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“Los derechos de las mujeres nunca deben darse por consolidados, debemos estar siempre vigilantes”

Manifestación del 8M en Albacete en 2018

Alicia Avilés Pozo

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Con 43 años, Natalia Simón se ha convertido en la primera mujer decana del Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha. Es Licenciada en Sociología por la Universidad Complutense, Doctora en Investigación en Humanidades, Arte y Educación, Coordinadora de Programas de la Federación Síndrome de Down de Castilla-La Mancha y profesora asociada de la Facultad de Educación de Toledo. Tanto por su experiencia particular como por su trabajo, conoce los mecanismos sociales que han conformado la nueva ola feminista y la lucha por la igualdad tal y como la conocemos hoy en día. Hablamos con ella con motivo del Día Internacional de la Mujer para conocer cómo se ha desarrollado este movimiento, cuáles han sido los logros alcanzados y qué tarea queda por delante.

Estamos ante una nueva ola feminista después del éxito de la huelga de hace dos años. ¿Qué ha supuesto desde el punto de vista sociológico el trayecto del feminismo desde entonces? 

El feminismo lleva ya muchos años con una lucha colectiva. Tal y como apuntaba Simone de Beauvoir, “es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente”. Por desgracia, los derechos de las mujeres siguen siendo cuestionados y tal y como apuntó también esta escritora francesa, estos derechos nunca se dan por adquiridos, siendo necesario permanecer vigilantes toda la vida. Pero es un hecho de vital importancia todo el movimiento feminista que ha tenido lugar desde 2018, como afianzamiento de una energía contagiosa que emociona y que establece que juntas podemos cambiar lo que, como mujeres, nos propongamos.

El éxito de esa huelga de 2018 representó un salto cualitativo para el movimiento feminista, ¿cuáles crees que fueron los factores que lo propiciaron?

Fue principalmente el efecto de solidaridad intergeneracional que supuso. Aunque se atribuye al uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales como los elementos que han revolucionado los modos de organización y movilización de grandes masas, esta cuarta ola del feminismo se nos revela como una consecuencia de mayor calado que el simple uso de dichas redes sociales. Estamos ante la apertura de una nueva fase del movimiento feminista, cuyos efectos sociales, culturales y políticos son evidentes. Entre esos efectos, hay que destacar, por ejemplo, los incipientes temas que han sido considerados tradicionalmente de minorías, como la prostitución o la transexualidad.

Ya no se trata de un problema de derechos civiles o de cambios culturales enfocados, por ejemplo, a la consecución de una igualdad salarial o una igualdad a la hora de repartir las tareas domésticas, sino que ahora se trata de libertad y de igualdad, en mayúscula.

El movimiento feminista también ha conseguido calar en el discurso político y social. ¿Qué mecanismos o herramientas políticas harían falta todavía para el camino que queda por recorrer? 

En términos sociales, el feminismo en estos años se ha visto favorecido por la llegada de mujeres feministas a puestos de poder y por los relatos de personas famosas respaldando causas como el #MeToo o las manifestaciones en contra, por ejemplo, del caso de ‘la manada’. Sin embargo, como ya he comentado, nuestros derechos nunca deben darse por adquiridos o consolidados siendo por tanto necesario seguir abanderando un discurso por la igualdad que contagie a toda la sociedad, mujeres y hombres, aunque sin olvidar que es nuestra lucha.

¿El escenario es favorable para esa lucha?

Desde luego. Tenemos a favor, según muestra el ‘Diagnóstico de las mujeres jóvenes en la España de hoy’ (2019), que la mayoría de las mujeres españolas que se declaran feministas son en mayor número jóvenes que, a su vez, son quienes más se manifiestan y quienes más se revuelven ante el machismo. También declara este diagnóstico, publicado por el Instituto de la Mujer que, más de la mitad de estas mujeres jóvenes (57%) sitúa su convencimiento feminista en un 8 dentro una escala del 1 al 10. Son datos, sin duda, muy relevantes.

¿Y en el ámbito político?

En términos de discurso político, aunque el feminismo ha calado, ))))))) considero que lo ha hecho de modo desigual y controvertido. Se manifiesta una contracorriente feminista en los discursos políticos de la derecha y la ultraderecha, con matices y diferencias propias, desde discursos asistenciales y protectores, en algunos casos, a discursos de contención que pretenden convertir la lucha del movimiento feminista en una lucha minoritaria, en otros casos. Desde la izquierda, también se aprecian diferencias significativas entre las fuerzas políticas que se centran en el cambio legislativo a partir de que la igualdad entre hombres y mujeres no se garantiza en la práctica, y el discurso menos jacobino o radical y más fabiano o moderado del socialismo europeo.

Dada la actual correlación de fuerzas políticas, debemos considerar que para que el discurso feminista cale y se traduzca en cambios sociales reales positivos, tendremos que considerar la necesidad de un cambio profundo en la cultura jurídica de nuestro país, pues parte de un supuesto legal que no coincide con la realidad social. Y este supuesto legal equívoco es que hombres y mujeres somos iguales ante la ley. Pero las relaciones sociales no se basan en la igualdad jurídica sino en la desigualdad social y esta a su vez en la dominación de un género sobre otro y sustentada por un contexto socioeconómico de dependencia de una mayoría social a una minoría económica. Esa es la mayor y más compleja de las transformaciones para tener en cuenta.

Si hablamos del binomio Mujer y Política, ¿en qué situación nos encontramos? ¿Hay igualdad, hay reconocimiento? 

En Castilla-La Mancha la situación objetiva podría describirse a partir de un estudio del Instituto de la Mujer denominado “Datos Básicos de las Mujeres en Castilla-La Mancha”. En dicha recopilación se puede detectar que la representación política en las instituciones se mantiene relativamente equilibrada respecto de la media nacional (datos del 2015-2016) aunque contrasta con la representación de la mujer a nivel del ejecutivo, claramente favorable a los hombres.

Si por representación política solo tomamos la presencia en la Cámara de representantes autonómicos o en el Ejecutivo corremos el riesgo de perder de vista la realidad social, el peso de la mujer en sectores decisivos de la economía y el lugar social de la misma. Además, también es importante la capacidad de movilización y organización de las mujeres y, para ello, debemos fijarnos en el activismo que realizan sus organizaciones.

Seguimos con la brecha en los puestos directivos...

Es que es llamativo que, si bien en sectores tradicionalmente de servicios administrativos han predominado mujeres respecto a hombres, en cuanto entramos a ver los puestos de dirección vuelve a invertirse la tendencia, favoreciendo a los hombres respecto de las mujeres. Y lo mismo ocurre en el plano de la Educación Superior. La Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) tiene una amplia representación femenina entre su profesorado, pero en los niveles de decisión y alta representación predominan los hombres. Todo ello nos permite concluir que las ideas básicas del feminismo, la igualdad y la paridad en la gestión y dirección de los organismos con poder, tienen un perfil más institucional que social. Quedando mucho por hacer en este terreno.

¿Cómo están contribuyendo las redes sociales a construir la igualdad?

Antes hablábamos de la cuarta ola del feminismo y de que una de sus características era, precisamente, el uso de las nuevas tecnologías y de las redes sociales para promover su movimiento por la igualdad. Sin ir más lejos, el 8 de marzo de 2019, de los veinte primeros ‘trending topics’ de Twitter, diecisiete estuvieron relacionados con el Día Internacional de la Mujer. Habrá que esperar a ver qué pasa este año. Es evidente que las redes sociales han facilitado el acceso y la distribución de la información. Sin embargo, este hecho convive con otros igualmente relevantes, como la distribución y consumo de bulos, ‘fake news’ u otras estrategias de manipulación de la percepción de la realidad a través del lenguaje y de los diversos modos de comunicación.

Es decir, han contribuido para bien pero con desventajas…

Sí, con el movimiento feminista se ha producido un beneficio y un perjuicio en términos de redes sociales. La movilización de gran cantidad de personas a través de las redes no solo es una combinación de personas con los mismos intereses. Se trata de la posibilidad de que grupos organizados y pequeños, pero bien pertrechados de una estrategia de comunicación en redes, pueden tener un efecto de influencia muy amplia. Los movimientos sociales en general y el movimiento feminista en particular se han beneficiado de ese efecto de amplificación. Sin embargo, el “contra-feminismo” también maneja dichos algoritmos y si, además reúne un importante capital para financiar contra campañas, no es difícil que alcance a expandirse por los mismos canales de difusión del discurso feminista.

Las redes son, por tanto, un buen escenario para compartir y disputar atención. Son un recurso necesario, pero no suficiente para articular una realidad social, o un movimiento organizativo, y, por lo tanto, tampoco suficiente para construir la igualdad. En cualquier caso, dependerá de su fuerza organizativa y su continuidad en el tiempo.

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