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Una breve estancia en Gran Canaria nos ha descubierto, junto a la enorme oferta turística de “sol y playa”, una propuesta cultural basada en casas-museos (Benito Pérez Galdós, Colón, Antonio Padrón) y la espléndida exposición de Martín Chirino en el Centro Atlántico de Arte Moderno. Pero también en mostrar, a visitantes y naturales de la isla, el rico pasado prehispánico en el Museo Canario y en el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada.
Y es que el discurso o la interpretación sobre el pasado prehispánico de la isla se realiza con restos arqueológicos o sobre los yacimientos que nos muestran sus formas de vida, organización social o cultura inmaterial. El visitante puede quedar satisfecho con la información o sacar sus propias conclusiones al ver los objetos y restos arqueológicos que se le ofrecen.
Me ha traído inmediatamente a la mente lo que está ocurriendo con Toledo: miles de visitantes se desplazan a la ciudad y pasean por sus calles, monumentos o museos y, muchos de ellos visitan, además, las instalaciones de un exitoso parque temático que ofrece espectáculos históricos y una inmersión en nuestra historia.
Nos preguntamos sobre las conclusiones que se llevarán tras su estancia entre nosotros. Evidentemente, los montajes audiovisuales, las historias teatralizadas, el espectáculo requieren menos esfuerzo y reportan un disfrute inmediato que la visita pormenorizada a la ciudad, a sus monumentos o museos.
No cabe duda de que la cultura de la imagen, de la urgencia en el consumo de información y la cada vez mayor falta en las habilidades y capacidades desarrolladas por la mente humana en cuanto a la memoria y el manejo de la información nos llevan en esa dirección.
Somos de los que piensan que el desarrollo de las capacidades del ser humano le hacen más rico en experiencias y aprovechamiento, libertad en la toma de decisiones y, en el caso de experiencias gratificantes, sabemos que se asimila mejor una toma adecuada y pausada de azúcares que un “subidón” por una ingesta inmediata de grandes dosis. Además, la información dada sin filtros, a un gran número de personas (creo que hasta unas 6.000), y con un guion ya elaborado, es parca y fácilmente manipulable.
¿Pueden convivir el relato-espectáculo con aquel basado en lo real? De hecho, lo hacen, pero el problema es que aquel relato sea el único que escuchemos o que la ciudad de Toledo intente imitar a un parque de atracciones a base de luces, auditorios, tirolinas o teleféricos quedándose solamente en espectáculo.
Trabajemos por hacer de nuestras ciudades patrimonio verdaderos lugares de información, formación y disfrute, de preparar buenos relatos y materiales didácticos para que sean atractivas, y que sea el propio visitante el que vea, compare y “compre”.
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