Es ampliamente transversal la estrategia que el Gobierno de Castilla-La Mancha quiere poner en marcha en la comunidad autónoma relativa a la economía circular. A la espera de que termine de elaborarse el borrador de la primera ley de España con este concepto, existen otros proyectos que ya se quieren poner en marcha y están sometidos a estudio. Así sucede con el plástico, uno de los residuos más dañinos para el medio ambiente si no se somete a un reciclaje adecuado.
En este sentido, la Junta quiere buscar alternativas que permitan “reducir la cantidad de residuos plásticos que van, finalmente, a un vertedero”, dentro de la estrategia marcada para desarrollar un modelo de economía circular en Castilla-La Mancha, tal y como explica el viceconsejero de Medio Ambiente, Agapito Portillo. Fue hace unas semanas en la Universidad de Alcalá de Henares donde conoció los detalles de los resultados de un proyecto innovador en el marco del convenio suscrito entre la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural y Ecoembes.
Consciente de la evolución de los hábitos de consumo, en los que se utilizan gran cantidad de plásticos -“aproximadamente, uno de cada cinco kilos de los residuos que se generan en los hogares son plástico, con alrededor de 100 kilos de residuos de plásticos cada año”- el Gobierno de Castilla-La Mancha ha impulsado un proyecto de investigación para el reciclado químico de residuos plásticos procedentes de envases domésticos, y poder obtener productos comerciales utilizables en la síntesis de nuevos materiales.
Según explica el viceconsejero, de esos 100 kilos sólo se reciclan 45 y se valorizan energéticamente unos 16, siendo el resto depositados en vertederos, un asunto que preocupa al Gobierno regional. Es el motivo por el que un proyecto de estas características de reciclado químico “permite desarrollar un proceso que recupere por procedimientos químicos -pirólisis- la fracción no reciclable de los plásticos, y reducir así la cantidad de éstos que termina acumulándose en vertederos de Castilla-La Mancha”.
Los plásticos que se han utilizado para el proyecto provienen tanto de la fracción resto (bolsa de basura), como del material de rechazo del contenedor de recogida selectiva de envases ligeros (contenedor amarillo). Como resultado del proceso se obtienen tres fracciones: una fracción sólida, que supone menos del 20% del total; una fracción líquida, que puede alcanzar hasta el 80%; y una fracción gaseosa, de hasta un 35%, en función del tipo de plásticos tratados.
Desde el punto de vista económico, las fracciones más interesantes son la líquida y la gaseosa, constituidas mayoritariamente por compuestos aromáticos muy interesantes desde el punto de vista químico (benceno, tolueno, etilbenceno o estireno). De hecho, la fracción gaseosa, por su elevado poder calorífico, fue utilizada durante el proyecto como combustible para calentar el reactor de pirólisis.
En resumen, la tecnología empleada en el proyecto ha demostrado que se podría recuperar hasta el 90% de los materiales contenidos en residuos plásticos que, de otra forma, irían a parar a vertederos, obteniendo una serie de productos de valor añadido y con un importante interés desde el punto de vista químico industrial, suponiendo una importante contribución a la economía circular.
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