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REPORTAJE

¿A qué se enfrenta hoy la apicultura?: “Turquía está cometiendo más fraude que China y nos hunde los precios”

Un apicultor en Guadalajara transportando una de las colmenas

Rodrigo Abad / Fotografías de Nacho Izquierdo

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La apicultura se enfrenta en la actualidad a diferentes problemáticas como otros sectores del campo: la competencia desleal en precios por debajo de los costes de producción, la adaptación al cambio climático o la escasa mano de obra.

La situación de la miel en España, “es muy complicada porque los precios a granel se pagan peor, mientras que los costes de producción no paran de subir”, explica Javier Ramiro, apicultor de 42 años que posee un millar de colmenas entre Guadalajara y Toledo.

El principal problema que apunta es que “entran mieles de otros países con precios muy bajos. Se habla de la miel China, pero hay países como Ucrania o Turquía, que es la que está cometiendo más fraude, porque nos hunde los precios de producción”. Javier asegura que “a los puertos llegan mieles a mitad de precio del coste de producción en España”.

Durante el primer cuatrimestre del año 2024, España compró a China más de tres mil toneladas de miel a un precio medio de 1,13 euros el kilo. A la competencia internacional se suma una normativa laboral o sanitaria más laxa en terceros países desde los que llega el producto. “No estamos en igualdad de condiciones”.

El año pasado, el precio del kilo de miel 'milflores' -que es la que se suele encontrar en los supermercados, formándose de la aleación de varias mieles- tenía “un precio de 3,20 euros/kilo, cuando nuestro coste de producción varía entre 3 y 3,50 euros”, lo que les deja un margen de beneficio muy escaso.

Hace una advertencia: si en un supermercado vemos tarros de miel 'mielflores' con un precio “por debajo de 9 euros el kilo, deberían desconfiar, ya que o bien alguien ha trabajado gratis, o lo ha hecho a pérdidas, o bien hay un fraude detrás”. En el caso de las monoflorales, aquellas que “tienen un valor añadido como de romero, tomillo, bosque, lavanda, están por encima de los 12 euros por kilo en precio de venta al público, y al productor se le está pagando en torno cinco euros /kilo. Y ya de ahí hacia arriba”, apunta.

Parte de la explotación apícola de Javier Ramiro en Guadalajara

Javier Ramiro considera que en la actualidad es esencial ubicar las colmenas en emplazamientos físicos que protejan a las abejas del viento, del sol excesivo y de la humedad. “El tiempo está cambiando, las primaveras son más cortas y queremos ir moviendo las colmenas de ubicación para conseguir que las abejas aprovechen las distintas floraciones que hay”.

El apicultor intenta elegir lugares en zonas lo más silvestres posible y advierte: “A día de hoy no puede haber abejas en libertad porque los ácaros les traspasan enfermedades”.

Otra problemática de la apicultura, como ocurre en otros sectores del campo, es la dificultad para encontrar mano de obra. “No hay gente que quiera trabajar en esto y tampoco en le campo. Es un oficio que necesita años de aprendizaje, por lo que es muy complicado encontrar a alguien con condiciones para la apicultura y que esté dispuesto a trabajar por cuenta ajena”. En su opinión, la posible solución pasa por “la modernización y la tecnificación de la apicultura”.

No hay gente que quiera trabajar en esto y tampoco en le campo. Es un oficio que necesita años de aprendizaje, por lo que es muy complicado encontrar a alguien con condiciones para la apicultura, que esté dispuesto a trabajar por cuenta ajena

Para Javier Ramiro el oficio de apicultor “no es tan esclavo como la oveja, la cabra de leche o la vaca, pero tienes que estar todos los días al pie del cañón”.

“Hay que estar todos los días pendientes, porque si te descuidas, tanto a nivel patología o campaña, pues la colmena puede morir o la cosecha no sale y se echa a perder el trabajo de todo el año”, añade.

Un apicultor extrayendo la miel de los panales en una explotación apícola de Guadalajara

El cuidado de las abejas, consiste para Javier en “facilitarles a ellas la vida todo lo posible para poder conseguir una buena cosecha”. Nos cuenta que él trabaja con colmenas “de toda la vida, mi padre ya tenía y de hecho de niño ya le acompañaba, entonces siempre he estado entre abejas”.

Comenzó a dedicarse a ello de manera profesional desde los dieciocho años y fue compaginando sus estudios de ingeniería con la apicultura. “Mi padre me dio unas colmenas y me puse a trabajarlas, lo compaginaba con mi trabajo como ingeniero y luego también daba clases de apicultura”.

El humo hace que las abejas se tranquilicen, ya que disuade la feromona que se activa cuando sienten peligro

Javier Ramiro apicultor alcarreño

Para Javier, la apicultura es una profesión que se elige “por vocación”, ya que “aunque es un trabajo muy bonito por desarrollarse en la naturaleza, es muy duro y requiere sacrificio físico y profesional”. Una de las cualidades que el apicultor de Guadalajara destaca de su trabajo es que no todos los días hacen el mismo trabajo. “En función de la temporada del año va cambiando la actividad. Hay épocas con menos trabajo, sobre todo en invierno, que las abejas están hibernando. Es ahí cuando preparamos en la nave el material”, detalla.

Sin embargo, la época en la que más actividad desarrollan “sobre todo si existe trashumancia”, como en el caso de Javier, tienen lugar entre marzo y septiembre. Entonces trabajan “prácticamente todos los días y muchas horas”.

El “mecanismo de defensa” de la abeja frente a los incendios

En la actualidad Javier Ramiro posee una explotación de 1.300 colmenas ubicada entre Guadalajara y la comarca del Valle del Tiétar, en la parte toledana.

Utiliza colmenas de dos tipos: Layens -que es horizontal- y Langstrogh -que tiene un formato vertical- donde la población depende de cada época del año. “En invierno para población se acorta, tenemos colmenas con alrededor de 30 mil individuos, pero durante la primavera pueden alcanzar hasta 60 mil abejas en el caso de la Layens, o casi 100 mil individuos en el caso de la Langstrogh. Todo depende en función del vigor que tenga la reina”, comenta el apicultor. En su explotación producen miel, polen y también cera, dependiendo del mes del año donde varía la producción.

Una abeja de la especie 'apis melífera iberiensis' en una explotación apícola de Guadalajara

En Europa la especie mayoritaria de abeja en la apicultura es la Apis mellífera, de la que existen diferentes razas. Javier señala que en la península ibérica y la que él posee es la Apis mellífera iberiensis. Según explica, se trata de una abeja “más agresiva”, ya que en España “se enfrentan a un ambiente más duro, con inviernos fríos y secos y veranos calurosos y secos. Están en un medio con pocos recursos y donde existen muchos elementos que les quieren quitar esos recursos”.

Los apicultores suelen utilizar el humo para 'calmar' a las abejas cuando se acercan a las colmenas. “Sirve para tranquilizarlas”, cuenta Javier Ramiro. “Las abejas se comunican mucho por los olores, es por ello que el humo disuade la feromona de alarma, una sustancia que segregan cuando ven una situación de peligro y que las vuelve más agresivas frente a lo que les molesta. En este caso nosotros, los apicultores”.

Además, el humo también produce que las abejas activen un mecanismo de defensa. “Ante un incendio ellas tienen integrada una acción, que es llenar el buche de miel y salir volando del nido para proteger la cosecha, que es lo más valioso que tienen. Al tener el buche lleno eso les impide doblar el abdomen y sacar el aguijón, por lo que es más difícil que nos piquen”, detalla Javier.

El consumidor sí que valora las mieles de calidad, ya que cada vez se está pagando mejor en precio de venta al público

Javier Ramiro apicultor alcarreño

Estos insectos “son autosuficientes”, nos cuenta este apicultor alcarreño. “Llevan cientos de miles de años en la Tierra sin intervención humana, pero nuestro trabajo como apicultores consiste en facilitarles la vida todo lo posible para luego conseguir la cosecha”.

“Antigüamente nuestros abuelos solo iban a las colmenas a extraer la miel y a recuperar colmenas mediante enjambres, ahora todo ha cambiado”. Hoy en día, situaciones como el cambio climático, la contaminación o la cuestión sanitaria hacen que la apicultura conlleve muchas más tareas, quehaceres que realizan para “evitar la mortandad”.

Un aspecto muy importante de la apicultura es el cuidado de la renovación de las abejas reina que será “más productivas” y estarán menos expuestas a patógenos si son abejas reina jóvenes.

El apicultor Javier Ramiro emplea humo para tranquilizar a las abejas de su explotación

En la actualidad, existen algunas herramientas con sensores electrónicos que sirven para monitorizar las colmenas a kilómetros de distancia. “Yo tengo algunos, nos envían por control remoto a una aplicación móvil señales para controlar las condiciones internas de la colmena, y así nos ahorramos viajes y mano de obra”, explica Javier. Esto también funcionaría para hacer que la apicultura sea más rentable.

Otra de las líneas que abaratarían los costes de producción, según este apicultor, es “poder envasar nuestra propia miel para hacer venta directa, teniendo más margen para vivir con comodidad”.

Javier cree en la importancia de reutilizar equipamientos de otros sectores como grúas, ya que “en la apicultura más allá de las picaduras, el principal inconveniente es que se manejan pesos muy grandes. Mecanizar todo ese proceso físico va a ayudarnos a modernizar las explotaciones, encontrar mano de obra y conseguir que el kilo de miel se pueda producir un poco más barato”.

El apicultor sacando uno de los panales de la colmena para extraer la miel

El futuro de la miel: calidad y mecanización

Frente a las dificultades del sector, la diferenciación es la mejor arma. “El hecho de sacar mieles de calidad o pertenecer a una Denominación de Origen, como es nuestro caso con la DO la Alcarria, que es la primera de miel que existe en el mundo, nos da una calidad diferenciada”.

“Es estresante estar permanentemente renovando y mejorando para adaptarte a las condiciones y poder bajar los costes, en un mercado en el que el precio tiende a la baja y donde si no te adaptas estás fuera”, reconoce. Y sin embargo cree que el consumidor “sí que valora las mieles de calidad, ya que cada vez se está pagando mejor en precio de venta al público”. En esta explotación alcarreña, por ejemplo, elaboran distintos tipos de miel que proceden del cantueso, romero, tomillo, retama o de la bellota, bajo el paraguas de la denominación de origen.

Paneles de los que se extrae la miel en esta explotación apícola alcarreña

“Las explotaciones medianas desaparecerán en cinco años”

Sobre el futuro de la profesión, Ramiro augura que “muchas explotaciones van a desaparecer”. En el caso de los aficionados se mantendrán porque “es una afición muy bonita, un oficio que engancha y es difícil dejarlo”. Solo serán viables, dice, las grandes explotaciones que “permiten tener unos costes de producción bajos y cumplir con la normativa y exigencias del mercado”. Por contra, las explotaciones medianas, “aquellas que la gente tiene como complemento económico o que no posee muchos medios, van a desaparecer en un medio plazo, menos de cinco años, porque es inviable”.

Le preguntamos si cree que en el sector hay posibilidad de automatizar ciertas tareas. “Muchos compañeros no lo ven factible, pero el mundo va muy rápido y la tecnología está avanzando mucho, por lo que la mecanización va a ser posible en un plazo breve. Hace años nadie usaba sopladores y cada vez lo hace más gente”.

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