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“Los incendios son el síntoma de una enfermedad que sigue sin curarse”

Félix Romero, autor de 'El fuego callado'

Carmen Bachiller

En 2018 se produjeron un total de 7.143 incendios forestales en España, según las estadísticas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y casi la mitad (43,27%) ocurrieron en el Noroeste de España. Pero, ¿qué hay realmente detrás de los incendios? Es el argumento de un libro que acaba de ver la luz.

Félix Romero (Barcelona, 1975) vuelve a ser protagonista en las librerías este verano con 'El fuego callado' (Caligrama, 2019). Es ya la segunda novela de este experto en medio ambiente y gestión sostenible de los recursos naturales y viajero empedernido, afincado en Toledo que en 2018 presentó ‘El árbol de los pigmeos’ (Círculo Rojo), novela ambientada en el corazón verde de la África actual y en la que ya reflexionaba sobre la ecología y la gestión de bosques.

Ahora, Romero insiste en su segundo libro en plasmar su experiencia profesional relacionada con cuestiones de sostenibilidad para “acercarla a la gente de manera más cotidiana, huyendo de ensayos técnicos o de conceptos que todavía son muy abstractos para la sociedad”.

Esta vez se adentra en el desastre de los incendios forestales, en cómo arden (también) los pueblos de la llamada ‘España Vaciada’ con situaciones y personajes que bien podrían situarse en cualquier punto del medio rural de nuestro país.

Aldeanueva del Mansillo es el lugar en el que se desarrolla la novela, pero es un pueblo ficticio y uno de los tantos de la España despoblada. Allí todo el mundo sabe que el fuego ha sido provocado por alguien a quién todos conocen, pero no parece tan sencillo saber por quién ni por qué.

“Era para mí un libro obligado. Soy ingeniero forestal, he trabajado en incendios y durante años he analizado lo que ha pasado en España en cuanto a la implementación de los planes de prevención” y es precisamente esa experiencia la que le lleva a criticar la gestión de bosques y montes en nuestro país. “Vives y conoces situaciones y cuando ves a muchos políticos opinar sobre el tema…Hay una opinión muy sesgada de lo que realmente pasa”.

Cree que “los incendios son el síntoma de una enfermedad que sigue sin curarse y de eso va esta novela corta que podría ambientarse en cualquier pueblo de España donde casi, de manera predecible, acaba ocurriendo una tragedia”.

El escritor intenta adentrarse también en las “motivaciones” del pirómano. ¿Qué hay detrás de alguien que pone una cerilla? Nos cuenta que ha tratado de “desmontar algunos clichés sobre los incendios. A veces detrás de los más grandes hay cosas que deben abordarse, no desde el lenguaje político, sino desde el compromiso social a todos los niveles”.

Con buena parte de su experiencia laboral vinculada a Castilla-La Mancha y a Castilla y León asegura que “desde las ciudades se ve a los incendios como una tragedia para el medio ambiente, que lo es, pero es que hay mucho más detrás” y apunta que “no es un problema de más medios de extinción. El 96% de ellos son producidos por el hombre y de los 20.000 incendios anuales en nuestro país los grandes son solo entre 20 y 80. Cuando se escapan de las manos hay que analizar qué hay detrás. A veces es una negligencia, pero otras tienen detrás motivaciones concretas y algunos son sistemáticos”.

La infravalorada gestión de montes y bosques

En la conversación que mantenemos con el escritor recuerda las consecuencias de la despoblación de superficies rurales en los últimos 30 o 40 años. “Ha habido un abandono de tierras agrícolas marginales que se han reforestado. A eso ha acompañado el abandono del monte, que se ha dejado sin gestión porque era y sigue siendo más barato traer los productos forestales de fuera que cortar la madera de nuestros propios bosques”.

A esto, dice, hay que añadir la práctica política de infravalorar el monte. “Ahora se empieza a hablar de cambio climático y de los bosques como sumideros de CO2, pero siguen sin tener una gran valoración”. Todo, sostiene, está vinculado al problema de la despoblación. “Si a eso le sumas que la población que queda tiene un perfil de avanzada edad con un contexto social complejo, se convierte en un cóctel”.

“Me sigo enfadando mucho cuando los políticos se empeñan en desarrollos urbanísticos en torno a las grandes ciudades y sacan 10.000 viviendas de protección oficial. En la práctica es invitar a diez pueblos de 1.000 habitantes a venirse a la capital, en lugar de trabajar en vertebrar el territorio, por ejemplo, en las capitales de comarca. Sin potenciar un transporte ecológico y sin llevar industria a zonas abandonadas”, aduce el escritor.

A la ‘España Vaciada’ no le ve remedio a corto plazo. “Seguramente no se solucione ni en una década. Se necesita un gran Pacto de Estado”, asevera, para recordar que su etapa como responsable del programa de bosques en WWF. “Entonces ya lo decía: si la mitad de la superficie española es forestal, no se entiende que no haya una estrategia nacional consensuada de gestión para esa mitad del territorio”. Sigue sin haberla, lamenta, para advertir que España es uno de los países que se verán más afectados por el cambio climático. “La desertificación está aquí”.

Ahora trabaja en FSC, Forest Stewardship Council, organización global, sin ánimo de lucro, dedicada a promover la gestión forestal responsable en todo el mundo. Su labor se centra en el desarrollo de mercados para que los productos forestales tengan más valor, en particular el caucho o el textil. “En España siempre ha sido complicado ayudar al sector forestal a que sus productos tengan mayor visibilidad. Forma parte de su propia idiosincrasia. No se deja hacer y además la cuestión está llena de conflictos entre ecologistas, ingenieros, empresas…”

‘El fuego callado’ se presentará en Toledo el próximo 14 de septiembre en la Librería Taiga y en un acto que será conducido por la periodista y miembro del colectivo ‘Ciencia a la Carta’, Arantxa Castaño.

Pero además, Romero prepara ya un tercer proyecto que todavía busca editorial. ‘Café pergamino’ será su siguiente novela, inspirada en uno de sus frecuentes viajes alrededor del mundo para recalar en la colombiana Sierra de Santa Marta. “Es para mí la más bonita de mis novelas que nos ubica en un país de Latinoamérica del presente, en esa América exuberante, de grandes paisajes, habitada por indígenas, por gente que se busca la vida”.

En ella, remarca, da “la visión del pueblo indígena, de unos conflictos de los que nadie habla para que la gente sepa que, de vez en cuando, hay que ver el mundo desde otra perspectiva”.

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