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Sobre este blog

La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.

Los sonidos de la noche

Autillo

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Recientemente ha sido la noche de San juan, en la que se festeja el solsticio de verano. Tradicionalmente, las civilizaciones antiguas han celebrado esta fecha con fuego, un fuego purificador para ahuyentar los malos espíritus y dar fuerza al Sol. Así, reunidos en torno a la hoguera, con la mística danza de las llamas y el crepitar de la madera, somos más conscientes de nuestro entorno, y de que la noche alberga muchos otros sonidos, inquietantes en ocasiones, en otras maravillosos. Y es que solemos asociar el sonido de las aves nocturnas exclusivamente al ulular de los búhos, pero nos llevaremos una sorpresa al saber que hay un buen número de aves que cantan de noche y no son rapaces nocturnas, especialmente en las noches de estos días de verano (esta figura retórica de usar dos palabras de significado opuesto, “noche-día”, es un oxímoron, como por ejemplo: la utilidad de lo inútil, título de un gran libro, por cierto. Para que luego digan de los que somos de la LOGSE, entiéndase el chiste). Esta introducción de la noche de San Juan me sirve para presentar el tema del este nuevo artículo, voy a hablaros de tres aves que podemos escuchar de noche y que, espero, os van a sorprender.

El ruiseñor común (Lusciniamegarhynchos, Brehm) es bien conocido por todo el mundo por sus habilidades canoras, y está bien representado en la cultura popular, como demuestra el poema de Espronceda: “Canta en la noche, canta en la mañana/ruiseñor, en el bosque tus amores/canta, que llorará cuando tú llores/el alba perlas en la flor temprana.” Sin embargo, rara vez es visto, y es que es realmente esquivo.

Tiene un tamaño algo mayor que un gorrión, aunque más estilizado, y su plumaje es simple: blanco por abajo y marrón por arriba, con la cola de una tonalidad más herrumbrosa. Al no ser muy llamativo, es su virtuoso canto lo que hace a esta ave tan famosa: emite una gran variedad de sonidos (que desde luego yo no conozco en su totalidad): silbidos, trinos, gorjeos y carraspeos, entremezclándolos en una preciosa melodía. Y es precisamente esta complejidad en su canto lo que hace fácilmente identificable. Los ruiseñores suelen encontrarse en entornos cercanos a ríos o arroyos, por lo que es fácil oírlo canturrear de manera incansable entre los árboles a todas horas del día, incluido de noche, y precisamente de ahí viene su nombre científico, ya que Luscinia hace referencia al atardecer, y megarhynchos significa “gran nariz u hocico”, haciendo referencia a la gran capacidad de su aparato fonador.

La segunda ave es el chotacabras cuellirrojo (Caprimulgusruficollis, Temminck), un pájaro que bien podría venir de otro planeta. Mide algo más de 30 cm., y su plumaje es enormemente sedoso (los que hemos podido sujetar uno en las manos, lo sabemos bien), una textura muy diferente a la de cualquier otra ave, con unas tonalidades pardas, muy moteado, y los extremos de las plumas de alas y cola, son blancas. Esto hace que sean aves muy crípticas, se posan en el suelo con los ojos casi cerrados (¡porque les brillan de rojo a la luz nocturna!), esperando para capturar insectos con su pico aparentemente pequeño, pero que al abrirlo muestra una boca inusualmente grande. Por si su aspecto no fuera lo suficientemente inquietante, su canto es espeluznante… para quien no lo conoce: una nota disílaba hueca, nasal y un poco silbante, algo parecido a un “kio-tó, kio-tó”, que repite muchas veces y se propaga a largas distancias. No es de extrañar, que en torno a esta ave haya toda un aura de misterio y leyendas que podéis leer en este artículo, incluido su curioso nombre.

Por último,sí voy a hablaros de una rapaz nocturna, el autillo (Otusscops, Linnaeus). Hasta hace poco, era la rapaz nocturna más pequeña de la península Ibérica, pero la presencia del mochuelo alpino en los Pirineos, le ha quitado ese título. Mide unos 20 cm., con un plumaje pardo-grisáceo muy moteado y estriado, perfecto para camuflarse con el tronco de un árbol, y su cabeza está adornada con unas pequeñas plumas a modo de orejas. Su canto, en contra de lo que podamos imaginar de una rapaz nocturna, es un silbido aflautado de unos 2-4 segundos queva repitiendo sucesivas veces, y puede escucharse en las noches de verano en los parques de las ciudades.

El dato curioso es que este mismo silbido es imitado por otro animal, precisamente para evitar la depredación, el sapo partero, aunque en este caso es más corto y seco que el del autillo. Es un sonido que en la noche pueda parecer que hay algún tipo de radar o sónar cerca, pero es el pequeño autillo vigilante desde su rama. Su nombre significa literalmente búho pequeño de orejas: Otus proviene del latín otis: oreja, y scops es búho pequeño; el nombre castellano sería una deformación de otus, que evolucionaría a auto y de ahí, el diminutivo autillo.

La noche no está exenta de sonidos y las aves no solo cantan a la luz del sol. Os invito a que la próxima vez que salgáis a dar un paseo nocturno por el campo, junto al río o por la ciudad, intentéis descubrir estos sonidos, que nos indican que esta que llamamos nuestra casa, lo es también de muchos otros. Hasta la próxima.

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