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Bien, las instituciones de nuestra tierra se agarran a una celebración segura: El VIII centenario del inicio de las obras de construcción de la catedral de Toledo. Contamos con un magnífico templo, con una colección de bienes muebles que es, sin duda, una de las mejores de entre las de su clase y, sobre todo, con un cabildo que gestiona una de las entradas más lucrativas de entre todas las catedrales españolas.
Como una magna celebración que se digne, hay tiempo para prepararla, instituciones que la apoyan y marco jurídico que abona los patrocinios. Puede perfectamente dirigirlo y coordinarlo el propio cabildo, pero entendemos que si se quiere realizar con más eficacia no estaría de más elegir a un/a buen profesional para ello o para las exposiciones monográficas que se proyectan.
Enfocando nuestro análisis solamente en la gestión de su patrimonio cultural -dejamos a parte las celebraciones litúrgicas-, se anuncia aplicar los más novedosos adelantos tecnológicos para la ocasión, lo que nos hace pensar la deriva hacia el espectáculo -se comenzará con el montaje “Lúmina”- que el magno templo consolidará, es decir: más consumo turístico y más recaudación. Y, además de las restauraciones -que incluye la antesala capitular- y réplicas previstas de piezas singulares, se ampliará, como se ha pedido repetidas veces, el espacio expositivo del museo de la Sacristía y dependencias del Tesorero -nos parece tímida la apertura de una sola sala-, se realizará una intervención sobre el Transparente que permita mejor su contemplación.
Por su parte, la magnífica instalación y gestión del archivo catedralicio, tendrá su protagonismo a través de congresos, presentaciones de libros y conferencias. Sería deseable que el otro espacio museístico, el de Tapices, instalado en las antiguas dependencias del Colegio de Infantes se reabra y tenga una gestión autónoma en lo que se refiere a la exposición, investigación y divulgación de sus riquísimos fondos, únicos en su género.
Pero, nos preguntamos si no hay más espacios que se puedan incorporar a la visita, no necesariamente para todos los públicos, como la espléndida biblioteca catedralicia, sacristías o espacios de alto valor simbólico como el Reservado, el archivo de música mozárabe o las salas en las que se hospedaron los reyes en sus visitas a Toledo en las Claverías.
Buena idea la de promover la creación de una asociación de Amigos de la Catedral de Toledo, pero también sería la de incorporar a la gestión del patrimonio cultural catedralicio -y al apoyo que supondrá la existencia de dicha asociación-, la restauración y puesta en valor de los templos vinculados al cabildo: la basílica del Cristo de la Vega y la ermita de San Eugenio. Devolver a la ermita de San Eugenio la imagen del santo titular y los cuadros de Comontes o dar el tratamiento que requiere el espacio hoy prácticamente olvidado del espacio de una basílica que sentaba en el coro catedralicio al “Abad de Santa Leocadia” desde prácticamente el inicio del culto en el templo, que ahora celebra su octavo centenario, sería otro capítulo más que añadir a esta celebración que, sin duda, será brillante.
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