalar.
Pero miente. Porque sí sabía y después de saberlo, le dijo a Bárcenas que le quería un huevo, y a Camps que le quería otro huevo, y a Fabra que le quería dos huevos duros, y a Ana Mato la nombró ministra cuando estaba en el punto de mira de los jueces... No falla. Donde pone el ojo, hay un corrupto. Por algo será. Porque le rodean. M. Rajoy es como su querida Esperanza. Aunque está en una charca nauseabunda, rodeado de inmundicia, no le salpica.
Que no se confíe. Como a Aguirre, se le acaban las vidas y las mentiras. Puede que no se manche las manos, pero sabemos que él es el jefe de la banda. Y aunque es difícil que le alcance la justicia, ya lleva tiempo hundiéndose y hundiendo lentamente a su partido. Las arenas movedizas no lo parecen hasta que te tragan.
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